Doctor Pasavento – Enrique Vila-Matas

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Doctor Pasavento - Enrique Vila-MatasUno había leído hace ya más de cuatro o cinco meses «Doctor Pasavento», pero siempre había postergado la hora de la crítica, no tanto por pereza sino por indecisión; es ésta una gran novela, diferente y curiosa, y no acababa de decidir lo que podría contar acerca de ella. Hace un par de días recibió el premio Josú Manuel Lara de novela, uno de los pocos premios que mantienen cierta credibilidad, si acaso queda alguno en España, por aquello de que lo concedan los del gremio. En cualquier caso, me parece un homenaje el dedicarle unas líneas, aunque sea un poco tarde.

«Doctor Pasavento» es un libro atípico para lo que se lleva en el mundillo literario español; los adeptos a Vila-Matas habrán observado a lo largo de sus últimas novelas («El mal de Montano», «París no se acaba nunca») el proceso que le ha llevado a fraguar una historia como ésta, pero para un lector que se acerque por vez primera al libro éste resultará un entretenimiento tan delicioso como singular. Me explico.

La trama podría resumirse brevemente: un novelista (entendemos que un genial trasunto del propio Vila-Matas) decide desaparecer de la circulación durante un viaje a Sevilla. El ‘retirarse’ del mundo, huir, renunciar a su mismo yo y pasar desapercibido le ensimisma de tal modo que inicia un periplo que le llevará desde Nápoles hasta París, persiguiendo el ideal de la desaparición que para él encarna el escritor Robert Walser. Convertido en el doctor Pasavento, el autor tratará de alcanzar ese estado en el que será como todos los demás, pero descubrirá que no es tan sencillo como parece.

Me doy cuenta de que estas pocas líneas pueden sugerir ideas de novela negra, o algo peor. En realidad, «Doctor Pasavento» es un armazón literario soberbio, cargado de fuerza, dotado de un estilo llano pero fulminante, que arrasa con cualquier convención —por su sencillez— y que desconcierta al lector, le abofetea en pleno rostro y exige de él toda su atención; y hay que decir que la consigue, en tanto que uno no puede parar de leer una vez que abre el libro.

Porque Vila-Matas ha fraguado una historia en verdad extraordinaria, tanto por su belleza interior como por las posibilidades que abre en el yermo literario que es la literatura española contemporánea. Superando con creces a Cercas o Marías (por aquello de la irrupción de la realidad en la ficción), el barcelonés ha creado un híbrido literario que juguetea con muchos elementos para conformar un todo de increíble potencial; lo de menos es la identidad de ese doctor Pasavento, sino la vitalidad de su historia, la riqueza intelectual que desborda a lo largo de las páginas de la novela. Ese afán por la desaparición, por convertirse en un ente anónimo, va tomando poco a poco la forma de una existencia insólita, pero terroríficamente cercana: Pasavento es único, pero habita en muchos de nosotros.

La cantidad de ideas, sueños, imaginaciones, pensamientos o emociones que puede suscitar este libro es tal, que lo único que se me ocurre es recomendar encarecidamente a todo el mundo que lo lea. Pocas veces saldrá uno tan satisfecho de la lectura, y su intelecto tan gratamente acariciado.

9 COMENTARIOS

  1. Al respecto de lo que dice uno de los comentarios y reproduzco a continuación:
    «A ver si nuestros escritores dejan de ser tan prolíficos, intentan ser un pelín originales, elaboran sus obras con cuidado, casi diría que con mimo y crean algo nuevo y bueno», os recomiendo la lectura de El Club de los Estrellados de Joaquín Berges, publicada recientemente en Tusquets, colección andanzas.

    Es original, está bien escrita y (atención!!!) cuenta una historia entretenida e interesante…
    Alizia

    • Se que ya pasaron años de la publicacion pero necesito el libro con urgencia y llevo mucho buscandolo nose si aun lo conserve con usted o sepa de un link de descarga

  2. Lo he acabado de leer. Una exhibición de pedantería, y un tostón, bien escrito desde luego, ¿pero ya nos hemos olvidado de las novelas en las que se narraba una historia?

  3. Tanto me impresionó la lectura de este libro en el mes de agosto, que me embargó la pereza de escribir e incluso de leer. Era un deseo de anulación intelectual, viviendo entre los felices iletrados del mundo. Parecía como que la vida sólo pudiera vivirse plenamente sin la interposición tramposa de las fascinantes palabras. Ahora que olvidé el libro, he vuelto a escribir. Libro bello y libro peligroso, pues. Un saludo.

  4. A veces hace falta una catársis para volver a escribir, después de una etapa tan ajetreada y laureada -cosas ajenas a la literatura en sí- como la de Vila-Matas.

    En mi opinión, el éxito agota, y, lo que es peor, a veces interfiere en la energía creadora, por no decir en el ritmo de trabajo.

    Espero que recuerde las palabras del esclavo que sostenia su corona: «Eres mortal», y despierte de su letargo. De todas formas, la paciencia es necesaria: a veces un asno veterano tarda en pegar una coz, pero cuando la suelta puede ser tremenda.

    La metáfora es cariñosa.

    Excelente página que no conocía. Saludos desde Bilbao.

  5. que risa encontrarme esto por casualidad, justo antes de ponerme con este libro. te agradezco el comentario, no sabes lo bien que me ha caído, y no es fácil lo de hacer reseñas de libros, así que felicidades, y gracias

  6. Exagerada alabanza, amigos. Al premio y al libro. Al premio porque eso de que es un reconocimiento serio lo pongo en duda. Claro que lo dan los del gremio, pero los grandes del gremio. Las pequeñas editoriales siempre quedarán al margen.
    Uno ha sido (incluso diría que sigue siendo) un admirador de Vila-Matas. Pero como viene de lejos sucediendo en la literatura española, un admirador del primer Vila-Matas. Antes de que hiciera de la literatura su medio de vida, de la mejor vida posible. Sus primeras obras, magníficas, creo que alcanzó la cima con «El viaje vertical». Ya en «Bartleby y compañía», eso de la metaliteratura y la intertextualidad (tan de moda) me puso en alerta. Pero luego sigue «El mal de Montano» (más de lo mismo) y ahora «Doctor Pasavento» (repetición hasta el hartazgo, en estilo y tema). A ver si nuestros escritores dejan de ser tan prolíficos, intentan ser un pelín originales, elaboran sus obras con cuidado, casi diría que con mimo y crean algo nuevo y bueno. En definitiva que se conviertan en artistas y dejen de ser rumiantes literarios.
    He dicho.

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