LecturaLab recogía la pasada semana la noticia de un informe aparecido en The Times of London en el cual se concluye que los niños varones leen poco porque todo lo relacionado con la literatura infantil está demasiado feminizado. Al parecer, son mayoritariamente mujeres quienes editan, comentan y compran estos libros. Libros que además, debido a todas esas manos femeninas por las que pasan, no tocan los temas de interés de los pequeños, tales como detalles técnicos de naves espaciales o peleas de piratas.
No deja de ser curioso que, sin embargo, la situación sea justamente la contraria en el caso de la lectura en adultos. Hay mayoría de editores, de autores y de críticos y, sin embargo, mayoría de lectoras. Lectoras que tradicionalmente no le han hecho ascos a La isla del tesoro o a 2001: una odisea en el espacio, libros de piratas y naves espaciales.
Por tanto, al leer la noticia, a la que esto escribe le asaltan una multitud de inquietudes. La primera de todas: ¿estamos en el siglo XXI? Eso dice el calendario, pero no los esquemas mentales de multitud de personas.
Si los niños varones no leen porque las «guardianas» de la literatura infantil son mujeres eso significa que los niños, desde muy pequeños, tienen prejuicios sobre lo que «es de niños» y lo que «es de niñas». Esos prejuicios no vienen en el ADN, son educacionales, así que hay que concluir que esta sociedad sigue haciendo las cosas mal en lo que a una educación más igualitaria se refiere.
Tal vez esta sociedad hace las cosas mal porque sigue considerando que a un niño le interesan las batallas de piratas y los detalles técnicos de una nave espacial, pero a una niña no. Porque se incomoda ante la posibilidad de que niños y niñas lean los mismos libros, les gusten las mismas cosas y tengan parecidos intereses por encima de estereotipos de género. Porque los padres (varones) no compran libros a sus hijos, quizá porque ellos mismos consideran que a su hijo no le puede interesar otra cosa que los detalles técnicos y las peleas de piratas. Tal vez porque los niños no ven a sus padres (varones) leer y consideran que esa es una actividad femenina a la que no deben prestar atención, so pena de que se les señale. Tal vez, precisamente, porque esta sociedad sigue señalando a los hombres y mujeres (niños y niñas) que no se comportan conforme al rol que su sexo les depara desde la infancia.
Hora es ya de abolir viejos prejuicios. Leamos de todo, demos a leer de todo. No demos por sentado que a un niño le gustan los libros de piratas y a una niña los de princesas. Hagamos de nuestros hijos personas libres de estereotipos, respetuosas con la diversidad. Que un niño o una niña no considere que tiene que ser semejante a los de su sexo y diferente de los del sexo contrario. Construyamos, por fin, una sociedad mejor. Si esa sociedad no la construimos los lectores, ¿quién lo hará?