La transformación de las clases medias en bajas, el empobrecimiento, la mentira, la decepción y la decrepitud de sociedades basura, eleva al mito de la mugre a los cielos. Si es que los había abandonado, porque hizo de la poesía realidad. Su palabra era la palabra de su tiempo y su tiempo le mantiene entre nosotros.
“Leer a Bukowski es útil para recordar algunas cosas, la principal es que la literatura no es negociable. Es lo único que merece la pena si vienes del sitio que viene él –y del que venimos otros-: las clases bajas estadounidenses”. “Viene del infierno de las habitaciones de hotel y los trabajos precarios, y comprende (sólo gracias a la literatura) que nunca saldrá de allí, lo cual es una buena forma de salir de allí. Pero también proviene de la certeza adquirida de que en la literatura barata también hay belleza, y una intensidad que a menudo escasea”.
La literatura sin condiciones, y el eco sobre los escritores más jóvenes de nuestros días: la generación ALT LIT. En los ALT LIT no hay belleza, ni cursilería, ni piedad, ni benevolencia… ni poesía. Hay un vómito de vida sin tamizar. Esta nueva ola poética y narrativa comparte con el viejo gruñón el desencanto, la ruina y el alcohol. Aburridos. Son críticos, no tienen piedad con los conformistas, ni con los profesionales de la Academia, son precoces e inoportunos. Molestos, pero auténticos.
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