¿Qué estamos haciendo en los centros educativos con la lectura? Hay una auténtica obsesión por el fomento de la lectura, muchas veces por dar una respuesta burocrática y otras muchas por pleno convencimiento, pero estas, digamos, buenas intenciones chocan con su puesta en práctica, la mayor parte de las veces un auténtico varapalo al despertar o abonar el gusto y la práctica lectora.
Un ejemplo rápido y muy extendido en colegios e institutos: la hora de lectura; se establece una hora a la semana, que generalmente va rotando para afectar de igual modo a todas las asignaturas en el que el alumnado ha de permanecer en silencio leyendo un libro. Se me ocurren diez mandamientos para derrumbar esta práctica, pero los voy a resumir en dos: al que ya es lector le sobra esta hora, y el que no lo es, ¿alguien cree que adquirirá el gusto estando obligado a leer en silencio durante una hora?
¿Y quien, tradicionalmente, impone libros obligatorios? La asignatura de Lengua castellana y literatura. Cualquier programación de la asignatura insistirá en que estos libros de lectura obligatoria ayudarán a afianzar la comprensión lectora y los conocimientos adquiridos en el aula relativos a estructuras textuales, géneros, estilos… así como, en el caso de los cursos superiores en los que ya entra en juego la historia de la literatura, ejemplificar las distintas corrientes literarias y conocer algunas obras consideradas esenciales en el corpus literario de la lengua. Y yo estoy de acuerdo con estas premisas, el problema es el modo y el coste que estemos dispuestos a pagar.
Abogo por la erradicación de los libros obligatorios en la Educación Secundaria y su sustitución por listas abiertas, elección individual, supervisión y consejo (adaptaciones, lecturas conjuntas en el aula, lectura de fragmentos en el caso de las lecturas históricas, Celestina, Lucanor, Quijote…). Los alumnos lectores ya sabrán qué libro quieren leer o escogerán rápidamente de entre nuestras sugerencias; los no lectores necesitarán ayuda, y podremos partir de su nivel para que, quizás, le cojan el gusto: y si no no pasa nada. Da más trabajo, sí, pero tendrá sentido: subirá el índice de placer durante la lectura, quizás se gane algún lector, y no se perderá ninguno.
[vc_button title=»Fuente» target=»_blank» color=»default» href=»http://librodeloscuervos.com/articles/16/acabar-de-una-vez-por-todas-con-las-lecturas-obligatorias»]