La compañía de venta de libros por Internet Amazon no deja de protagonizar la actualidad informativa. Duras críticas de algunos Gobiernos como el francés, acusaciones de competencia desleal y evasión fiscal por parte de libreros y otras empresas del sector, denuncias de explotación laboral, anuncio de que su principal accionista y fundador compra The Washington Post…
El pasado mes de junio todos los medios recogían el conflicto del Gobierno francés con la multinacional tras las declaraciones de la ministra francesa Aurélie Filipetti, que acusaba a la empresa de prácticas comerciales restrictivas sobre la libre competencia: “Hoy todo el mundo está harto de Amazon, una compañía que, por su práctica de dumping, tira abajo los precios con el fin de penetrar en los mercados para después, una vez en una posición de cuasimonopolio, hacer que los precios vuelvan a subir”.
En realidad los descuentos de Amazon apenas son del 5% y la gratuidad de los gastos de envío, pero el carácter controvertido de la multinacional es mucho más que esto. Por ejemplo tener su sede en Luxemburgo ha levantado las iras de los libreros europeos y muchos Gobiernos que observan cómo, sin violar la legalidad, la empresa logra evitar gran cantidad de impuestos.
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yea brother
De lo que se concluye, que la mayoría de las quejas están injustificadas y resultan exageradas.
La conclusión, más bien, debería ser: ¿queremos que el mundo del libro esté en manos de una empresa monopolística?, ¿queremos ayudar a una compañía que no tributa en nuestra país y, por ende, no contribuye a mantener esa mejor educación, mejor sanidad y demás que todos anhelamos?, ¿queremos contribuir a la explotación de los trabajadores, refrendando con nuestra compra sus políticas laborales? Personalmente no es esa la sociedad que yo quiero, pero cada quien es muy libre de actuar como mejor crea.