Trans-Atlántico – Witold Gombrowicz

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Trans-Atlántico - Witold Gombrowicz«Trans-Atlántico» es una novela curiosa; eso, si es que puede denominársela siquiera ‘novela’. Por tratar de resumirla, cuenta la peripecia de un trasunto del propio Witold Gombrowicz que arriba a Buenos Aires justo cuando estalla la Segunda Guerra Mundial en su Polonia natal. Aislado y contrario a la idea de regresar para combatir contra los alemanes, decide buscarse la vida en la ciudad y recurre a algunos compatriotas que resultan a cual más extraño y desconcertante. El protagonista se verá inmerso en duelos, fiestas y recepciones oficiales que alcanzan el delirio absoluto.

Aparentemente, puede parece una trama lineal y sólida, pero «Trans-Atlántico» está más allá de las apariencias conceptuales clásicas; como el mismo Gombrowicz dice en el prólogo del libro, «[el libro] es un poco de todo: una sátira, una crítica, un tratado, un divertimento, un absurdo, un drama… pero nada de esto en forma exclusiva, porque, en definitiva, no es otra cosa sino yo mismo, ‘mi vibración’, mi desahogo, mi existencia».

Es, por tanto, un conglomerado de sucesos narrados desde una óptica única, una desproporción delirante que pone en ridículo y caricaturiza todo lo que se pone a su alcance. La mirada que el autor posa sobre Polonia y sus habitantes no es nada agradecida: la pluma de Gombrowicz disecciona el comportamiento de sus compatriotas, a los que retrata como aprovechados, inconstantes y apocados, y no ceja en la tarea de sacar a la luz los vicios y defectos de todos sus personajes.

En cualquier caso, más allá del planteamiento crítico, es evidente que el objetivo del autor era armar una novela curiosa, distinta y arriesgada, por encima de discursos y banderías. Sin embargo, como ocurre con otros experimentos vanguardistas de la primera mitad del siglo XX («Trans-Atlántico» fue publicada en 1952), el texto resulta, la mayor parte del tiempo, muy opaco para el lector, que intuye lo que se le cuenta, incluso lo que se percibe entre la hojarasca literaria, pero se enfrenta a un muro impenetrable como es el estilo críptico, aunque cargado de sutilezas y matices, de Gombrowicz. Aunque la historia es breve y directa, y los caracteres reconocibles, se echa en falta cierta claridad de intención, una mayor empatía entre el texto y el receptor.

Como en otros casos, los experimentos literarios tienen como aspecto positivo el romper una lanza a favor de la búsqueda de nuevos cauces de expresión; pero, como contrapartida, la complicidad con el lector y la inteligibilidad se ven mermadas, a veces de manera feroz. En mi opinión, «Trans-Atlántico» peca de egotismo narrativo, puesto que la peculiar visión del autor es complicada de interpretar, aunque su lectura profunda se revele clara en última instancia.

3 Comentarios

  1. creo que efectivamente, a la traduccion le falta algo del original, una cosa que se llama el estilo…por eso se lee un poco mal pero no es culpa de Witoldo, pobre..

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