El idiota es una novela peculiar en la producción del gigante Dostoievski. Tal vez por haber sido escrita a lo largo de los difíciles años que el escritor paso fuera de Rusia —de donde huyó para evitar ser encarcelado por deudas—, pasando de un país europeo al siguiente, enfermo, en medio de privaciones y en una situación personal difícil; tal vez por ello, decíamos, El idiota es una novela ligeramente deslavazada, donde las situaciones parecen complicarse innecesariamente.
Ello a pesar de que la primera de las cuatro partes en que está dividida la novela es de una brillantez narrativa difícil de expresar. En los capítulos que componen esta primera parte los hechos se suceden con un ritmo trepidante y vivaz que hace pensar en la representación de una comedia de enredo. Toda la primera parte, bastante extensa, la ocupa la descripción de los acontecimientos acaecidas a Lev Nicolayevich Myshkin, el protagonista, en su primer día de estancia en San Petersburgo; acontecimientos por supuesto decisivos para el desarrollo del resto de la historia.
Lev Nicolayevich, príncipe Myshkin, retorna a Rusia después de haber pasado varios años en Suiza, reponiéndose de la epilepsia que sufre. A su regreso a San Petersburgo contacta con unos parientes lejanos y, casi sin querer, se ve envuelto en una complicada historia familiar.
Con el príncipe Myshkin, Dostoievski quiso componer un personaje que representase a un hombre sin tacha moral, un hombre bueno. Y aunque las tesituras a las que se enfrenta no parecen ser especialmente graves, sirven para poner de relieve el choque entre su carácter bondadoso y el que podríamos llamar «normal» del resto de personajes. Por contraste con la personalidad del príncipe la sociedad humana se muestra venal, egoísta, interesada, deshonesta y falsa.
Lev Nicolayevich es un ejemplo de candor, mansedumbre, honradez y deseos de ayudar al prójimo. Pero, evidentemente, quienes le rodean le toman por idiota o, en el mejor de los casos, por un hombre enfermo, a causa de su epilepsia. Por ello le tratan como a un niño o bien tratan de aprovecharse de él, pero nadie, en ningún momento, le toma por un ejemplo a seguir, pues todo el mundo tiene claro que semejante filosofía de vida está fuera de lugar en este mundo.
Sin embargo, a pesar de que cuantos le rodean le toman por idiota, Lev Nicolayevich tiene una capacidad para juzgar de forma certera a las personas y sus intenciones: «¡Pero, perdón, príncipe, por una lado muestra usted una simplicidad y una inocencia como no se han visto ni en el Siglo de Oro, y de repente, al mismo tiempo, atraviesa usted a un hombre de parte a parte como una flecha, con una penetración psicológica tan profunda!», «Usted se da cuenta de lo que otros nunca se darán.» o «No tiene usted ternura; solo tiene verdad, y por eso es usted injusto.» son algunas de las frases que sus conocidos dedican al príncipe y que ilustran la forma en que este les desconcierta con su manera de ser atípica.
Pues desde luego si puede acusarse a El idiota de adolecer de algunos fallos nimios en su composición, achacables sobre todo a la manera en ocasiones oscura de desenvolverse la trama, es evidente que Dostoievski demostró una vez más su maestría para construir personajes únicos.
Más de Fiodor M. Dostoievski:
- Crimen y castigo
- Cuentos
- Los demonios
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- El doble
- Humillados y ofendidos
- El jugador
- Los hermanos Karamázov
- Memorias de la casa muerta
- Memorias del subsuelo
- Pobre gente
Dostoyevski nos tiene a todos muy mal acostumbrados, ese es el motivo por el que “El idiota” ha representado para mí una decepción mayúscula. Conforme avanzaba con su lectura la euforia inicial se ha ido atemperando hasta quedar convertida en un estado de ánimo rayano en la frustración. Qué pena para un libro de inicio tan arrollador, malbaratado con algunos capítulos auténticamente bochornosos , – especial ojeriza le tengo a la recta final de la tercera parte -, y cuánto hubiera agradecido su contenido una expurga minuciosa.
Y de todo ello no tiene la culpa el príncipe Myshkin, principal protagonista, ni el coro de secundarios que lo acompañan, sino la errática y oscura trama, a veces me atrevería incluso a catalogarla de desaseada, en la que participan todos los personajes. A este aire de confusión general contribuye también la traducción de Juan López – Morillas, quien, desde su autodidactismo, ofrece, como tiene por costumbre, un trabajo demasiado clásico y rígido pero poco vivo que, en ocasiones, resulta algo apolillado, (la rancia muletilla “a saber”, tan repetidas veces utilizada, es un ejemplo de lo dicho).
La reseña apunta a la brillantez de la primera parte de la novela, y ciertamente es así; la pena es que la fuerza indescriptible del inicio, veinticuatro horas frenéticas durante las cuales se presentan a los principales protagonistas de la trama, no tenga continuidad posterior. Dostoyevski no logra mantener el alto tono de exposición narrativa y pierde la brújula argumental, introduciéndonos en vericuetos innecesarios que no hacen sino enmarañar la historia principal: el difícil encaje de un hombre bueno en el seno de una sociedad amoral.
Si en “Crimen y castigo” se conseguía crear un mosaico de excelentes historias que servía de trasfondo ideal al homicidio cometido por Raskólnikov, aquí el objetivo falla de todas todas. Aparecen, es cierto, los fantasmas habituales de todas sus obras: los mequetrefes revolucionarios, peores aún que los nihilistas, que “niegan todas las inútiles nimiedades mundanas, todos los prejuicios, y casi todo lo demás de este mundo, excepción hecha de sus propios intereses”, los falsos liberales rusos sin conciencia nacional, provenientes de la clase terrateniente o del seminario, los “superhombres” que no admiten los crímenes cometidos y creen tener razón y derecho a ellos,… Pero su consistencia no va más allá de la precisa para recibir la dentellada inmisericorde de la crítica; se quedan, por así decirlo, casi en el terreno de la anécdota sin alcanzar la materialidad corpórea de lo real.
Que una mente tan lúcida como la de Dostoyevski genere tal cantidad de confusión en la trama, (ver sino el milagroso ascenso dentro del escalafón militar alcanzado por el teniente Molotsov en pocas líneas o su transmutación posterior en Kúrmyshev), que los titubeos y vacilaciones, permanentemente en boca de los desconcertados protagonistas, y no me refiero únicamente al príncipe Myshkin, lleguen a convertir la novela en una obra de dudas más que de certezas, indican, creo yo, un profundo desequilibrio vital y emocional por parte de su creador. Como apuntan todas las crónicas, el período de gestación de “El idiota” no fue ni plácido ni propicio para el escritor ruso y bien claro queda a la vista del resultado final.
Por tema y por inicio, la novela podía haber sido otra de sus obras maestras, pero la confusión y el oscurantismo que rodean a toda la trama la convierten, en mi opinión, en un proyecto cuasifallido. A pesar de ello, la maestría del escritor ruso nos deja, una vez más, un ramillete de personajes, únicos e imperecederos, de una humanidad simpar que, como en una balanza, se contraponen unos a otros: la mansedumbre de Myshkin frente a la vileza de Rogozhin, la firmeza y el sufrimiento de Nastasia frente a la volubilidad de Aglaya. Aquí sí da muestras sobradas Dostoyevski de su inmensa grandeza.
Cordiales saludos a los seguidores de solodelibros
Hola señora Castro. Me gustaría saber que opinión le merece la traducción que de está obra realizó Juan López-Morillas para la editorial Alianza. Estoy dudando entre esta edición y la de Penguin Clásicos realizada por José Laín Entralgo y Augusto Vidal. Muchas gracias y saludos cordiales.
Hola Gabriel. Aunque dos años tarde, dejo testimonio de mi experiencia. Tenía su misma duda y ante la falta de asesoramiento acabé comprando las dos ediciones en un breve intervalo de tiempo. Por desgracia, me temo que ambas distan de ser satisfactorias. Hay frases, usos, adjetivos etc. que chirrían horriblemente, cuando no son penosamente absurdos y claramente erróneos. Dejo algunos ejemplos.
López Morillas: «Llevaba zapatos de suela gruesa con botines» (Pág. 19) ¿zapatos con botines? Bastante incómodo, ¿no?.
Laín Entralgo-Augusto Vidal: «Calzaba unas botas de suela gruesa con polainas» (Pág. 50) ¿ Botas y polainas ? ( ¿ y no zapatos ? ). En fin, no sé , pudiera ser.
López Morillas: «lo que cabe deducir de los botines con que están cubiertos esos zapatos de extranjis» (Pág.21) Y dale con los botines por encima de los zapatos. ¿ Zapatos … «de extranjis» ? ¿ Eran robados o de contrabando ? ¿ Usa aquí Dostoyevski con humor e ironía un coloquialismo que equivale a exactamente a «extranjis» ? Permítanme dudarlo.
Laín Entralgo-Augusto Vidal : «cosa que también se puede deducir por sus polainas y por sus botas extranjeras» (Pág. 52)
Hasta ahora parece mejor la traducción de Laín Entralgo-Augusto Vidal. Pero no nos hagamos ilusiones.
Laín Entralgo-Augusto Vidal : «la asediaría y empezaria a hablarle en términos liberales y progresivos, a sacar distintas cuestiones del feminismo» (Pág. 195) ¿términos, ejem … «progresivos»?
López Morillas: «se acercaría a ella y empezaría a recitarle parrafadas liberales y progresistas, a contarle toda clase de patrañas acerca de la cuestión femenina» (Pág. 190)
¿ La asediarían y le hablarían ? ¿ Se acercarían y le recitarían parrafadas ? Digo yo que quizás más bien la asediarían y le recitarían parrafadas, o se acercarían y le hablarían. O ninguna de las cuatro cosas. ¿ Quién lo puede saber ?
López Morillas: Pero lo que pasa es que no sé cuál de mis acciones es la peor – interpuso la señora combativa (Pág. 223)
Laín Entralgo-Augusto Vidal : Pero yo no sé qué acción mía es la peor de todas – terció la señora vivaracha (Pág. 222)
¿ Combativa ? ¿ Vivaracha? Vaya epítetos. ¿ Y en qué quedamos ? ¿ La señora era de carácter fuerte y le gustaba discutir o era más bien desenfadada y lista ? Nunca lo sabremos.
Creo que estos ejemplos bastan. Si lees esto, me gustaría conocer tu experiencia como lector de estas u otras traducciones, que las hay. Un saludo cordial.
Las botas si se puede usar con polainas, yo en mi servicio militar de marinero cubriamos parcialmente las botas negras con polainas blancas para coincidir más con el uniforme blanco de marinero.
Disculpen serian tan amables de responderme rapido algo
cuantas paginas tiene el libro ?
600+
Excelente libro El Idiota! Pocas veces he leido un libro de esta forma, devorandome las paginas, disfrutando a cada momento, lleno de ansiedad y expectacion por saber el futuro del principe. Una pequeña critica sin animos de ofender: tal vez porque a mi en particular este libro me enamoro tremendamente, o porque soy estudiante de psicologia y lo analice por todas partes (y tengo pensado volverlo a leer para analizarlo a fondo) pero me parecio una reseña un tanto fria, como mucho tibia, por tratarse de un libro tan grande. Igualmente me encanta la pagina, es un lugar genial para los amantes de la lectura que andamos a lo vagabundo por el mundo.
¡Qué gran página! No hace mucho comencé con mi travesía como lector y, entre las cosas más maravillosas que he descubierto, ha sido la escritura de Dostoievski.
Novela que la leí en finales del 2005, me recuerda a la lluvia invernal. La polifonía, la exquisitez del relato y sobre todo la zigzagueante y deliciosa personalidad del príncipe Myshkin revelan la maestría del Dostoyevski, cuya obra ha delineado mucho de mi carácter.