Hubo años, al principio, en los que realmente ganaba la mejor novela a ojos de un jurado razonablemente profesional y entendido. Pero a partir de finales de los 70, comenzaron a ganarlo todo un elenco de conocidos escritores, ya consagrados muchos de ellos, que aseguraban una cierta calidad a la par que éxito de ventas.
Llegados a finales del siglo XX, comienzan a simultanearse ganadores mediáticos con meritorios novelistas; la inclusión de ciertos perfiles responde a que todos los novelistas consagrados lo habían ganado ya (o no se prestaron al «juego»), y hubo que comenzar a incluir en la nómina, junto a notables narradores emergentes, a periodistas reciclados, políticos retirados y advenedizos varios. También hay que añadir que cierta cuota de calidad ha cabido en la nómina de los ganadores recientes. Esto aseguraba el impacto mediático y las ventas. Incluso en muchas ocasiones eran francamente mejores las novelas finalistas, que era lo máximo a lo que podía aspirar una buena novela.
Y no es que no haya buenos escritores; es que la Literatura no vende. Y no nos olvidemos de que Planeta es un negocio, un enorme negocio, no una ONG.
Sevilla. finales del siglo XX. En un restaurante se han reunido un grupo de amigos, escritores muchos de ellos, todos relacionados con la cultura, la intelectualidad, la docencia o la literatura. Entre ellos, una veterana y prestigiosa escritora española que se venía mostrando remisa los últimos años a «presentarse» al Planeta.
De pronto aparece por allí José Manuel Lara (padre); saluda a los presentes y se dirige directamente a nuestra protagonista.
En el momento de despedirse arroja sobre la mesa un libro, cuya portada luce el inconfundible diseño de los Premios Planeta.
En él puede verse el nombre nuestra protagonista como autora, un título ficticio tipo «lorem Ipsum» y el subtítulo de Ganador del Premio Planeta año XXXX. El libro estaba en blanco. Al despedirse, Lara se limitó a concluir:
—Rellénalo.
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Es muy cierto lo que comentáis. Aunque hay honrosas excepciones en esos premios, como el ganado por Muñoz Molina con su Jinete Polaco.