La dama de las Camelias – Alexandre Dumas (hijo)

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La dama de las Camelias - Alexandre Dumas (hijo)A estas alturas, quien más y quien menos sabrá, grosso modo, cómo se desarrolla la trama de este clásico francés que es La dama de las Camelias; la historia inmortal de los desafortunados amores entre Armand Duval y Marguerite Gautier se convirtió enseguida en un arquetipo de la tragedia amorosa y la imposibilidad de alcanzar la felicidad. Esta historia de pasión y amor infausta ha sido reinterpretada después en multitud de ocasiones, amén de haber dado pie a múltiples obras derivadas de todo tipo. ¿Merece tanta atención esta novela? Puede que sí o puede que no. Veamos.

La trama de La dama de las Camelias es sencilla: un joven burgués acomodado, Armand Duval, se enamora de una prostituta de lujo (léase: cortesana) llamada Marguerite Gautier. En un principio ella le rechaza, acostumbrada como está al trato de condes y duques que la permiten llevar una vida repleta de comodidades; no obstante, la pasión de Armand va haciendo mella en su corazón hasta que por fin también ella se descubre enamorada. Lo que comienza como una tierna historia de amor pronto deviene tragedia, puesto que el padre de Armand no está dispuesto a que la reputación de su familia quede en entredicho debido a la relación de su hijo; y además la fastuosa vida anterior de Marguerite obliga a la pareja a afrontar unas deudas cuantiosas que no están en posición de sufragar. Estos acontecimientos harán que la pasión de ambos muchachos se vea frustrada y les conduzca a un final muy cruel.

El drama está servido, como vemos. ¿Qué aporta, pues, La dama de las Camelias (en términos literarios) para que haya sido aupada a la categoría de «clásico»? Fundamentalmente, el peculiar papel (para la época, claro está) del narrador dentro del desarrollo de la trama. La historia es contada por un narrador externo que conoce a Duval por casualidad después de que hayan sucedido los hechos que expone la obra; de esta forma, tenemos un punto de vista que, aunque fiel en la exposición de los acontecimientos, se permite opinar sobre algunas cuestiones y emitir juicios en determinados momentos. Uno de los puntos sobre los que ese desconocido narrador elucubra es el del papel de las cortesanas en sociedad, lo cual, para la época, debía ser toda una audacia; y esto es, creo yo, el elemento que aporta un toque de interés a una novela que, por lo demás, podría haberse quedado en folletín ramplón.

Dumas presenta a Marguerite Gautier como una mujer independiente, decidida, resuelta. Frente a las damas sujetas a la dominación patriarcal tradicional y a unas costumbres mojigatas (como es el caso de la propia hermana de Armand, sin ir más lejos), ella representa un nuevo tipo de fémina, autónoma y ansiosa por disfrutar de lo que le ofrece la vida. Quizá el final de la novela no haga justicia a ese deseo, pero lo cierto es que, como personaje, Marguerite es toda una creación y una bofetada en la mejilla autoritaria/machista de la época (y conste que no hemos evolucionado mucho desde entonces…): su personalidad vivaracha, su ansia por el placer o su desprecio por la opinión ajena son características inéditas en una protagonista del sexo femenino, lo cual, por sí solo, constituye un mérito de la obra que debe ser muy tenido en cuenta.

Más allá de esto, eso sí, tenemos una novela que siempre se mueve en el terreno de la tragedia sentimental, por lo que personajes y acontecimientos desprenden un aroma a convencionalismo. El estilo de Dumas es solvente, pero poco más, con lo que el último tramo de la obra, amén de previsible, resulta un tanto espeso. A pesar de ello, como decía, el personaje de Marguerite otorga al texto una entidad que, al menos, lo aleja del folletín más clásico y lo convierte en pertinente, incluso en nuestros días.

Una obra, en suma, de corte tradicional, pero que puede hacer las delicias de otros muchos lectores.

1 COMENTARIO

  1. Hay una preciosa edición que acaba de salir, editada por Nocturna, con ilustraciones que aumentan las ganas de seguir leyendo. Un gran libro, sin duda.

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