Los libros nunca tienen prisa

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Los libros nunca tienen prisaEl libro es una tecnología de la memoria que evoluciona muy lentamente, algo especialmente útil ahora que hay tanta prisa con el libro electrónico. Todas las épocas padecen una suerte de “ortodoxia de la nostalgia” que lleva a recelar de cualquier cambio que afecte al formato de los libros.

Johannes Trithemius fue un monje que en la segunda mitad del siglo XV hizo una encendida defensa del manuscrito frente a la imprenta, que empezaba a arrancar en Europa. “El libro impreso”, escribió, “está hecho de papel, y como papel que es desaparecerá rápidamente. Pero el escriba que escribe con pergaminos hará que el texto dure”. Según el monje “estaba demostrado que la escritura manuscrita es la que produce una lectura más plácida y garantiza un mayor respeto y cuidado en la edición de los textos». Justo lo que se dice ahora a favor del papel y en contra el libro digital.

Mirar al pasado permite comprobar que la evolución de los formatos es muy lenta y que unos y otros pueden convivir durante siglos: “La escritura empezó en torno al año 5.000 antes de Cristo en tablillas de arcilla, pero esas tablillas se mantuvieron hasta el siglo I después de Cristo. ¡Estamos hablando de cuatro milenios de continuidad de un formato! Por otro lado, el papiro es casi simultáneo a la escritura en arcilla y todavía se usó en los códices: los había de pergamino, pero también de papiro. Y hablamos del siglo IV después de Cristo.

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