Algunos para ganar dinero, otros para sobrevivir –o mal vivir-, grandes escritores tuvieron que partirse en lomo en otros quehaceres menos elevados y más concretos. Trabajar sin embargo les permitía escribir; a algunos con más holgura que otros. Un magnífico libro editado por Impedimenta reúne las historias de 24 autores que, no pudiendo vivir de su obra, desempeñaron los más variados oficios. Se trata del volumen Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores, de la profesora de literatura italiana Daria Galateria, traducido entonces por el escritor Félix Romeo, un verdadero bibliófilo y buscador de rarezas literarias.
A pesar de lo que pueda llegar a creerse, y como se desprende de la lectura del libro, muchas veces los trabajos no literarios fueron determinantes en la carrera de muchos. Charles Bukowski trabajó durante muchos años de cartero y fue justamente entregando cartas que coincidió con el editor John Martin, fundador de Black Sparrow Press, que sería providencial en su carrera literaria. Boris Vian, ingeniero de profesión, trabajaba en la Asociación Francesa de Normalización, extrajo de ese ambiente el material para armas una de la burocracia y del trabajo administrativo que es Vercoquin y el plancton.
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