Ruth – Elizabeth Gaskell

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Ruth - Elizabeth GaskellElizabeth Gaskell fue una de las más importantes escritoras de la época victoriana. Y sin duda lo fue merecidamente, pues su obra está jalonada de deliciosas novelas, de algunas de las cuales ya hemos hablado en solodelibros, cuya lectura encarecemos. Porque además de su indiscutible calidad literaria, las novelas de Gaskell fueron en su momento testimonio de los males de la sociedad de su tiempo (véase Mary Barton) y como tales tienen un especial valor.

La presente es buen ejemplo de ello: Ruth cuenta la historia de una madre soltera y su publicación estuvo marcada por la polémica. Solo el mero hecho de apuntar que una mujer que había perdido su «virtud» podía igualmente seguir siendo virtuosa molestó vivamente a la sociedad biempensante de la época.

La trama es arquetípica: la joven e inocente Ruth es seducida por un joven de buena familia que poco después la abandona. La joven, en estado, es acogida en la familia de un párroco que la presentará como viuda. La honradez y el carácter apacible de Ruth conquistarán a cuantos la conocen, ignorantes de la verdad, de modo que tanto la joven como su hijo podrán vivir, al menos en un principio, a salvo de la maledicencia.

Sobre esta trama, Gaskell invita a la reflexión: ¿debe pagar nadie toda la vida por un momento de flaqueza?, ¿por qué la deshonra no cae con la misma fuerza sobre el hombre que abandona que sobre la mujer abandonada? y, aun suponiendo que la culpa existiese, ¿por qué debe pagarla el hijo, inocente de todo pecado?

Con la historia de Ruth, Elizabeth Gaskell señaló uno de los problemas de su época, situándose en una posición pionera a la que, con más o menos reticencias, acabaría por llegar toda la sociedad. Con su novela trataba de demostrar que el error de un momento no podía pesar más que una vida entera de aciertos, que el pecado a veces tiene su origen en el desconocimiento más que en la maldad y que el alma humana tiene tantas facetas que, aunque una pueda empañarse, todavía quedan otras muchas que pueden brillar. Al tiempo, al hacer que los personajes de su novela fueran gentes de iglesia, subrayaba la hipocresía de quienes, no estando dispuestos a perdonar y auxiliar al caído, se demostraban tan malos cristianos como el pobre pecador a quien señalaban.

Sin embargo, aunque todos los elementos de la novela están bien construidos, Ruth no es uno de esos personajes femeninos rutilantes a los que la escritora inglesa nos tiene acostumbrados. Mientras la trama realza y sirve a la tesis de la novela, el personaje de Ruth resulta un tanto mojigato. Hay poca reflexión en ella: durante el tiempo que vive con su amante, nunca se plantea las consecuencias que sus actos pueden tener, de hecho, apenas sí parece enamorada. Más adelante, solo parece ser consciente de que existe una culpa que debe pagar y que el mostrarse sumisa es parte de su penitencia. No hay en ella un momento de rebeldía, de duda, de enfado, de pasión en suma. Y de ello resulta un personaje no tanto poco creíble como aburrido, sin contrastes. Evidentemente esa era la intención de Gaskell, que prefirió poner el foco en otros aspectos de la historia y que necesitaba una protagonista así para sus fines, pero al leer Ruth resulta imposible no comparar a la joven con las otras protagonistas gaskellianas.

Hemos dicho ya que las novelas de Elizabeth Gaskell son un disfrute seguro, pero lamentablemente en esta ocasión el placer se ve ensombrecido por una traducción que roza lo nefasto y una absoluta falta de revisión del texto. Y aun reconociendo que el tema de la traducción pudiera ser cuestión de gustos personales, las reglas de la ortografía y la gramática son iguales para todos. De este modo, la lectura se convierte en un acto de reelaboración, tratando de desentrañar el sentido de algunas frases (como «Hay personas por las cuales soy feliz de estar agradecida» o «un pilar donde versar sus propias responsabilidades») , recolocando la puntuación o haciendo concordar nombres y adjetivos en género y número, en un intento de sortear los numerosos gazapos del texto. Una verdadera lástima.

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2 COMENTARIOS

  1. Sin haberlo leído, por lo que cuentas, me recuerda a Emily, ese personaje de David Copperfield que por haberse fugado con un hombre, su auto-impone la soltería (y casi, la santidad) como castigo.

    Sin embargo, tal y como tú explicas, en realidad es una tratamiento muy moderno (para la época) y generoso, porque afirma que una mujer «perdida» puede ser aún así virtuosa y debe ser perdonada, si lo compensa (eso sí) durante toda una vida de virtud sin igual.

    Hoy, sin embargo, cuesta mucho leerlo sin que te chirríe.

  2. Tengo este libro en mis pendientes (bufff, demasiados pendientes…), una de las cosas que me atraen de él es precisamente la autora y lo que comentas, siempre me han interesado las mujeres pioneras, me transmiten valores que considero necesarios hoy en día.

    Voy a tener en cuenta lo que comentas de la traducción, no sé si existe alguna otra traducción editada en España. Investigaré 😉

    Gracias y un saludo!

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