Leer por placer

1
1033

Leer por placerPuede que el asunto esté mal planteado de raíz. Que los argumentos que han solido esgrimirse para incentivar la lectura no sean los más adecuados. Que haya prosperado, a consecuencia de ello, una idea torcida, cuando no directamente lamentable, de los beneficios que la lectura puede entrañar.

Todo esto -distraerse, entretenerse- está muy bien, no digo que no. Como no deja de estar bien, dígase lo que se diga, encomiar el valor que la lectura tiene como herramienta de conocimiento y de emancipación, así sea desde “el punto de vista humanista” al que Barthes alude con retintín.
Se trata simplemente de sustraer a la lectura de la lógica del capital, es decir, de la lógica del trabajo y el rendimiento. De relegar a un segundo plano su valor instrumental, su carácter de inversión mediante la cual obtener logros de cualquier clase. Y con ello, descargarla de las connotaciones de esfuerzo, de sacrificio y hasta de sufrimiento que suelen ir ligadas a esos logros.

Al mismo tiempo, exaltar el placer que la lectura procura como algo más que un esparcimiento, una relajación, una evasión de la esfera del trabajo. Reivindicar la especificidad y la intensidad de ese placer, su naturaleza absorbente y en absoluto subsidiaria o compensatoria, su carácter asocial, su potencial subversivo, su autosuficiencia y su plenitud.

Quizá ese fuera el camino: prestigiar la lectura con el aura maldita de los placeres prohibidos, como son en definitiva todos los placeres verdaderos, en los que el yo aprende a liberarse de sus ataduras.

[vc_button title=»Fuente» target=»_blank» color=»default» href=»http://www.elcultural.es/version_papel/OPINION/34961/Por_placer»]

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí