Dentro del infinito campo de estudio que ofrece la mente humana, quizá el género de la ciencia ficción sea uno de los que se ha atrevido a bucear en las consecuencias que pueden tener nuestros comportamientos. La rueda celeste se adentra en las posibilidades que se despliegan para un hombre con capacidades casi infinitas, y las repercusiones que un poder extraordinario puede ocasionar en las vidas de simples seres humanos.
La novela narra la historia de George Orr, un hombre apático y normal que se da cuenta de que sus sueños afectan de manera directa a la realidad: las cosas con las que sueña se convierten en verdaderas y modifican el orden natural de su mundo. Este «poder», sugerente como pocos, pronto se convierte en un problema cuando acude a la consulta del psiquiatra y onirólogo William Haber para tratar de solucionar lo que él considera su problema. Las distintas visiones que ambos hombres tienen de la realidad y de la forma en la que es lícito alterarla se verán confrontadas a medida que se desarrolle la trama (de la que no daremos más detalles para evitar revelaciones).
La escritora Ursula K. Le Guin tiene una fabulosa capacidad para convertir lo cotidiano en utópico, lo normal en extraordinario; en La rueda celeste, sin embargo, lleva a cabo el proceso contrario: a partir de una premisa fantástica se construye una historia sobre la envidia, el poder y el control que escarba en algunos de los sentimientos más básicos y primarios del ser humano. La facultad de George le transforma en un superhombre, pero él solo ansía ver el mundo tal cual, sin cambiarlo en absoluto; en el otro extremo se encuentra el doctor Haber, cuyas aspiraciones son transformarlo todo (con ínfulas de grandeza), pero que carece de la capacidad para hacerlo. Estas dos posiciones antitéticas le sirven a la autora para exponer los peligros que acarrea la acumulación de poder, así como el riesgo de perpetrar el mal que acecha detrás de intenciones aparentemente correctas.
Los sueños de George actúan en la novela como los vehículos de los deseos de ambos protagonistas principales; lo de menos es el desarrollo formal, ya que en realidad la historia nos habla sobre emociones, sobre ideas, no sobre hechos concretos. El conflicto se deriva del enfrentamiento entre dos posiciones que parecen antagónicas: la aceptación de la realidad tal cual es –aun cuando venga cargada de dolor o injusticia– o el ansia perpetua de que sea diferente –sacrificando por ello incluso el concepto de justicia–. Le Guin construye a los dos personajes de forma que se establezca esa lucha de conceptos, haciendo así de la novela casi un ensayo sobre las capacidades del ser humano para modificar el mundo (y las consecuencias que ello puede acarrear).
La rueda celeste es una novela luminosa, pero también oscura: muestra las tinieblas que se esconden tras los buenos propósitos y las consecuencias de la cobardía ante la injusticia. Su trama, repleta de fantásticos e imaginativos giros, es el marco idóneo para mostrar ese eterno conflicto que sacude nuestras almas y que ha sido tanto motor de cambio como generador de guerras. Un libro onírico, poético e ingenioso que es, sin duda, una de las obras centrales del género fantástico.
Si gracias ,me siento muy honrado de no haberlo leído a Ursula K le Guin la celeste rueda , pero Robert Louis Stevenson mucho mas . gracias
Jorge