El pasado mes de mayo se cumplieron 30 años de la muerte de John Fante, un escritor italoamericano de extracción humilde con una vida personal y literaria intensa y trágica. Para celebrar esta efeméride, Anagrama, la editorial que ha publicado toda su obra en castellano, recientemente ha sacado a la luz una colección de relatos titulada El vino de la juventud que, no podía ser de otra forma, ha vuelto a traducir Antonio-Prometeo Moya.
Fante fue un precursor de lo que Kerouac y Bukowski harían con posterioridad a él: crear un alter ego a través del cual ficcionalizar su propia vida y, partiendo de este material, escribir novelas autobiográficas que tendrían varias entregas a lo largo de su obra literaria. En el caso que nos ocupa, Fante creó un alter ego llamado Arturo Bandini que a lo largo de cuatro novelas (Espera a la primavera, Bandini, Pregúntale al polvo, Camino de Los Ángeles y Sueños de Bunker Hill) muestra un compendio de las mejores virtudes y los peores defectos del Fante real: Bandini es contradictorio, pendenciero y colérico pero, a la vez, es generoso, sensible y familiar.
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