Dublineses – James Joyce

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Dublineses - James JoyceJames Joyce escribió «Dublineses» entre 1912 y 1914. Desde entonces, esta recopilación de relatos se ha considerado una de las más eximias alabanzas a la ciudad de Dublín, en particular, y a la idiosincrasia de los irlandeses, en general.

Lo cierto es que, pasado el tiempo, casi todas las piezas de «Dublineses» han quedado en meras composiciones costumbristas de una ciudad empobrecida y orgullosa; obras carentes de pulsión emocional, que se limitan a aprovechar el lenguaje (del que Joyce, eso sí, hacía muy buen uso), la encubierta inmoralidad (que a comienzos del siglo XX podía dotarlas de alguna peculiaridad, pero que años después queda en simple curiosidad) y la personalidad del pueblo celta (el único rasgo que dota de vida estas narraciones). La supuesta maestría de Joyce a la hora de describir esa cotidianeidad irlandesa no asoma por ninguna parte; apenas un par de cuentos se elevan por encima del resto, que forman un conjunto tedioso y ahogado por su falta de universalidad.

Comenzando por el final, hay que hacer justicia a un relato tan magistral como es ‘Los muertos’: la fatalidad de los lazos familiares, la tensión de las pasiones contenidas, la inevitable distancia entre clases o la renuncia a la felicidad son temas que aparecen a lo largo de las escasas cuarenta páginas de una pieza que por sí sola se basta para que el lector se haya de quitar el sombrero. Es difícil condensar en la breve extensión de un cuento tamaña variedad de sugerencias, de impresiones y de retratos; la mordacidad, la procacidad que exhibe Joyce son contenidas, pero sugerentes pese a su sutilidad. El personaje de Gabriel Conroy sirve como una patética representación de la duda, de la cobardía (en muchos sentidos) y, en último extremo, del carácter altivo de los irlandeses que renegaban de su tradición en favor de las costumbres inglesas. Su amor por su mujer es tan inocente como patético, ya que su personalidad, fraguada en el artificio y la pose, no le permite darse cuenta del vacío que le rodea: la felicidad que parece perseguir en el relato es inalcanzable, ya que su existencia está asentada sobre la mentira y el autoengaño.

No obstante, más allá de ‘Los muertos’ no hay mucho más en «Dublineses» que merezca tanta atención. Quizás vale la pena citar ‘Duplicados’, una pieza que muestra la pobreza —tanto de espíritu como social— de una Irlanda anclada en la tradición, asfixiada por la renuncia a una idiosincrasia tan particular como destructiva: la pereza, la bebida y la insumisión forjaban el carácter de una nación irreductible, pero enfermizamente frágil. La fuerza de la visión del autor tropieza con el carácter extremadamente romántico de su escritura, que roza (cuando no cae sin más) el sentimentalismo más facilón.

‘Una nubecilla’ muestra el tópico del irlandés emigrado que, habiendo mejorado su situación, observa la triste miseria de su tierra natal. Su contrapunto, ese Chandler con ínfulas de grandeza, pero apocado y servil, no es más que el retrato —similar al Gabriel Conroy de ‘Los muertos’— del habitante vencido por su incapacidad telúrica para superar sus complejos y mirar más allá.

En realidad, esa falta de habilidad para afrontar los desafíos cotidianos, esa inmovilidad moral, está presente en todas las piezas de «Dublineses», excepto en los primeros, que inciden en la universal impresión del desencanto infantil ante los primeros contactos con el mundo adulto (‘Un encuentro’ o ‘Arabia’). Así ocurre con Mrs. Mooney en ‘La casa de huéspedes’: una madre que teje el destino de su hija con firmeza, pero sin tener en cuenta otros deseos que no sean los suyos. O también con Mr. Duffy, el empecinado protagonista de ‘Un triste caso’. Y quizá el mejor ejemplo de esa peculiar idiosincrasia irlandesa se vea en ‘Efemérides en el comité’, donde la política, la incuria y el amor por la palabra se ven plasmadas en cada página.

Como digo, el problema de leer «Dublineses» en este tiempo y en otro lugar que no sea Irlanda es que cae en la total exaltación de lo que denominaríamos «color local»: la representación fiel de una manera de ser, unas tradiciones y unas formas de expresión que, alejadas de su contexto geográfico y cultural, pierden buena parte de su fuerza literaria. Joyce reflejó con acierto y con pasión la existencia cotidiana de sus compatriotas, pero sus relatos llegan a nosotros, mucho después, desprovistos de vida, ya que renunció a la universalidad para fijar —con mayor fidelidad— el retrato de esas personas. «Dublineses» puede leerse con fruición por su costumbrismo, pero por el mismo motivo pierde la posibilidad de empatizar con un lector que no esté al tanto de cada uno de los detalles que se menciona. James Joyce apostó por una narrativa enraizada en su tierra y en su gente, pero olvidó que la literatura llega (es más, debe llegar) a todos los corazones. Y erró.

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25 COMENTARIOS

  1. Leyendo tu reseña da la impresión de que no has entendido lo que has leído. Por poner un ejemplo, si no pudiste ver en «un encuentro» el impacto de los niños ante un hombre muy probablemente masturbándose y uno de ellos temiendo que éste le coja de las rodillas…es que has pasado por encima. Tal vez debas leerlo nuevamente y a consciencia. Saludos

  2. Justamente Joyce no quería mostrar agilidad, quería mostrar la parálisis. Coincido con Palimp, en que Joyce no erró el tiro, al contrario, fue más que certero.

  3. «…una de las maS exímias alabanzas a Dublín…» jajaja, si Joyce alguna vez declaró:» Lo que quise mostrar con dubliners, fue un total sentido de la inmovilidad», entonces logró su cometido, los personajes no «empatizan», pues claro que no los personajes no son heroes o modelos aseguir… Dice este crítico, que hay un problema con leerlos en este tiempo y en un espacio que no sea Irlanda…como si el catolicismo recalcitrante hubiera desaparecido: los antiabortistas, los doblemorales, los hípócritas católicos, ramplones, mochos, siguen mas vivos que nunca, no sólo en Irlanda hay gente tan rancia en México, Estados Unidos o España también, por lo que el «costumbrismo» que refiere nuestro reseñista es muy relativo….

  4. Me parece que la reseña esta muy limitada y solo hace un análisis superficial de la obra.

    La obra de Dublineses nos habla de un particular espacio-tiempo de la sociedad Irlandesa mostrándonos la vida cotidiana de los habitantes en la ciudad, eso ya es algo grande.

    Tú mencionas que las historias pierden fuerza si no conocemos la ciudad, pero aun los Irlandeses de hoy les cuesta imaginar a la Irlanda de Joice, ya que a sufrido una gran transformación en su espacio urbano y vida cotidiana.

  5. Más que por su localismo, por el tufillo sensiblero que emana de sus personajes y sus no-historias, a mi también me parece malo este libro. Más si se lo compara con sus obras maestras (tengo un buen recuerdo de «Ulises» y mejor aún de «Retrato del artista adolescente»).
    Que nadie se lo tome a pecho, esto es solo una opinión.

  6. No estoy de acuerdo con la reseña. Dublineses es un libro fundamental para comprender la literatura del siglo pasado. Se demoró 9 años en ser publicado porque a Joyce lo catalogaron de cinico ya que en Dublineses cuenta realidades pero en ningún momento plantea una solución o las critica, siendo siempre su narrador imparcial. Antes de él la literatura era distinta, plagada de romanticismo, voces del narrador comprometidas y una profunda crítica. El fin es el mismo. Nos muestra realidades descarnadas y producen sus historias el mismo efecto. Por ejemplo, él era socialista, pero en ningún momento refleja su ideología política. Sus cuentos generan epifanías, de ahí que son cuentos epifánicos y magistrales.

  7. Creo que Dublineses paso por completo la prueba de fuego, la del tiempo. Da igual que la obra se desarrolle en Dublin o en China o en Perú. La intensidad de las historias relatadas en el más común de los universos como es la vida misma sin adornos sin nada, es lo que hace de Joyce un escritor completamente adelantado a su época, desprendido de las «grandes» historias del Reino Unido, para escribir las pequeñas historias. Y no hay mejor herramienta literaria que el cuento para dar vida a estas historias. Les invito a releer «An Encounter» Dublin es lo de menos, pero lo que esos dos niños viven es universal, y es una historia digna de ser inmortalizada.

  8. Pues mira, una cosa cierta existe en tu pequeño ataque, y es que Joyce si es un escritor localista, solo hace falta leer el ULISES y se darán cuenta, pero, lo que no me parece de tu crítica es la xenofobia que esta en ella, ataque a los irlandeses, a su modo de vida, a sus problemas( que en todo caso son los mismos que los de cualquier ser humano), y eso hace tu relato flojo, pierde cualquier posible credibilidad. Ahora bien, si este libro es muy «irlandés» o mejor dicho regional, nacional, patriótico del país origen, pero te invito a que le des la segunda leída y veras que los problemas que parecen muy propios de un irlandés son los mismos que le ocurren o pueden ocurrirle a un chino o a un sudafricano, y ademas lo que parece estar pasado de moda de este libro son las actitudes y las ropas, no los problemas.

  9. Estoy en general de acuerdo con la reseña del Sr. Molina. No creo que esta obra haya superado la prueba de fuego: el tiempo. Probablemente, si el escritor se hubiera ahorrado las largas, insufribles y absolutamente prescindibles descripciones físicas de los personajes, la obra resultaría mucho más ágil. Hoy en día, Dublineses se quedaría en el cajón de Joyce: nadie se la publicaría.

  10. En realidad esta obra es bastante localista, aunque considero digno de admirar la facilidad y profundidad con que Joyce relata sobre los lugares, aunque desconocidos para la mayoria de los no-europeos, pero que nos hace deambular por los sitios, invitandonos a programar para en un futuro, cercano o lejano, poder recorrer esos sitios.
    Obviamente que resulta aburrido para los que no conocemos los sitios, sin embargo, recalco, es importante su aporte a la literatura.

  11. ¿Acaso no hablan de nada universal unos relatos que tratan sobre personas atrapadas en su propia vida? «Dublineses» es una obra muy complicada, pero el hecho de no entenderla no la convierte en mala. Me parece que este post está escrito sin mucho conocimiento de causa.

    Saludos cordiales.

  12. «James Joyce apostó por una narrativa enraizada en su tierra y en su gente, pero olvidó que la literatura llega (es más, debe llegar) a todos los corazones. Y erró.»

    No tenés idea de lo que estás diciendo.

  13. yo estoy de acuerdo, quiza ni a james le interesaba ser universal.
    yo lo estoy leyendo en ingles (otra pequena barrera) y veo esa debilidad que le da el costumbrismo porque el libro si esta ligado fuertemente a su epoca y tiempo, a su status quo, y aunque el libro se hace enteder y yo he podido relacionarme con tal o cal personaje paralizado, se que sera improbo succionarle su significado desde la medula. los cuentos estan no solamente relacionados con dublin como idiosincracia general, pero el utiliza mucha referencia familiar, lo que lo hace algo de personal.

    en efemeridade me pareciera ver toda la discusion politica que se hacia Joyce consigo mismo, el espirito de parnell y la tragedia de su desaparicion en el espiritu de dublin.

  14. He leído esta obra son cuentos breves de la vida cotidianeidad de los dublinenses lo he leído en una traducción de Luis Alberto Sanchéz que también tradujo a Rilke.Que el estilo de «Dublinenses » este dentro del estilo del siglo 19 no lo desmerece.El «Ulises» que revoluciono el manejo de la novela me gusta mucho menos que «En busca del Tiempo Perdido». Tal vez su falta de maestría que usted remarca es que Joyce no pudiera inventar nada mas allá de de la realidad.Cosa que si se acuerda usted señor Molina si lo pudo hacer su compatriota Oscar Wilde en su idioma.

    jorge López Zegarra

  15. Me sumo a los que están en desacuerdo. Dublineses no será una de las cumbres de la literatura universal, pero definitivamente tiene mucho que ofrecer al lector que busque pacientemente. Es más yo lo recomendaría como una buena puerta para la obra de Joyce.

    Me quedo con «una caso muy triste» un cuento lleno de dolor que solamente se sugiere con la maestría linguística de J.

    Saludos,

  16. Creo que exageras un poco con respecto a «Dubliners». Es cierto que algunos cuentos son demasiado locales y costumbristas, pero otros como Araby, Un caso muy triste, «Un encuentro»(aquí toca el tema de la pederastia, si mal no recuerdo) y «Los muertos» son verdaderas joyas del género corto.
    Yo lo leí en inglés, y nada tiene que ver con leerlo en español, por muy buenas que sean las traducciones. Es una colección de relatos muy desigual porque fueron escritos, en realidad, en un período de doce años.
    Dices que Joyce olvidó llegar a los corazones de la gente. Sin embargo, el cuento «A painful case»(Un caso muy triste) desmiente tal afirmación. Y también «Araby». Por no mencionar a «The dead», una de las piezas cumbres de toda la literatura universal.
    En fin, no todo brilla en este libro, pero sí que vale la pena leerlo.
    Saludos.

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