El «tocho clásico» y las tardes de verano

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El "tocho clásico" y las tardes de veranoCon esta tendencia actual de que las vacaciones de verano se reduzcan a un máximo de quince días, donde se nos agolpan los compromisos y la puesta a punto de temas aparcados durante el año, se ha perdido esa oportunidad de dedicar un buen número de tardes del estío a la lectura, y es un privilegio del que sólo disponen los jóvenes estudiantes que hayan sido aplicados y, en contra de su voluntad, aquellos ciudadanos que disfrutan de esas vacaciones permanentes y forzosas, un público amplio, algo que, en este caso, no nos produce satisfacción.

También es posible que, siendo usted lector, pero estando en tiempos de crisis, le cueste aquello de soltar unos cuantos euros por un puñado de libros de 150 páginas (o su equivalente en bits), euros que quizás prefiriese invertir en un tinto de verano donde también caben unas cuantas historias, aunque quizás es cuestión de administrarse sabiendo que el talento no se mide al peso.

Nosotros, no obstante, en el caso de que disponga de tiempo y de poco efectivo le decimos que no lo dude y acuda a aquello que podíamos denominar el “tocho clásico” (y alguno más moderno), toda una apuesta segura en calidad y en horas a invertir.

Estamos convencidos que puede resultar un verdadero placer que una historia con sus múltiples devenires le acompañe durante tres meses, porque sus personajes pueden que acaben convirtiéndose en unos amigos más a lo que ha visto nacer, crecer y a muchos de ellos morir. Porque hay historias que se pueden contar con brevedad y son fantásticas, pero otras muchas necesitan de muchos folios para ser eternas.

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