De Nikolái Leskov dijo Tolstói que escribía, no para sus coetáneos, sino para futuras generaciones de lectores. Tal vez por ello cada vez más se reivindica el valor de una obra que en su momento quedó parcialmente eclipsada por las enormes figuras de los grandes escritores rusos que fueron sus coetáneos. En cualquier caso, es un escritor que merece ser tenido en cuenta y cuya lectura depara deliciosos momentos para los amantes de la literatura rusa.
Una familia venida a menos pretende ser la crónica familiar de los Protozánov, una antigua familia rusa. Sin embargo, Leskov se centra casi exclusivamente en la vida y obra de la princesa Varvara Nikanórovna Protozánova, última cabeza de familia del linaje antes de que este perdiera su esplendor. Y al contar la historia de Varvara Nikanórovna, el autor también plasmó con sutileza los cambios que la progresiva occidentalización iba realizando tanto en la sociedad como en la mentalidad rusa.
Aunque Leskov nos presenta someramente la historia familiar de los Protozánov desde tiempos anteriores a Iván el Terrible y la de la propia Varvara en su niñez, la historia arranca realmente en el momento en que la mujer sabe de la muerte de su marido luchando contra los franceses. Desde ese momento, la princesa ocupa el puesto de cabeza de familia y se muestra como una mujer resuelta, independiente, juiciosa y, por ello, también confiada en su buen criterio.
Tal vez con ella Leskov construyó un personaje demasiado perfecto para despertar una auténtica simpatía por parte del lector. Porque aunque la princesa se muestra siempre humilde, jamás deseosa de imponerse a los demás, su moralidad, su recto sentido del deber y de la justicia parecen ponerla muy por encima de cualquier ser humano. Varvara Nikanórovna parece hacer siempre lo correcto, seguir los dictados de su conciencia sin flaquear y encontrar, precisamente en su conciencia, la fuerza para no apartarse de la virtud.
Pero, junto a la princesa, Nikolái Leskov preparó una batería de personajes que llenan de colorido la novela. No son menos buenos que la princesa, pues todos ellos son ejemplo de una fidelidad y abnegación poco corrientes entre el género humano; pero algunas excentricidades los convierten en seres entrañables, cercanos. Un ejemplo de esa alma rusa que el genio literario ruso siempre ha tratado de inmortalizar.
A pesar de su probidad, la princesa Protozánova acabará por presenciar la ruina de su familia. Sus virtudes le granjean enemistades y envidias que acabarán por sepultarla, junto a su brillante apellido. Y es que la historia de Una familia venida a menos puede entenderse como una parábola del fin de una época. La manera de entender el mundo de la princesa se queda cada vez más anticuada en una sociedad donde el afán de lucro, la búsqueda del placer y la notoriedad se sitúan por encima de cualquier ética o principio. La vieja Rusia desaparece fagocitada por quienes corren detrás del progreso material, que no espiritual.
La fuerza de esta novela radica, como queda dicho, en sus personajes secundarios. Y a ella contribuye no poco el que Leskov construya la historia, al menos en parte, como si de una narración oral se tratase. La biógrafa de Varvara Nikanórovna será su propia nieta, que reúne de boca de amigos y sirvientes los capítulos de la vida de su abuela, cediéndoles la palabra para que ellos la cuenten a su modo y manera.
Una familia venida a menos no es sin duda una de esas inmortales novelas rusas. Pero es una buena novela, con esa prosa cuidada, expresiva, detallista y sencilla que fue desapareciendo a lo largo del siglo XX y que hoy en día es casi imposible encontrar.
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