Jean Genet fue condenado por la justicia hasta en diez oportunidades. Alardeaba de ser un vagabundo, un ladrón y un chapero.
Anne Perry admitió públicamente ser Juliet Hulme, la chica de 13 años que planeó y ejecutó con su amiga Pauline el asesinato de la madre de esta.
William S. Burroughs y su segunda mujer decidieron parodiar una escena de Guillermo Tell. En lugar de una manzana usaron un vaso; así como un revólver en lugar de la ballesta. Burroughs mató a su esposa de un balazo.
Sobre este tema se ha escrito, y mucho. José Ovejero hace dos años publicó en Alfaguara el libro Escritores delincuentes, un ensayo que plantea de qué forma la escritura puede –o no- ofrecer una redención e incluso propone cómo muchas vocaciones literarias se forjaron tras las rejas. También otros escritores como Diego Trelles Paz y su Círculo de los asesinos (Candaya, 2005) entraron en la línea de sombra del crimen y la creación.
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