Redburn, su primer viaje – Herman Melville

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Redburn, su primer viaje - Herman MelvilleWellingborough Redburn es el original nombre de un muchacho sin fortuna que, buscando ganar algún dinero y conocer el mundo, se enrola en un barco mercante con destino a Liverpool. Basada en gran parte en las experiencias del primer viaje como marinero del propio Melville, la novela narra las peripecias de un joven bisoño en su primera salida al mundo, pero logra ir más allá de lo anecdótico para presentar no sólo las duras condiciones de la vida en el mar, sino también la miseria de la cosmopolita ciudad de Liverpool y de los emigrantes que ponían rumbo a Norteamérica como hacia una tierra de promisión.

Redburn es un chico de buena familia, aunque venida a menos, que se embarca en el Highlander no tanto por la necesidad de tener un oficio, como por satisfacer un prurito aventurero herencia de su padre, un comerciante neoyorquino que cruzó varias veces el Atlántico, y fruto de sus lecturas de guías de viajes. Narrando sus vivencias en primera persona, a modo de memorias, el muchacho hará gala de grandes dotes de observador, además de un carácter cándido, que le valdrá un rudo estreno en el mar.

La ironía caracteriza la narración de Redburn, en la que se desgranan anécdotas de novato —como su intento frustrado de presentar sus respetos al capitán una vez en alta mar, o la primera vez que hubo de trepar por el aparejo—, a la vez que se describen los tipos de los marineros que faenan con él. Éstos son hombres curtidos que rápidamente harán saber al grumete cuál es su puesto en el barco, enseñándole los rudimentos del código de comportamiento que todo marinero debe seguir.

Precisamente Redburn compondrá en estas memorias de su primer viaje un fervoroso alegato a favor de los marineros. Para ello recuerda que, esos seres entregados al vicio en los puertos, a los que la sociedad decente señala con horror, realizan una dura e importante tarea en beneficio de la misma sociedad que les vuelve la espalda. Sin su esfuerzo, las mercancías no recorrerían el orbe, y el comercio (y las fortunas que de él se nutren), desaparecería.

Esa sensibilidad hacia los menos favorecidos aflora nuevamente en la descripción de la miseria que encuentra en las calles de Liverpool. Mientras deambula maravillado por una ciudad extranjera, comparando lo que ven sus ojos con las descripciones de las viejas guías heredadas de su padre, Redburn tiene ocasión de conocer la pobreza de quienes mueren de hambre en una ciudad rica y próspera.

Precisamente huyendo del hambre embarcan en el Highlander varios centenares de inmigrantes. Éstos resultan una carga rentable para el barco mercante en su viaje de vuelta: hacinados en la antecámara, diezmados por una epidemia desatada por la insalubridad de su alojamiento y hambrientos por no llevar suficiente comida al haber sido engañados por los agentes sobre la duración del viaje; Redburn  da cuenta de las durísimas condiciones de su travesía y el desamparo en que los gobiernos, tanto del país de acogida como de los países de origen, les condenan.

Con estos ingredientes construyó Melville una novela que logra ir más allá de las aventuras de un joven grumete, para plantear una mirada a la realidad de quienes de alguna manera se relacionaban con los barcos que cruzaban el Atlántico.

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