Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) es un autor que sigue despertando interés entre todo tipo de lectores. Echando un vistazo a algunos de los títulos recientemente reeditados vemos que hay de todo. Hay lectores que prefieren sus novelas, quizá no lo más destacado de su ingente obra, aunque se leen con gusto; otros eligen sus siempre atractivos y modernos artículos periodísticos, frescos y vitales, ejemplo de periodismo y de amenidad; también están los lectores que ven en sus ensayos apologéticos una atractiva manera de explicar la fe cristiana en un contexto cultural contrario a los valores religiosos. Y están, además, sus entretenidos relatos policiacos protagonizados por un detective tan insólito como el padre Brown.
Chesterton desperdigó en infinidad de artículos y ensayos su coherente ideario, que tiene como base su sólido compromiso con la fe cristiana (se convirtió al catolicismo en 1922, aunque desde muchos años antes se consideraba ya de hecho católico), su conocimiento de las ideas culturales y políticas más en boga y su pasión por la literatura clásica y contemporánea. Hay también una destacada preocupación por las cuestiones sociales, que durante su juventud canalizó a través del socialismo y que pronto abandonó por el distributismo, corriente social que defendía los pequeños negocios frente a las grandes empresas y que proponía la capacidad de organización de la gente común frente a la tiranía de los políticos y los poderosos.
Chesterton sigue siendo un autor muy leído y editado, lo que habla de su permanente actualidad. También es un intelectual imprescindible para entender la cultura europea del siglo XX. Y se trata, ante todo, de un escritor que es, él solo, toda una literatura.
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