Belén Gopegui fue invitada a impartir una conferencia, en septiembre del año 2006, en la Universidad de California, dentro de un ciclo de charlas internacionales que abordaban temas relacionados con la polÃtica y la literatura. En este librito se recoge el texto de la conferencia que la autora española ofreció, con el añadido final de unas cuantas preguntas que se formularon al término del acontecimiento.
Gopegui es conocida por la importancia de la polÃtica en sus novelas; es, de hecho, de los pocos escritores que han apostado firmemente por plasmar en sus obras una visión social y económica de la sociedad en la que vive, sin renunciar por ello a una faceta más creativa o imaginativa. Sobre esto, más o menos, habla en este pequeño libro, aunque de una forma un tanto esquiva: en realidad, Gopegui utiliza el recurso de esconderse tras un narrador imaginario —un joven militante comunista, en este caso— para tratar de que su mirada sea algo más objetiva.
A decir verdad, la objetividad, en este caso, es lo de menos; a lo largo del texto se plantea algunas preguntas fundamentales que cualquiera podrÃa hacerse y que tienen respuestas complejas: ¿por qué no se habla de polÃtica en la literatura contemporánea?; ¿por qué se excluyen ciertos temas de las novelas y libros de relatos, aunque están al cabo de la calle y de plena actualidad?; ¿por qué la actualidad polÃtica, económica y social son elementos tabú en las obras literarias?
Partiendo de la frase de Stendhal que da tÃtulo a la obrita, Gopegui se pregunta éstas y otras cuestiones, y trata de discernir ese alejamiento entre arte y realidad que tanto le preocupa. Para la escritora, la literatura de buena parte del siglo XX se resiente de una falta de verosimilitud total, producto del alejamiento de los escritores hacia la realidad social. Ese alejamiento, entre otras cosas, estarÃa motivado por la aceptación (artÃstica y moral) de unos cánones que se centran en la narración de unas experiencias concretas, pero que desdeñan la responsabilidad de unos causantes (unos agentes, casi siempre humanos) que siguen estando ahÃ, actuando desde las sombras. De esta forma, se habla sobre el trauma de un soldado, pero no sobre la trama que se esconde tras la decisión de enviar a ese soldado a luchar a un lugar concreto.
[…] yo pienso que la novela del siglo XX, casi toda ella, es de una gran inverosimilitud. Y creo que la causa está relacionada con la prohibición de la polÃtica. No digo que la novela del siglo XX sea mala, pero es insuficiente. Como si hablase de un mundo donde todas las personas tienen un solo brazo y una sola pierna y un solo ojo y media nariz y donde los cristales no se rompen al caer.
[…] ¿por qué tratan las novelas del siglo XX de lo que tratan? Mi respuesta es que la verosimilitud ha sido secuestrada por los dueños del discurso dominante. Y demasiadas veces hemos caÃdo en su trampa. Hemos creÃdo que para construir nuestra visión bastaba con leer y escribir historias que no repitiesen lo que dicen ellos, pero que fueran creÃbles según un parámetro, la verosimilitud, que imaginábamos hasta cierto punto imparcial u objetivo. Asà es como la experiencia se ha ido ausentando de la novela, no por inexistente, sino por increÃble.
En pocas palabras, lo que la autora defiende a capa y espada es la exigencia de reivindicar la polÃtica como un elemento más de lo real, de lo humano en el arte; y en tanto real y humano, también necesario. Porque, como ella afirma, hay elementos esenciales de los que no se habla en nuestra literatura contemporánea; no ya discursos extremistas o posiciones minoritarias, sino simples posturas morales que es necesario reflejar. Los lectores deben tener acceso a las injusticias, a las desigualdades, a las prohibiciones y a los secretos, y pueden hacerlo sin tener que renunciar a la más excelsa creación artÃstica; algo que muchos escritores actuales no sólo desconocen, sino que desdeñan desde una posición frÃvola. Estoy seguro de que se pueden escribir grandes cuentos o grandes novelas, con un trasfondo ideológico comprometido con la realidad, sin que por ello parezcan (como alguno dirÃa) un noticiario televisivo.
Pese a su brevedad, les aseguro que merece la pena leer «Un pistoletazo en medio de un concierto»: cada apartado contiene una verdad urgente, perentoria, y hay que hacerse eco de ellas.
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Por lo que comentas, el tema del libro parece realmente prometedor, más aún en una sociedad que no parece distinguirse por su capacidad de autocrÃtica inteligente. Es cierto que, se esté o no deacuerdo con la postura de la autora, al menos, es fundamental reflexionar sobre esta cuestión.
Un saludo.