El placer de leer es algo a lo que nuestro tiempo está renunciando o en lo que va claramente a menos. Probablemente porque leer libros verdaderos (también los hay falsos) requiere esfuerzo, y nuestra época tiene alergia al esfuerzo, o si lo prefieren, adicción a la facilidad. Y resulta altamente significativo y paradójico que mientras en ciertos ámbitos se invita a la sociedad a sofisticar sus gustos, a apreciar la comida deconstruida, o el vino de autor, en lo literario, se le incita a todo lo contrario, a conformarse con un puré insípido o con vino de tetrabrik. Y la sociedad se conforma.
Luisa Etxenike, Literatura y placer