Déjame leer

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Déjame leerFrente a cualquier elección es importante manejar el mayor caudal de información posible. Me parece que en materia de literatura infantil y juvenil (lij) la generalidad de los mediadores, es decir, los adultos ubicados entre el libro y su destinatario, carecen de ese insumo. Desconocen qué tipo de experiencia habilita tal o cual libro en un niño, a lo que cabe agregar que, en tanto existe la mediación, es frecuente que el libro deseado por el niño no sea el que finalmente recibe. Los padres, que son los primeros mediadores –seguidos por maestros, bibliotecarios y libreros–, también son los más conservadores.

El libro no debería reproducir, por ejemplo, estereotipos de género, hombres activos mujeres pasivas, hombres valientes mujeres “tiernas”, hombres cerebrales mujeres emotivas. Estas polarizaciones deberían estar cuestionadas en un libro infantil, para que el lector pueda pensar, y sentir, que hay otras combinaciones posibles. Si soy un niño uruguayo al que no le gusta el fútbol, probablemente me será muy valioso encontrar un libro donde a un personaje relevante tampoco le guste, ni encarne características asociadas a la masculinidad como la pasión por el deporte, la ansiedad por el triunfo, etcétera. Me viene a la cabeza la película Billy Elliot, en la que el hijo de un obrero inglés ansía bailar ballet. Al final estamos hablando de la gran pregunta que se hace la literatura: ¿qué pasa si altero lo establecido?

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