Museo de la soledad – Carlos Castán

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Museo de la soledad - Carlos CastánLlevaba un tiempo queriendo conseguir algún libro de Carlos Castán desde que leí sobre su obra en algún blog cuyo nombre, por desgracia, no recuerdo. Cuando hace poco me enteré de que su segundo libro de relatos, «Museo de la soledad», había sido reeditado, lo consideré una oportunidad; la entrevista que Miguel Ángel Muñoz le hizo en su blog me reafirmó en la idea. Y debería haber aprendido ya, después de años y años de lecturas, que hay que tener las esperanzas bien amarradas, porque no suelen dar muchas satisfacciones cuando de lo que se trata es de los primeros acercamientos a autores desconocidos; uno, al fin y al cabo, se arriesga muy a menudo, pero casi siempre sale perdiendo.

Con Castán ese fracaso ha sido doloroso por partida doble: primero, porque (ingenuamente) me había creado expectativas que no han sido satisfechas; segundo, porque es un escritor muy bueno, con un dominio del arte narrativo exquisito, con dotes evidentes para eso de la literatura. Es evidente que el segundo motivo hace que el primero duela mucho más, porque «Museo de la soledad» tiene algunos cuentos buenos, incluso muy buenos, pero la mayoría se pierde por una querencia incomprensible por parte de Castán al sentimentalismo más ramplón.

Abrir el libro y encontrarse con ‘Viaje de regreso’ y ‘Casi marino’ casi consiguió que abandonase la lectura nada más comenzar. Ambas historias parecen salidas de la pluma de cualquier jovenzuelo aspirante a escritor, loco de bohemia y arte y embriagado con el sonido de sus propios adjetivos. El encuentro del viajero del primer cuento con su pasado en forma de mujer es inocente, obvio y cargado de tópicos (el estudiante tímido e inconformista, la chica guapa y comprometida, el novio macarra y guaperas…), con un final sorpresa que apenas enmienda el desaguisado de afrontar la lectura de un folletín radiofónico pasado de moda. ‘Casi marino’ nos presenta una historia de amor atiborrada, de nuevo, de lugares comunes (la mujer solitaria, el hombre misterioso), con un desarrollo que hubiera podido ser interesante si no fuera porque la voz del protagonista, justo la que se debe descifrar —llenando el hueco que la narración de la mujer deja—, aparece de repente quitando cualquier aliciente a la historia y arrebatando al lector su posición privilegiada: la de intérprete. Un error pueril como pocos y que, como decía, casi me quitó las ganas de seguir adelante, si no fuera porque el estilo de Castán me pareció muy sugerente: al contrario que sus tramas, es seductor, vibrante, con metáforas originales y un lenguaje arriesgado y lleno de imágenes brillantes.

Una pena que la obsesión temática del libro lo eche a perder, al recurrir de forma insistente a la sentimentalidad inocente que termina por cauterizar cualquier atisbo de empatía que pueda sentir el lector. Apenas un par de relatos se salvan de esa tendencia: ‘El aroma de lo oscuro’, por lo inusual de su contenido dentro del orden general del libro (un relato con cierta atmósfera de horror); ‘Cenizas en los labios’, que acomete con brillantez una meditación sobre la soledad del creador, con reminiscencias Pessoanas; y el que para uno es el mejor cuento de todo el volumen, ‘De la suerte y de las cosas’, que cayendo también en ciertos defectos ya mencionados (una sensiblería edulcorada y peligrosa), trata con una serena honradez los amores de juventud, los ideales perdidos y la primera asunción de esa derrota continua que nos empeñamos en llamar «vida». Si bien Castán lo escribe desde una perspectiva casi sesentayochista, los argumentos y los personajes son muy creíbles, y sí que consiguen esa comunión —indispensable— con el lector.

El resto de las piezas del libro se enfangan en la plasmación de amores rotos y sentimientos traicionados, con un estilo que roza, en ocasiones, la novela rosa más acaramelada. Algunas, como ‘Con sangre entra’, se separan de la línea temática y tienen cierta hondura, debido, como dije, a la calidad del escritor; otras, como ‘Silencio tan de Silvia’, eluden la sensiblería y crean retratos más o menos verosímiles de las relaciones humanas (el primer amor, en este caso).

Muchas veces termina uno las reseñas tratando de «salvar» el libro, de remarcar las partes valiosas y soslayar las fallidas; no creo que todas las obras tengan algo que ofrecer, pero sí valoro el esfuerzo de los autores y no suelo ser severo. Con Castán no voy a hacer el esfuerzo de ensalzar lo bueno frente a lo malo: puedo decir de corazón que me ha parecido una tomadura de pelo el que se quiera hacerlo pasar (y se consiga, con la anuencia de críticos y editores) por un escritor serio que habla sobre un «universo avasallador y a menudo insoportable [que] nos deja temblando, al límite del precipicio, doloridos» (palabra de Antón Castro, en ABC) y que firma «relatos [que] son verdaderas medicinas para el alma» (Francisco Giménez García en Turia). Como casi toda la literatura española de los últimos veinte o treinta años, Carlos Castán se recrea en la sentimentalidad más fácil y melosa, disfrazando la vacuidad absoluta de su propuesta con unos ropajes estilísticos brillantes (al César lo que es del César) y una apuesta temática repetitiva, burda y ramplona.

Y da igual que en lugar de las consabidas novelas sobre corazones helados o blancos se concentre en el tan querido por muchos género del relato breve, que tampoco ha conseguido llegar (en este país) a ningún tipo de meta superior o más encomiable, porque el resultado es el mismo. Quizá vaya siendo hora de que los autores dejen de mirar hacia dentro (por no decir «hacia su ombligo») y se dediquen a percibir lo que ocurre a su alrededor; las miserias humanas no se dan sólo en el corazón de las personas: desgraciadamente, ocurren todos los días en este mundo, y alguien debería comenzar a narrarlas. Algo, por cierto, que se puede hacer con estilo, con honradez y mediante relatos, como se verá el próximo viernes.

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52 COMENTARIOS

  1. Me ha gustado de Carlos Castán su lenguaje poético, repleto de metáforas increíbles. Sólo he leído «Museo de la soledad» y pienso comprarme el resto de sus obras.

  2. He leído el libro y he repetido la lectura de algunos cuentos, lo que ya dice bastante de mi opinión. De hecho, me han prestado el libro y lo compraré mañana en alguna caseta del día del Libro.

    Algo coincido con el Sr. Molina en sus críticas (que los temas elegidos por el autor están muy tocados anteriormente), pero en la balanza lo positivo llena todo su platillo y vence al poco peso de los defectos. Carlos Castán, a quien conocí personalmente en una tertulia literaria, desprende en sus cuentos todo lo que transmite en sus gestos, en sus movimientos, en sus miradas, incluso en su forma de hablar: un tumultuoso mundo interior al que da escape a través de la literatura con grandes cualidades de estilo, excelentemente dotado para la metáfora cuidada y para lograr (en algunos casos) finales sorprendentes.

    Gracias a esa calidad, he podido soportar los punzazos que sus seres derrotados emiten en cada párrafo, alaridos de soledad, como el propio título anticipa. No es una literatura fácil, pero creo que es de altos vuelos, y que los halagos de los críticos no están nada viciados (si bien algunos son exagerados).

    Espero que el Sr. Molina acepte también la crítica negativa que le voy a hacer. Según me transmite con la redacción de su reseña, interpreto que ha derivado en un derroche de envidia. Pierde la credibilidad usando términos y expresiones tan extremos que parecen más adecuados para un mitin político que para una reseña literaria.

    Espero que, más de un año después, estos tonos ya se hayan suavizado.

  3. Sr. Molina:

    En vista de que alguna gente insiste en ensuciar esta web con sus peleas privadas, desearía sugerirle que bloquee la sección de comentarios de esta entrada.

  4. Aunque ahora que lo pienso, Jesús, se me antoja que hay algo raro en todo esto: lees un libro de un autor, lo consideras plomizo, y a continuación te apresuras a leer su siguiente obra… ¿Es esto normal? Por si fuera poco, te tragas el programa de televisión dedicado a ese mismo autor, ¿No se parece esto a una obsesión enfermiza?

    Ya le he dicho que no conozco al escritor (cosa que le extraña porque quizá éste es un mundo de amiguetes que se destrozan o se apoyan incondicionalmente atendiendo sólo a simpatías personales, no lo sé, de cualquier forma no es mi caso), para mí es sólo un excelente autor, profundo, complejo y de bellísima prosa, al que le debo unas cuantas horas de placer intelectual, nada más (y nada menos). El que parece tener una obsesión persecutoria hacia el escritor eres tú. Nada normal. Todo muy extraño.

  5. Creo que «amenazó» con escribirla, no con obligártela a leer a ti, que puedes seguir tranquilamente con tus zafones, tus revertes o lo que sea que te guste; cualquier cosa tirando a sencillita, intuyo yo.

  6. Gracias a Grogui por su aclaración, y que me perdone el bailador pues realmente es difícil distinguir a un psicópata de un delincuente, porque si en la siguiente escena del relato el protagonista no está en la cárcel y sí en el hospital, es licencia poética de Castán, al que pensé que el sr. Grogui sin duda conocería dado el panegírico exagerado que le dedicó. Hala, sr. Grogui, a conseguir dormir mucho más y mejor y a los demás insto a que se animen, pues sin duda conseguiremos para este autor el record Guiness de los comentarios, ya por encima de Dostoievsky y todo. Un poco más, y ganamos a Proust. Da miedo pensar que en página 2 nos amenaza con una novela, pánico y terror.

  7. Mal puedo decir en el mensaje de arriba que el autor es «buena persona» cuando no lo conozco. Definitivamente, puede que salves muchas ballenas y muchas mujeres, pero leer no es lo tuyo.

  8. Es desesperante esto. A ver: el «Farruquito» del relato es todo lo contrario a Farruquito real. Éste atropella sin querer, aquél queriendo; éste huye, aquél no… y por supuesto el personaje no está enamorado, como tú dices. Yo es que no sé cómo leéis las cosas, en serio, no lo entiendo. Mal puedo decir en el mensaje de arriba

  9. En respuesta a Grogui, quiero decirle que a mí como lector me trae sin cuidado que este autor, llorón y plomizo, sea una buena persona. Pero ha hecho trampa: para demostrarme que es un ser «solidario» y «comprometido», me blande sólo 2 cuentos discutibles del escaso medio centenar de relatos que tiene escritos en una década. ¿Y qué me dice del Farruquito enamorado o del niño del castillo que encontramos en su último libro?, ¿cómo me los defiende?, ¿me va a decir que es porque está «concienciado» con el maltrato a las mujeres?

  10. Ayer el programa de libros de TVE, Página 2, estuvo dedicado a Carlos Castán. Se puede ver el video en la web del programa. Todavía no he leído el nuevo libro pero me gustaron mucho los anteriores, creo que es un escritor estupendo, capaz de sorprender y conmover con sus historias y dotado de un manejo del lenguaje fuera de lo común. Espero que tenga mucha suerte con «Solo de lo perdido» y también me gustaría saber la opinión del Sr. Molina.

  11. A mí «Sólo de lo perdido» me ha parecido un libro sensacional. De principio a fin. Francamente, no encuentro lugares (como sí los veo a menudo en esta página, a veces adolescentes, de una madurez y un candor enternecedores). Ni tampoco entiendo qué quiere decirse con lo del nulo interés social de sus relatos. Está claro que no es un autor políticamente correcto ni trata temas «de moda» (aunque en «Con sangre entra» el argumento gira en torno a los ataques de nazis y el texto «Hasta siempre», de «Sólo de lo perdido» no puede ser más político), más bien su interés se centra en indagar sobre la condición humana. Pero la sociedad está hecha de seres humanos, precisamente, y él abunda en los problemas de una época, los conflictos entre la responsabilidad y el deseo, la culpa, la impotencia. Creo que lo que no se le perdona fácilmente a este autor es su talento. Escribe tan bien como nadie lo hace desde años en este país de resentidos y novelitas ligeras y posmodernas, y su talento narrativo es sólo comparable a su inteligencia y a su humanidad, a su comprensión del dolor humano, a su empatía con los derrotados de todo pelaje.

  12. Leído «Sólo de lo perdido», un poco más de lo mismo. De acuerdo con la acertada crítica al Museo en solodelibros, en lo «perdido» nos encontramos de nuevo con la espléndida arquitectura formal que despliega Castán sobre los débiles cimientos de unos argumentos un tanto imposibles, con tópicos culturales y lugares comunes bastante algodonosos y discursos justificativos de seres inmaduros y autocompasivos, que nos resultan por ello no creíbles, inauténticos.
    Faltan diálogos, por ejemplo, y otros recursos que los meramente narrativos y descriptivos, así como es nulo su interés social.

  13. Carlos Castán goza de un gran apoyo incondicional de muchos lectores que esperaban con ansia su nuevo libro. Eso es indiscutible e independiente de la opinión de cualquier crítico.
    El valor de la obra hablará por sí solo.
    «Sólo de lo perdido» me ha encantado y le deseo lo mekor

  14. Apreciados equipo de Solo de Libros,

    quizás tengan razón. Ustedes no pueden controlar quién dice qué. No era esa mi intención cuando dejé mi comentario, pues eso se llama censura.

    Simplemente me parecía despreciable que alguien se pase por aquí y comience a darnos voz a quien no la damos.

    Triquiñuelas como esas me parecen lamentables.

    Y sí, estoy de acuerdo, el responsable debería, por honestidad, dar la cara.

    Pero, en fin, todo esto suena a pataleta de colegio, que yo, por mi parte, doy por terminada.

    Yo también les enlazo a mi blog. Opiniones que no comparto siempre son bienvenidas.

    Un abrazo y saludos.

  15. Apreciado David González,

    aunque consideramos que sobra dar una respuesta le aseveramos que, en efecto, en solodelibros nos limitamos a publicar los comentarios que los usuarios tienen a bien dejar. Como usted comprenderá, no nos dedicamos a comprobar quiénes son los firmantes de los mismos, ni a ir preguntando uno por uno si el comentario que ha dejado en la página es suyo o alguien ha usado su nombre sin su conocimiento. Creemos que, puesto que como asegura alguien le ha suplantado, investigar quién es el suplantador le corresponde a usted. Nosotros no podemos hacer más que esperar que el responsable lea su comentario y se decida a dar la cara.
    Esperamos que tenga suerte.

  16. Los leo desde el otro lado del charco. Sin haber leído el libro cuya crítica ha suscitado el incidente, me parece muy lamentable y hasta vergonzoso que una editora caiga en una polémica con un crítico adverso a una de sus publicaciones. Terrible desde todo punto de vista.

    Saludos.

  17. Acabo de leer la crítica y todos los comentarios… Como en algunos momentos parecía que se acababa el mundo o que algunos ponían en cuestión la validez y continuidad de Solodelibros, lo mejor que se me ocurre hacer es incluirla en mis enlaces, para que no se me olvide venir más a menudo y otros puedan llegar a ella a través de mi página.
    Me parece ejemplar lo que hacen la sra. Castro y el sr. Molina, aunque muchas veces no esté de acuerdo con lo que dicen (faltaría más). Para ser sincero, lo que realmente me fastidia de este blog es que la mayoría de los libros reseñados no los he leído (y en general prefiero leer las críticas después de haber leído los libros, para ver en qué difieren de mi opinión y si me ilustran sobre algo que yo no haya visto; y no antes, que aunque no quieras condicionan tu lectura), pero esto es culpa mía, que no doy abasto.
    Siempre es un placer venir a este blog a leer sobre libros e ir pulsando los enlaces que nos llevan a otros y a otros y a otros… No creo que sea fácil llevar ese ritmo de lectura y crítica, así que mis felicitaciones.

    Sobre este libro de Castán no puedo opinar porque no he leído, pero no entiendo la virulencia con que se ha respondido a la crítica del sr. Molina. Él tiene su concepción de lo que debe ser la literatura y opina desde esa posición, naturalmente. Mejor saber por dónde van los tiros, ¿no?
    Intuyo que la saña con que algunos han respondido es -prefiero obviar lo de la aparente Secta del Relato Corto- porque se han sentido dolidos en lo más íntimo y se han visto directamente representados en frases como «jovenzuelo aspirante a escritor», «sentimentalidad más fácil y melosa», «la novela rosa más acaramelada»… Claro, eso molesta a cualquiera. SI yo me sintiese identificado con eso también me fastidiaría. Si yo fuese Castán estaría molesto, obviamente. Pero los demás, ¿por qué?

    Por otro lado, me alegra que los editores de Tropo hayan sabido rectificar. En internet son muchos los blogs que prestan atención a editoriales minoritarias, dando a conocer sus libros a mucha gente, que en los suplementos literarios y revistas jamás los encontraría. Lo que no se puede pretender es que todo sean críticas positivas y publicidad gratuita. Sería ridículo.

    Al sr. Molina sí le pondría una pega importante. Es usted demasiado serio, le falta sentido del humor, yo creo que de literatura hay que hablar con más distensión (lo que no implica falta de rigor ni de honestidad, etc). Así después pasa lo que pasa. Todos tensos.

    Lo dicho. Quedan enlazados desde ya.

  18. Mi nombre es David González, de Aviondepapel.com y del blog El Hueco del Viernes. Veo con cierta preocupación y enfado que en este blog de Solo de Libros hay comentarios con mi nombre y con un enlace a mi blog. Sólo quisiera decir que nunca había entrado en esta web y que dichos comentarios no los he hecho yo. Que dé la cara el impostor. ¿O es que Solo de Libros responde en boca de los demás sin cotejar si las opiniones son de quien vienen que son?

    Cito: «La diferencia está en que Castán tiene amigos y fans de su literatura. Hay que ver cuánto escritorzuelo opina con el buche de palomo sin tener nada que decir….»

    ¿He escrito yo este comentario? Pues no. ¿Quién me lo atribuye? Solamente Solo de Libros lo sabrá. Espero una rectificación. Muchas gracias.

  19. La verdad es que es agradable que el fin de esta «guerra» (en la que comencé participando y luego me retiré al ver sus efectos) sea por parte de los principales contendientes.
    Apuntar una cosa en ese aspecto. Cuando Solodelibros habla del esfuerzo del lector, de la frustración que siente al leer un libro que no le agrada, creo que desea interponer un elemento entre la obra y el lector totalmente artificial: el crítico.
    Me explico, como lector, todos los que hemos participado en esta página somos lectores, cuando un libro no nos gusta simplemente lo dejamos y en las tertulias, con los amigos, en nuestro círculo, lo denostamos y ya está. No hay peor publicidad que esa. Ese libro está condenado a morir. Esa es la verdadera crítica.
    En solodelibros parece que los lectores necesitemos alguien que nos indique que libros son buenos o malos, como los lectores nos tuvieramos que guiar por esas críticas. En este caso, tal vez lo doliente, como dice mario de los santos, y como defensor que soy del libro de Carlos, sea que el Sr Molina no empleo terminos de me gusta o no me gusta respecto al libro, sino de «bueno» y «malo», y en eso, un reseñista que se dice honesto (y de lo cual no dudo después de como han sabido solucionar esta desagradable situación) es muy peligroso porque es caer en el mismo endiosamiento de los críticos de todos los periódicos que hunden o ensalzan autores a su voluntad, y que el mismo denosta en la crítica.
    Por otro lado, no conozco la edición de Tropo, pero por lo que me he enterado, está muy cuidada. Entiendo, como autónomo que soy, que la edición ha debido costar mucho dinero. Esto hace que la situación de una y otra entidad no sea la misma, partiendo con mucha desventaja la editorial. Ya que a Solodelibros no le cuesta ningún dinero su vehemencia y puede hacer que, en cambio, Tropo pierda mucha de su inversión, siendo como es, en muchas opiniones, un libro salvable.
    Por ese motivo, recomiendo que las críticas siempre sean del tipo «me gusta» o «no me gusta» ya que se puede hacer con la misma vehemencia de «es bueno» o «es malo», que nadie podemos asegurar sin endiosarnos. Sabiendo que, siempre, si se es honesto, se puede criticar el libro sin tener que hundir ni a los autores (dándoles la oportunidad de mejorar) ni a las editoriales.
    Gracias a Solodelibros y a Tropo por como han terminado esto. A partir de ahora prometo hacerme fan de ambos. Espero que de estas llamas aparezcan ansias de conocimiento que favorezcan debates constructivos sobre las obras. Todos los que hemos participados nos lo debemos y se lo debemos a Solodelibros y a Tropo.

    Un saludo

    Alberto Elorriaga

  20. Muchísimas gracias, Mario, por tus palabras. Agradecemos sinceramente que desde Tropo seáis conscientes de que las cosas han tomado un sesgo desafortunado y lo expreséis aquí.
    En efecto, cuando se realiza un trabajo que se entrega al público, hay que aceptar las críticas con mente abierta y aprender siempre de la experiencia. Al menos así lo creemos en solodelibros.
    Sobre si la reseña es injusta o si su autor se excedió, como dijo aquél, “mejor no meneallo”. Creemos que sobra defender una vez más que el ardor es el sello de la casa. Alguien apuntó en uno de los comentarios que no se puede indicar a los demás cómo vivir sus pasiones, por eso resulta excesivo que sí se nos pida a nosotros cierta moderación. Obedecer a esa premisa sería renunciar a la esencia de nuestra labor, a nuestra independencia de criterio y a todo lo que nos mueve al desarrollar esta página.
    En ese sentido nos gustaría hablar del esfuerzo que implica leer (obviemos el de recopilar las impresiones que la lectura ha suscitado y plasmarlas por escrito de manera que expresen con verdad nuestra sincera opinión). Hablas en tu comentario del esfuerzo del escritor y del editor, pero solodelibros es una página de lectores para lectores y consideramos que es el que lee quien termina la obra, quien cierra el círculo, y por tanto el esfuerzo del lector debe ser tenido en cuenta. ¿Y qué ocurre cuando ese esfuerzo no se ve recompensado?, ¿y cuando te enfrentas a una obra que ansías leer y página tras página ves que te decepciona? Porque en solodelibros siempre leemos lo que deseamos, aunque en ocasiones nos defraude y aunque haya quien crea que somos tan mezquinos que leemos sólo para hacer críticas negativas y desfogarnos.
    En solodelibros seguimos adelante en esa búsqueda de nuevos títulos y nuevos autores que mencionas. Cada lectura es una apuesta y no esperamos ganar siempre. Lo que sí esperamos es ser siempre sinceros y honestos en nuestras reseñas.
    No perdemos de vista tampoco que muchos de los comentarios no conciernen tanto a la reseña sobre el libro de Castán como a un gusto de ciertos autores por defender el cuento español contemporáneo a toda costa. Lamentablemente, en lugar de fomentar un debate que pudiera resultar enriquecedor, donde cada quien apuntase sus puntos de vista razonadamente, se pierde todo en un marasmo de descalificaciones que nada aportan.
    Dicho todo lo anterior sólo queda presentarte excusas, Mario, por habernos ido un tanto por los cerros de Úbeda en cuestiones que poco tienen que ver con tu comentario. Y agradecerte nuevamente de corazón tus palabras, deseándote todos los éxitos con “Museo de la soledad” y con Tropo Editores.

  21. Buenos días a todos. Soy Mario de los Santos, de Tropo Editores. En primer lugar me gustaría reflejar nuestro pesar por esta polémica que no beneficia a nadie. Ni a solodelibros, ni a Tropo Editores, ni, por supuesto, a Carlos Castan.
    La verdad es que deseamos pasar página de este incidente tanto por la reseña, que desde luego nos parece totalmente inapropiada, como por las reacciones que ha suscitado por nuestra parte y por la gente que valora nuestro trabajo.
    Entendemos que nos ha vencido la inexperiencia y el ímpetu, y que tal vez nuestra reacción ha sido excesiva. No creemos que la misión de una editorial deba ser el generar polémica respecto a sus críticas sino la de aceptarlas, a pesar de que puedan ser injustas. No queremos parecer unos niños que toman una rabieta porque les dicen que su juguete es feo. Es un incidente desagradable del que debemos aprender.
    Nuestro análisis tampoco es óbvice para que creamos que la reseña es
    terriblemente injusta y que el reseñante se excedió en su tratamiento del
    libro, sin ningún respeto hacia el esfuerzo del autor ni del editor.
    Lo que sí estamos seguros es que la vehemencia en las opiniones nunca es un defecto mientras se mantenga el respeto que todos nos debemos. Por ese motivo, pedimos perdón por las veces que hemos faltado y el daño que hayamos podido causar.
    En todo caso, esa vehemencia debe permitir siempre que las reseñas se hagan siendo fieles a la impresión que el libro causa en cada cual, pero sin menospreciar la ilusión y el trabajo que dicho libro lleva detrás. El libro no ha recibido siempre reseñas positivas,hay de todo, según los gustos como puede verse en diversos blogs, pero sólo en este se ha perdido el respeto. En esta linea remarco las opiniones vertidas por el reseñante, marcada en el comentario 4 de Alberto Elorriaga, y que invito a controlar en las reseñas futuras.
    En torno a un libro siempre hay muchas ilusiones y horas de trabajo. Rodean incluso al peor de los libros con la peor de las ediciones, y eso, independientemente de la calidad del mismo, siempre debe respetarse. No olvidemos que bastante mal está la lectura, como para desprestigiar nuevas aportaciones que tienen cosas que decir (tanto editoriales como reseñistas), y, peor aún, entrar en guerra entre nosotros.
    Son de desear estos debates, ya que son necesarios tanto para el conocimiento crítico de las obras como para el enriquecimiento del bagaje cultural; animamos pues a seguir con ellos pero sin «buenos» ni «malos», sino desde la búsqueda de nuevos títulos y autores que a unos gustarán y a otros no.
    Ya bastante mal anda el mundo como para que la literatura, en lugar de unir, cree conflictos.
    Muchas gracias por la reseña, muchas gracias a todos los que habéis participado en este debate. Deseamos lo mejor a Solodelibros y esperamos que a Tropo Editores se le conozca más por la calidad de sus ediciones y apuestas de sus textos, que por polémicas innecesarias.

    Un saludo a todos

    Mario de los Santos
    Tropo Editores

  22. «Todo tan secreto» Por Carlos Castán

    En todos los entierros hay un desconocido, alguien de aire grave en quien nadie se fija demasiado, que no es de la familia y permanece todo el tiempo con las manos atrás. Siempre me había preguntado por estos seres, de dónde salían, cuál sería su vida. En los viejos álbumes de fotos de la casa de Ágata los encontré a todos retratados, uno por uno, adheridos a aquellas páginas negras. Muchas veces iba a verla. Yo era joven, ella no. Y además estaba enferma, pero su pelo olía siempre a pétalos morados y la casa entera tenía el perfume de los libros salvados de un incendio. Todo ese verano fue mi oasis de sombra. Nos acostábamos en una alcoba oscura y luego ella preparaba café. Me gustaba ir allí, era todo tan secreto… Por las ventanas, a través de una maraña de ramas muertas, podía divisarse toda una posguerra detenida. Apenas hablaba, Ágata. Me enseñaba tesoros que escondía en los cajones de sus mil armarios: óleos diminutos, soldados de oro, azucareros chinos, pero sobre todo aquellas fotografías de desconocidos.

    Era todo tan secreto que cuando murió nadie pudo decirme nada, y una tarde en que fui a verla a principios del otoño me encontré en el patio de la casa con una mesita de faldas negras llena de condolencias y tarjetas de visita con una esquina doblada. Me esforcé en sentir dolor, pero la sorpresa y el deseo reventado como un globo pesaban de momento mucho más.

    Tras dudar un poco, decidí subir al velatorio. Quise ser el desconocido de turno en ese entierro, quizá porque estuve seguro de repente que, de ese modo, por un extraño mecanismo que nunca perseguí entender, mi imagen pasaría a formar parte de aquellos álbumes oscuros en la estantería de la sala, como una mariposa muerta. Y mi alma entonces, o algo parecido, se quedaría a descansar para siempre cerca de la alcoba, en aquella penumbra fresca con olor a agua de rosas.

    A veces notaba cómo alguno de los familiares de Ágata me miraba de reojo, pero nadie se decidió a hacerme preguntas, de manera que toda la tarde pude permanecer allí, como un centinela que guarda los restos de un general acribillado, con aire grave, los ojos llorosos, las manos atrás.

    * Carlos Castán es uno de los escritores de cuentos más sugestivos que han aparecido en España en estos últimos años. Ya su primer libro, Frío de vivir (Zócalo, Zaragoza, 1998; reeditado en Emecé), causó muy grata impresión. Después sólo ha publicado Museo de la soledad (Espasa Calpe, 2000; reeditado por Tropo Editores). Este microrrelato inédito forma parte del libro Sólo de lo perdido, que aparecerá en marzo en la editorial Destino.

  23. …»resulta que íbamos a ser felices. Recorreríamos el mundo hasta cansarnos en trenes imposibles de un océano a otro, caminaríamos de la mano por todas las calles de Sanghai y Buenos Aires, haríamos teatro, acuarelas, canciones, y nunca se apagaría esa luna que entonces nos iluminaba, nunca, ni la fuerza de un amor que notábamos eterno en cada latido, enredada como estaba la fiebre y la inocencia» (del Museo de la soledad de Carlos Castán).

    Con ficciones así, aunque terminen mal, cualquiera se plantea la realidad de exámenes y biblioteca. Por cada queja se me ocurre alguna ventaja, asi que he decidido no decidir absolutamente nada… demostrando, una vez más, las virtudes de callarse a tiempo. Bénditos personajes genéricos de la vida diaria; mientras la inmesa mayoría tratamos de convencer, convenciéndonos de paso, con absurdos méritos y protagonismos inciertos… disfrutais vosotros, casi en secreto, de la libertad que os aporta ese silencio… ese que nos da tanto miedo.

    Echo en falta la lluvia, sin ella y sin mar, el sol no tiene más valor que el resto de la rutina. Nunca llueve a gusto de todos… y menos aquí.

  24. A mí me parece que la gente está muy poco acostumbrada a las críticas, en general. Yo no comparto la opinión del Sr. Molina; me encantan los relatos de Carlos Castán y no creo que hablar de sentimientos, tan bien como él lo hace, sea, en ningún caso, sentimentalismo ni sensiblería, pero también creo en la libertad de cada cual para expresar en su propio blog su parecer, faltaría más. La unanimidad respecto a la obra artística debería darnos bastante miedo porque tendría más que ver con la fe y las creencias que con el arte que es, por su propia esencia, libre y diverso.
    Tengo a Carlos Castán por un hombre inteligente y sensible, a tenor de su escritura, y le supongo molesto e incómodo, más que por la crítica en sí, por las defensas enconadas y excesivas que contienen algunos de estos comentarios, escritos, lo más seguro, con la mejor de las intenciones.
    Señores, por favor, un poco más de cintura y sentido del humor.

  25. Muy agradecido, señor Eduardo Albás, por su sapientísima intervención. Lo de fundamentalista y ansioso me ha hecho mucha gracia, porque quien me conoce un poco (ni siquiera hace falta ser mi amigo para eso) sabe que esos calificativos no van conmigo.

    Mi comentario al que se refiere, sobre el libro de Impedimenta, no me parece inadecuado. Los que me parecen inadecuados son ciertos modos de hacer las cosas, sin ir de frente. Pero ese no es el tema, sino el libro de Castán. Creo.

    A unos nos da por mojarnos y apasionarnos por unas cosas, como el cuento, o la buena novela, o la poesía descarnada. Otros prefieren la tabla rasa. En fin, yo no voy a decirle cómo debe conducirse usted.

    Creo que hasta ahora he sido bastante educado en general.

    Y que a Castán todo esto se la trae al fresco, pues le tomo por inteligente.

  26. Hay unas cuantas fotografías que no puedo mirar. En la mayoría apenas me reconozco. Algunas están rotas o dobladas por las esquinas, otras parecen haber retenido mi imagen en un instante equivocado y me muestran con el fondo de otro siglo, otro país, otra historia. En general, identifico las camisas o las habitaciones, los paisajes y los rostros de quienes posaron a mi lado, con más facilidad que mi propia mirada, una mirada casi siempre alucinada, que da la sensación de querer, con todas sus fuerzas, salirse del papel, fisgar entre mis cosas y reconocerse en mis ojos.

    (Fragmento de Trozos de un álbum roto, Museo de la Soledad, de Carlos Castán. Tropo Editores, Zaragoza, 2007)

    ¿QUIÉN NO SE HACE DE LA SECTA DE CASTÁN DESPUÉS DE LEER COSAS ASÍ?

  27. Ignoro cuál será la intención de los ataques que algunos han vertido sobre este blog (uno de mis favoritos), pero hasta ahora lo único que están consiguiendo es hacerme pensar que ese tal Castán no tiene lectores, sino una secta. Y eso no le hace ningún favor, me temo.

  28. Le pido mil disculpas por la alusión a su amigo, Sr. Marquez, pero ¿ha leido usted el comentario del Sr. Bellver al que hago mención?

  29. Como «inadecuado» habrá de ser, señor Albás, aconsejar a los desconocidos (mi amigo Bellver) cómo deben afrontar sus pasiones y dirigirse por la vida.

  30. Ah, y al señor Bellver, cuya encomiable defensa del género en todos los blogs y foros de los que somos asiduos seguidores (aunque él no lo sepa) roza a menudo el fundamentalismo, le pido un poco menos de ansiedad, por el bien del cuento que tanto ama.

    PD:(absolutamente inadecuado, por decirlo suavemente, el último comentario dejado por usted en la última entrada de la Sra. Castro, ¿no le parece?)

  31. Si al final va a resultar que «intocables» los hay en todos lados, y no sólo al amparo de las «grandes» editoriales y el corporativismo, sea del signo que sea. A mí, personalmente, la crítica me ha resultado correcta, tanto desde el punto de vista formal como de fondo. Creo entender que el señor Molina, visceralmente (y como no puede ser de otra forma para el que vive la literatura desde dentro), reivindica una mirada que se aleje de una vez por todas de la herencia del romanticismo, que tanto bien, pero sobre todo tanto mal, nos ha hecho («…pero la mayoría se pierde por una querencia incomprensible por parte de Castán al sentimentalismo más ramplón…» «se enfangan en la plasmación de amores rotos y sentimientos traicionados, con un estilo que roza, en ocasiones, la novela rosa más acaramelada.»), para acercarse a una visión del mundo más libre de tópicos y lugares comunes con residencia habitual en el meloso amor romántico. Quizá necesitemos, como lo necesita también el cine hecho en España, mentes, más que corazones. Enhorabuena, Sr. Molina.

  32. «Un mal escritor puede ser un buen crítico, al igual que un pésimo vino puede convertirse en un excelente vinagre».

    Ustedes son un MAL vinagre.

  33. Tal vez, Sra. Castro, estaba redactando usted su comentario al tiempo que yo hacía lo propio con el mío. Pero por si caso, y a título personal, sólo quiero dejar claro lo ya palmario:

    – No soy acólito de Castán (ni de casi nadie), pero sí respeto al máximo su trabajo.

    – Cualquier argumento se desmorona si antes se ha dado muestra de un profundo desconocimiento de la realidad del relato en España.

    – Estoy seguro de no haber insultado a nadie en ningún momento.

    – El respeto y la vehemencia no son incompatibles.

    – Quien se permite la mordacidad y la soberbia al dar una opinión, ha de aceptar las consecuencias, también con deportividad.

    – Nadie, ninguno de nosotros, tenemos derecho a sentar cátedra, a no ser que seamos catedráticos del cuento, que no es el caso en algunos, y ni aun así lo tenemos.

    – Publicar el comentario de Carlos Aute es un gesto que les honra.

    Saludos deportivos.

  34. He publicado el anterior comentario a petición del señor Carlos Aute, quien lo ha hecho llegar directamente a mi dirección de correo personal (ignoro cómo la conoce), puesto que parece ser que había algún problema que impedía dejar comentarios por el método habitual. Lo publicamos porque en solodelibros es siempre bienvenido el intercambio de opiniones, aunque por desgracia en esta ocasión parece que los intervinientes sólo están dispuestos a verter insultos.
    En mi opinión (aunque sé que la opinión ajena es poco respetada cuando no coincide con la propia), los que han entrado a defender con tanto furor la obra del señor Castán tal vez desconocen la esencia de esta página: tras el Sr. Molina y la Sra. Castro, que por cierto no son pseudónimos, sólo se esconden dos lectores. No somos escritores, ni críticos de renombre, que utilizamos este espacio para verter esa rabia y envidia contenida que se nos achaca y que albergaríamos Dios sabe por qué en nuestros corazones.
    Por esta razón me parece del todo fuera de lugar el tono de las opiniones aquí vertidas, en las que los mejores argumentos para ensalzar la obra de Castán son insultar al reseñista. Como bien apuntaba el editor, señor Oscar Sipán, no hace falta armar tanto revuelo por una simple reseña, si bien eso pudo haberlo pensado antes de hacerme llegar tres correos escritos en el tono más irrespetuoso e insultante que he tenido la suerte de leer jamás.
    Tanto el Sr. Molina como yo misma nos sentimos muy orgullosos de nuestra labor en solodelibros. Precisamente porque es honesta y en nuestras reseñas expresamos con verdad nuestra opinión sobre nuestras lecturas, y quien conozca la trayectoria de la página puede juzgar. Tal vez lo hacemos de manera visceral o apasionada, pero quien quiera una crítica más moderada sepa desde ya que éste no es el lugar. Y lo que me sorprende es que algunos de los intervinientes se detienen precisamente en esa vehemencia, que es el sello personal de quienes reseñan, a pesar de estar de acuerdo con los argumentos que se esgrimen en la entrada. Es decir, juzgan la forma y no el fondo y nos les parece mal mostrarse igual de vehementes a la hora de escribir sus intervenciones.
    Sea como fuere, sería de agradecer que se rebatiera con argumentos, no con insultos, y que en general se aprendiera a aceptar las críticas negativas con un poco más de deportividad.

  35. Siento redundar en algo de lo ya comentado, pero, sencillamente, con esta perla:

    “el tan querido por muchos género del relato breve, que tampoco ha conseguido llegar (en este país) a ningún tipo de meta superior o más encomiable”

    con esa ligereza y, categóricamente (esto no admite subjetividad ni afinidad, es un hecho), con ese desconocimiento del tema (ya han nombrado a algunos, pero sí, Fraile, Merino, Zapata, Tizón, Monzó, G. Navarro, F.M., etcétera) creo que Solodelibros ha perdido parte de su crédito (del que tuviera).

    Allá las editoriales, si deciden enviar sus libros para que los reseñen a toda costa (luego pasa lo que pasa). Allá los lectores, si siguen el dictado del «corazón» de un «crítico» a pies juntillas. Hay que cuestionar de entrada a todo el mundo, cuestionarse permanentemente a uno mismo, sobre todo (cuestionarse, Bellver, la inutilidad de este mismo comentario), para mantener la honestidad y cierta distancia con el extremo más desafortunado de la subjetividad (inevitable siempre, pero indeseable cuando es casi el único argumento).

    Y quiero también darle un tirón de orejas a algunos, que siguen dándole pábulo a lo que luego denostan. Me incluyo, acaso.

    El talento y el trabajo lo son por sí mismos, y ese es el único baremo del verdadero éxito. La estética puede suscitar comuniones o rechazo, pero Castán y otros muchos cuentistas españoles (y me parece que el cuento en España está mucho más vivo y sano que la novela, perdónenme), gozan de ese éxito, porque quienes leemos relatos sin prejuicios, les reconocemos ambos. El otro «éxito» ya no depende de ese trabajo y talento, sino de la publicidad, la difusión y el afán desaforado por figurar. Por eso a día de hoy hay autores que aparecen hasta en la sopa.

    Bien, no digo nada nuevo, pero más o menos, esa regla de tres funciona para las bitácoras o páginas de reseñistas y «críticos».

    No nos merecemos quejarnos de lo que tenemos, porque tenemos lo que nos permitimos.

    Aun así, no puedo evitar ahora mismo cierta decepción general, con todos nosotros. Estamos repitiendo las pautas de muchas cosas que pertenecen más al mundo del capital y las miserias humanas, que a la literatura.

  36. He querido, sin éxito, dejar este comentario en el blog pero el sistema no me lo ha permitido, ingnoro por qué. Si son ustedes tan amables les agradecería lo agregasen:
    Francamente, parece que haya leído usted otro libro totalmente diferente. Si la reseña estuviese bien escrita y contuviera reflexiones sólidas quizá valdría la pena ponerse a discutir de esa obra. Pero así no. Hay mucha mala leche y muy pocas ideas, demasiada bilis y casi ningún argumento, algo de lo que el «firmante» parece ser consciente, ya que intuye que, caso de usar su verdadero nombre, éste perdería todo su crédito y reputación como crítico. No es creíble que alguien acostumbrado a escribir reseñas pueda ser un lector tan sumamente torpe, por lo que todo parece indicar que haya alguna cuestión personal con el autor o el editor que justifique este anónimo disparate. Diga lo que diga el «Sr. Molina», sea cual sea la dimensión de su envidia y su resentimiento, MUSEO DE LA SOLEDAD es uno de los grandes libros de relatos que se han escrito en este país.

  37. Saludos,

    Soy Oscar Sipán, de Tropo Editores. La verdad es que ayer me enfadé mucho al leer la crítica de Museo de la soledad, que no comparto en absoluto. Pero ahora, más sereno, me deja indiferente. Cuando anuncias el lanzamiento de un título, meses antes de editar el libro, y muchos lectores desconocidos te escriben ilusionados, por lo poco que se esforzó Espasa con Carlos y lo rápido que se descatalogó, porque es un autor muy valorado (y eso arrastra envidias y celos, por supuesto), cuando a un escritor con dos libros tan buenos como Frío de vivir y Museo de la soledad nadie olvida…qué puede hacerle una crítica así? NADA.

    Eso sí, me gustaría hablar de la forma sibilina con la que nos escribieron, con sus palabras «melosas» de ayudar a la editorial que empieza…y ni siquiera hablan del libro en sí, cosa de agradecer en una reedición. Por cierto, TROPO EDITORES, publicara en breve dos libros que también pueden machacar: LA TARDE DEL DINOSAURIO, de Cristina Peri Rossi, con prólogo de Julio Cortázar, y ÁLBUM DE RADIOGRAFÍAS SECRETAS

  38. No me molesta la actitud crítica de los opinantes, sino el afán por ridiculizar todo lo que no encaja en sus preferencias, dicho lo cual me reservo el derecho de opinar en el futuro sobre otras reseñas, a no ser que Solodelibros, además de mis intenciones, juzgue avieso a este servidor (si fuera así, me lo digan sin rodeos). Yo también, como M, comparto el sentido de la crítica «literaria» del Sr. Molina a Castán, lo del sentimentalismo y demás, pero no me parecen de recibo afirmaciones como las siguientes:

    «Quizá vaya siendo hora de que los autores dejen de mirar hacia dentro (por no decir «hacia su ombligo») y se dediquen a percibir lo que ocurre a su alrededor»

    “Se concentre en el tan querido por muchos género del relato breve, que tampoco ha conseguido llegar (en este país) a ningún tipo de meta superior o más encomiable”

    Saludos.

  39. En primer lugar, gracias a todos los que os habéis molestado en leer la reseña y opinar, aunque las maneras de algunos digan mucho del poco respeto que se tiene por las opiniones ajenas.

    Debo decir que estas reseñas son sólo eso, reseñas, y que como dice Juan Carlos Márquez (con aviesa intención) no son sino «comentarios sobre preferencias personales». Dudo que exista una crítica objetiva, como desea el señor Alberto Elorriaga, ya que sólo los aspectos lingüísticos (los literarios me parecen mucho más inaprensibles) pueden ser mesurables; en una crítica entran en juego muchas cosas, y el bagaje cultural del que la escribe, sus conocimientos y sus lecturas no influyen más que sus gustos, sus preferencias y, si me apuran, sus emociones.

    Cuando digo que los autores deberían dejar de mirarse el ombligo, no me refiero a la cooperación social o al activismo ecológico, es evidente; me refiero a abrirse al mundo, y a que las emociones dejen de ceñirse al ego autorial haciéndolo pasar por universal. El que quiera leer entre líneas otra cosa, como Juan Carlos o Alberto, que lo haga; pero que no tergiverse las opiniones ajenas.

    Y a M le confieso que, en ocasiones, las reseñas le salen a uno del corazón, y por tanto se expresan cosas con más virulencia de la necesaria. Como bien dices, soy un asiduo lector de cuentos, y de autores españoles, y sabrás que en esta página han salido algunas reseñas favorables (me vienen a la cabeza las de Ángel Olgoso, Marcos Eymar o José Eduardo Tornay). Supongo que los que entran aquí ya saben que la Sra. Castro y yo mismo vertemos nuestras opiniones con honradez y que eso, a veces, implica cierta vehemencia. Soy consciente de que esa frase es tendenciosa, pero no creo que el tono general de la reseña sea ése; juzgar el todo por una parte no me parece correcto. Por lo demás, estoy de acuerdo contigo en que hay «tótems» reconocidos, aunque ese número apabullante de gente leída y que sabe no los convierte de forma automática en intocables.

    Por último, me gustaría recordar a todos los que han vertido alusiones personales que en la reseña argumentaba por qué no me ha parecido bueno “Museo de la soledad”; pueden ser argumentos compartidos o no, pero he tratado de elaborar las percepciones de forma bastante objetiva. No soy escritor, así que no tengo ninguna frustración por no haber publicado, o por haber recibido críticas adversas; no sé si ustedes sí. En todo caso, no es de mi interés. Hablar sobre resentimientos personales, falta de criterio y ponerse graciosete está muy bien en las riñas del patio de la escuela, pero creo que aquí sobra. Si alguien no comparte el juicio emitido, que lo diga y aduzca razones, porque siempre serán bienvenidas y aceptadas, aun cuando sean contrarias. Pero a los que no saben lo que es el respeto les rogaría que se abstuviesen de enviar correos y dejar comentarios.

  40. La diferencia está en que Castán tiene amigos y fans de su literatura. Hay que ver cuánto escritorzuelo opina con el buche de palomo sin tener nada que decir….

  41. Para una crítica que se ha visto menos de cincuenta veces no está mal el volumen de comentarios que ha suscitado. Puede deberse a que Castán es un hombre falto de afecto, porque de lo contrario no se explica esta furia por contestar a una simple critica publicada en un blog minoritario (lo digo con todo respeto), sin ninguna importancia entre los posibles lectores, ni entre los escritores. ¡Cuanta suspicacia!

  42. «Se concentre en el tan querido por muchos género del relato breve, que tampoco ha conseguido llegar (en este país) a ningún tipo de meta superior o más encomiable»

    Esa opinión es directamente de patíbulo, señor Molina: subjetiva, parcial, tendenciosa, estúpida. Siento el adjetivo, pero la gratuidad y la soberbia me molestan, y, sobre todo, lo que es un gusto personal y se traduce en ignorancia. Como sé que lees habitualmente cuento, me sorprende bastante. En este blog se han dicho a lo largo del tiempo cosas acertadas pero también muchas tonterías, ésta es una.

    Te pongo nombres básicos (más contemporáneos no, pero también podría):

    Antonio Pereira, Medardo Fraile, Ignacio Aldecoa.

    Esto no es gusto personal (mucho me cuido de filtrar mis querencias por ahí), sino tótems, pilares, estandartes del cuento español del pasado siglo. Ampliamente reconocidos, además, por una unanimidad apabullante de, sí, gente que sabe y es leída.

    Por lo demás, esta vez sí voy a estar (en parte) de acuerdo con la crítica al «Museo».

  43. Las críticas aquí vertidas no pueden considerarse sino comentarios sobre preferencias personales, porque las críticas aquí vertidas no se ciñen a los libros sino que van más allá, traspasan los libros, la mera escritura, y se entrometen en la ideologías, las cosmovisiones y las apuestas de vida de los autores; e incluso, a menudo, se les reprocha a estos que no se muevan por los derroteros preferidos de los criticantes: el costumbrismo y la denuncia de las injusticias del mundo mundial, es decir, los telediarios.

  44. Sería bueno que nadie se tomase muy en serio las críticas, y menos aún las literarias: una crítica es ni más ni menos que la opinión de un individuo, el reflejo de su punto de vista, y como tal está influida por su contexto personal, sus fobias, sus manías, sus defectos, sus carencias, etcétera. Hay algunos críticos a quines les gusta pontificar sobre lo bueno y lo malo, como si alguien les hubiera elegido para establecer los límites de lo permisible. A mí personalmente esos no me gustan nada. El que opina sin arrogancia me parece más atractivo. Pero opiniones en este mundo hay miles, y no todas están realmente bien fundadas.

  45. La verdad es que no comparto la opinión de que sean lectores agudos, pero eso es cuestión de gustos. Lo que sí está en el manual de cualquier crítico (de toda disciplina) es que la crítica debe estar basada en criterios objetivos, evitando en lo posible la injerencia de opiniones personales ajenas al texto. Voy a pegar una frases literales de la crítica anterior:

    1. Quizá vaya siendo hora de que los autores dejen de mirar hacia dentro (por no decir «hacia su ombligo») y se dediquen a percibir lo que ocurre a su alrededor; las miserias humanas no se dan sólo en el corazón de las personas: desgraciadamente, ocurren todos los días en este mundo, y alguien debería comenzar a narrarlas. Algo, por cierto, que se puede hacer con estilo, con honradez y mediante relatos, como se verá el próximo viernes.

    2.se concentre en el tan querido por muchos género del relato breve, que tampoco ha conseguido llegar (en este país) a ningún tipo de meta superior o más encomiable,

    Y así, hasta el infinito… Una crítica no es una excusa para volcar la opiniones de uno mismo, es un análisis (y existen criterios lingüisticos y literarios objetivos y evaluables) de una obra para describir el fondo y la forma de la misma. Y este señor siempre utiliza las obras que lee para ilustrarnos con sus opiniones sobre el mundo, el ser humano, y cualquier otra cosa que se tercie. Veánse el resto de críticas de este señor.
    Por otro lado, es divertidísima la opinión que aquí que remarcado usando el número 1, porque si lo que quiere son textos comprometidos con otro tipo de «miserias humanas», no tiene un gran conocimento de los textos sociales que salen al mercado. Veo que no lee «Viaje a Repsolandia» de Marc Gavalda, que estuvo siete años viajando por todos los pozos de petróleo que tiene Repsol en Sudamérica y denunciando sus condiciones. Y, fíjate, que de la misma editorial, de Tropo Editores, no reseña «El rastro de la ternura», de la experiencia de un observador internacional del conflicto colombiano. Tampoco, le veo reseñar textos de Traficantes de Sueños, la editorial de Madrid que está revolucionando el mundo con sus ensayos. Ni de Txalaparta… En fin, que el señor pide un libro que ya conoce, que sabe de qué trata, para precisamente criticar que trata de eso mismo.
    Lo siento, insisto, la crítica literario es leer un libro sin prejuicios. No un espacio para volcar la opiniones particulares.

    Alberto Elorriaga

    PD. Y como puedes ver, yo firmo todas mis opiniones. No me escondo en pseudónimos, que esa es otra… Pero bueno…

  46. No he leído el libro de Carlos Castán, así que no puedo juzgarlo, pero llevo tiempo leyendo las críticas de Solodelibros y ambos firmantes (Sra. Castro y Sr. Molina) son lectores agudos, curiosos y en mi opinión honestos a la hora de contar por escrito sus impresiones sobre un libro. Quizá no sea la habitual, que ya sabemos todos cómo se las gastan los de los suplementos culturales, pero se agradece esta labor.

  47. Quién firma esta crítica? En los blog es bueno dejar el nombre del reseñante. Lo digo porque yo también me he leído Museo de la soledad, la edición de Espasa, y a no ser que hayan rehecho el libro de nuevo, parece un libro completamente diferente de que se reseña. Al no venir la firma, podría ser, parece, que sea alguien resentido con la editorial y el autor. Desde luego, para mí, Solodelibros, (hace ya tiempo que no me fio de nada que salga aquí, parecen una colección de amigos que sólo elogian lo que les conviene) ha tocado fondo.

    Alberto Elorriaga

  48. 10 CUENTOS PARA UNA ANTOLOGÍA DEL GÉNERO

    – «El álbum», de Medardo Fraile
    – «En medio como los jueves», de Antonio J. Desmonts
    – «El derrocado», de José María Merino
    – «Un error de bulto», de Alberto Escudero
    – «Venco a la molinera», de Félix J. Palma
    – «El valor», de Ángel Zapata
    – «Serrín en el cabello», de Gonzalo Calcedo
    – «Las últimas viviendas», de J. Á. González Sainz
    – «Viaje de regreso», de Carlos Castán
    – «El apodo», de Antonio Pereira

    http://elhuecodelviernes.blogspot.com/

  49. LITERATURA

    Carlos Castán, en la presentación del libro. – PABLO SEGURA
    Más fotografías

    Carlos Castán recupera ‘Museo de la Soledad’, su libro más íntimo
    Tropo Editores reedita la obra más aplaudida de este escritor

    Tropo Editores acaba de reeditar el libro de relatos ‘Museo de soledad’, de Carlos Castán, la mejor obra hasta el momento de este oscense nacido en Barcelona, que está considerado como uno de los mejores autores de cuentos del país.

    HUESCA.- Carlos Castán está de enhorabuena y todos los aficionados a la lectura, también. El escritor altoaragonés acaba de reeditar, de la mano de ‘Tropo Editores’ y con una llamativa portada de Óscar Sanmartín, el libro de relatos “Museo de la soledad”, que ya vio antes la luz con Espasa Calpe (2000) y Círculo de Lectores (2001).

    Considerado como uno de los grandes escritores de cuentos del país, el oscense Carlos Castán, acompañado del escritor Óscar Sipán -responsable también de Tropo Editores junto con Amadeo Cobas y Mario de los Santos-, presentó la reedición en un acto público celebrado en el Círculo Oscense de Huesca, el pasado miércoles por la tarde.

    Tras observar que se trataba de una tarde “muy importante” para él, el autor agradeció a Óscar, Mario y Amadeo “todo el cariño con el que han hecho el libro y la factura que le han dado”.

    “Hablaba con Eloy Tizón de un libro que él había reeditado, “Velocidad de los jardines”, y decía que estaba más contento que cuando lo publicó por primera vez”. Aunque dijo que en un principio esta afirmación le pareció exagerada, Carlos Castán reconoció que era lo que ahora le estaba sucediendo a él. “En este libro están mis relatos más queridos”, afirmó, y se refirió a la vida tan corta que tienen hoy en día los nuevos títulos en las librerías y cómo terminan por desaparecer por completo. “Yo estoy contentísimo de que la gente se puede acercar otra vez a este ‘Museo de la soledad’.

    El escritor recordó que sólo ha publicado dos libros de relatos, ‘Frío de vivir’ y ‘Museo de la soledad’, y subrayó que es “muy consciente” de lo que le debe al primero. “Y, aunque a veces es como si un padre tuviera que elegir entre dos hijos, lo cierto es que éste es mejor. ‘Frío de vivir’ me contiene menos a mí mismo, me veo más entre brumas; veo a un ser herido, pero no recuerdo los cuchillos que le hirieron”. En cambio, aseguró, ‘Museo de la soledad’ le “contiene más” y aporta datos biográficos, generalmente referidos a escenarios y sentimientos, “más que a la trama y la peripecia”.

    Carlos Castán recupera en este libro episodios de su vida, aromas, ambientes, paisajes urbanos. Mientras que ‘Frío de vivir’ es más deudor de los grandes decálogos de cuentistas y busca la redondez del relato, ‘Museo de la soledad’ muestra una estructura formal más variada y compleja. Más libre. El misterio y la fantasía aparecen sugeridos y no de una manera tan apabullante como en el primer título. Los temas, sin embargo, estaban más sugeridos en ‘Frío de vivir’ y han ido madurando en ‘Museo de la soledad’. En este segundo título, aparecen obsesiones que han formado parte del quehacer posterior del autor como la fragilidad de la identidad, el azar, la casualidad.

    Carlos Castán fue desgranando a continuación cada uno de los capítulos que forman parte de ‘Museo de la soledad’. Así, dijo, ‘Viaje de regreso’ recoge un ajuste de cuentas con el pasado, “pero la estación donde termine ese viaje en tren, que es donde se desarrolla el relato, acaba siendo el desengaño”.

    ‘Casi marino’ es una historia de amor en la que los deseos se cruzan y colisionan. “Plantea el tema apasionante de cómo defendernos de la mirada del otro”, explicó Carlos Castán.

    “Muchas veces, querida Laura” da una vuelta de tuerca más al problema de la suplantación de la identidad “con la intención de ganar un tesoro, un sueño hecho carne; pero lo único que se consigue es un remordimiento más”.

    “Con sangre entra” es un relato sobre la violencia, desde el punto de vista de la víctima. “También sobre el pasado, sobre los recuerdos y explica cómo puede llegar a parecerse, en un momento determinado, el consuelo y el castigo”.

    “Cenizas en los labios”, explicó Carlos Castán, surgió a partir del libro de Antonio Machado “De un cancionero apócrifo”, donde el escritor se inventa una serie de poetas y ejemplos de los poemas que escribían. A uno le bautizó, precisamente, Antonio Machado, un profesor de instituto que murió en Huesca en 1936. A partir de estos exiguos datos, Castán contará una historia que explica por qué el Antonio Machado apócrifo fue a Huesca, qué hizo, dónde vivía. “Este relato es un viaje al corazón de lo que no es” y abunda, según Castán, en su idea de que la literatura es la suma de muchas mentiras, “que dan como resultado una gran verdad”.

    “Las rosas de la noche” vuelve a los paisajes urbanos de Madrid, donde Carlos Castán vivió su juventud, “para contar una historia de dos locuras enfrentadas”, donde se aborda el tema de los celos.

    “Silencio tan de Silvia” es uno de los cuentos más queridos del autor, donde un adolescente va aprendiendo la dificultad de vivir, el precio de la soledad y de la lealtad. El relato está ambientado en el pueblo de su padre y es uno de sus textos más bellos.

    “La chica de los buenos tiempos” habla de la nostalgia y de los buenos tiempos. “Parece que todo lo vivido tiene otra categoría frente al hoy, que parece rodeado de hastío. El tiempo pasado es más luminoso, más intenso, más lleno de cosas. Aquí se plantea vivir el presente como uno de los buenos tiempos del mañana”.

    “El aroma de lo oscuro” es el relato más ambicioso del libro. En él aparece la idea del Museo de la Soledad, que da título a toda la obra. “Es un relato sobre la inocencia, los secretos, la obsesión y el temor como una segregación del propio cuerpo humano”.

    “Ola de frío” surge a partir de una noticia real que apareció en un medio de comunicación, en la que se contaba que un hombre de Estados Unidos, paralítico, había fallecido en una ola de frío. El motor de su silla de ruedas se congeló y apareció muerto en un camino que conducía a su casa. “Haciéndote las preguntas adecuadas y con la suficiente insistencia las historias acaban por mostrarse”, aseguró Carlos Castán.

    “De la suerte y de las cosas” es un relato que tiene presente el exorcismo y “Álbum roto” es una historia que se teje a base de viñetas, algunas poéticas y otras relatadas con un lenguaje sacado de la nueva narrativa norteamericana. Un relato poético y ágil.

  50. 46 Libros e Sábado 05.01.2008 La Opinión de Málaga

    Esquirlas de soledad

    TROPO EDITORES

    http://www.tropoeditores.com

    GUILLERMO BUSUTIL

    El mercado literario responde, como la

    mayoría de las cosas, a esa dictadura

    de lo novedoso que convierte en viejos

    los móviles, los coches y la ropa adquirida

    un par de años antes. Aunque en el

    caso de los libros, la novedad responde

    a un espacio de tiempo muy corto. Un

    título apenas resiste más de un mes en

    la primera línea de las librerías, debido

    a la avalancha de libros que se publican.

    Si encima la editorial que lo publica es

    periférica y si el autor no es suficientemente

    mediático o no está avalado por

    el marketing editorial y la crítica de los

    suplementos de referencia, su defunción

    resulta definitiva al cabo de un mes. Esto

    se produce también porque la mayoría

    de las librerías carecen de fondos, porque

    cuando los ejemplares distribuidos

    se venden no se piden más a la distribuidora

    y porque el boca-oreja no siempre

    consigue convertir en éxito la obra

    de un autor emergente.

    Todos estos factores explican que el

    fenómeno de la reedición no se deba actualmente

    a las habituales razones de

    antes. Que el autor fuese “fichado” por

    una gran editorial que adquiría sus obras

    anteriores, que un premio de prestigio

    provocase que los lectores demandasen

    sus primeros libros o que el autor, con

    un estatus literario consolidado, quisiese

    hacer una nueva edición corregida o

    selectiva de sus libros. Estas eran las causas

    que daban lugar a que un libro se reeditase.

    Pero en los dos últimos años han entrado

    en juego otras causas, como el descontento

    del escritor hacia la editorial que

    lanzó un libro, aunque fuese un sello de

    marca o que la aparición de nuevas editoriales

    periféricas, exquisitas en el cuidado

    de la edición y necesariamente ambiciosas

    en su oferta, buscase abrirse un

    hueco publicando títulos editados en una

    franja que va de los diez a los cinco años;

    más o menos el tiempo al que obliga el

    contrato editorial de un título. En esta línea

    encontramos el sello Tropo Editores

    de Zaragoza y que, bajo el epígrafe de 2º

    asalto, apuesta por recuperar títulos de interés.

    La apuesta la abren reeditando ‘Museo

    de la Soledad’ de Carlos Castán. Un

    buen conjunto de relatos, aparecidos en

    Espasa-Calpe en el año 2000, que tuvieron

    una excelente acogida por la calidad

    de la prosa de su autor y por el original

    tratamiento de los temas. Rescatar este título

    es un acierto, ya que muchos lectores

    podrán disfrutar del estilo poético y

    melancólico de uno de los escritores de

    relatos más interesantes del panorama nacional.

    Así que enhorabuena a Tropo editores

    por esta iniciativa.

    Museo de la soledad

    Carlos Castán demostró en ‘Frío de vivir’ y especialmente en este libro que es un

    excelente cuentista de la nostalgia melancólica y de la conformación de la identidad

    a través del mundo emocional. Su estilo se define por la construcción de atmósferas

    envolventes y sensitivas, por la habilidad de los diferentes registros del relato y por

    un lenguaje narrativo destilado y provisto de un halo poético que mece la prosa desde

    su interior. Lo demuestra con hermosos relatos como ‘Casi Marino’, en el que aborda

    la transformación del amor y la memoria de la lluvia, en ‘Muchas veces, ‘querida

    Laura’, un espléndido homenaje al arte epistolar y a la suplantación de la identidad

    con ecos cortazarianos, en ‘Silencio tan de Silvia’, acerca de la adolescencia y su

    vinculación con la fantasía y la aventura y en ‘Con sangre entra’, sobre la agresión

    violenta a un vagabundo. Junto a estos temas, Castán aborda el azar, el dolor, el oficio

    de vivir, las huellas del pasado que se manifiestan en las casualidades del presente

    y las diferentes caras de la soledad. Los argumentos que embrida entre la ternura,

    la ironía y lo sobrecogedor, para ahondar en los elementos desestabilizadores de

    nuestro paisaje emocional. Esperemos que pronto, Castán nos embarque en otros

    relatos sobre el abismo de las emociones y el fantasma de la memoria.

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