Gigi – Colette

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Gigi - Colette“Gigi”, publicada en 1944, es una de las últimas novelas de Colette. En ella, la escritora se retrotrae al París finisecular para retratar la condición de las mujeres de clase humilde que, para no hundirse en el agua de la pobreza, debían aferrarse a la tabla de salvación de la prostitución.

“Gigi” es, en ese sentido, una semblanza afortunada y completa de la vida de aquellas mujeres que dedicaban cada segundo de sus vidas a prepararse para agradar al varón. Mediante los consejos que su abuela y su tía dan a la quinceañera Gilberte, entendemos cuáles eran las preocupaciones diarias de unas mujeres que debían ser siempre hermosas, siempre agradables, siempre sofisticadas. Había que cuidar el cutis y el talle, saber comportarse en sociedad, tener buen gusto vistiendo (y no, desde luego, con la ostentación vulgar de una actriz de variedades), distinguir a simple vista las piedras preciosas de más valor y saber comer langosta.

Estas mujeres tienen su propio código moral, marcado por las necesidades de su día a día, y se mueven con tiento en un mundo que no guarda para ellas secretos: el mundo de las amantes caras mantenidas por hombres adinerados, cuyos escándalos sigue con delectación la opinión pública. Un mundo que la sociedad tacha de inmoral, pero admira por fascinante.

Gigi está recibiendo pues, la educación necesaria para continuar en el negocio familiar, ya que su abuela, su tía y su madre se han dedicado, con mayor o menor fortuna, al difícil papel de ser amantes de hombres adinerados. Sin embargo, la madre de la pequeña Gilberte es el ejemplo del camino que nunca hay que seguir en ese oficio. Enamorada, desdeñó a un rico industrial por un humilde profesor que acabó por abandonarla, para terminar como actriz en la Ópera Cómica.

A pesar de todo, Gigi es una joven “poco adelantada para su edad”. Es decir, conserva una inocencia que parece preservarla al margen de esas relaciones mercantilistas con el sexo opuesto. Acata con docilidad no exenta de indiferencia la esmerada educación que su abuela y su tía se esfuerzan en darle; sin embargo, como se verá al final, la muchacha tiene sus propias ideas sobre la vida que sus mayores sueñan para ella.

La obra de Colette muestra en general una preocupación por la manera en que la mujer (y cada mujer) afronta su posición en la vida, en la sociedad, en las relaciones. Su prosa ligera, rápida, descriptiva a la vez que poética, logra ser el reflejo de la mujer contemporánea, moderna, aunque no necesariamente de la mujer que rompe con la norma establecida.

Así, en “Gigi”, Colette realiza un retrato de las mujeres de vida galante sin entrar en esos juicios de valor a veces tan masculinos, antes bien, las presenta como mujeres competentes y sabedoras de los entresijos de su negocio. Sin embargo, mediante el final de la obra, la autora sanciona la pureza y la entrega como virtudes femeninas por las que un hombre sí aceptará pagar el precio máximo para conseguir a una mujer: el matrimonio. Y de esa manera, se convierte en vocera de lo establecido: la abuela, la madre, la tía de Gigi no son malas mujeres, pero lo ideal es conservar siempre un tesoro de pureza que poder entregar al hombre amado, como sabe hacer la propia Gigi.

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