Un artículo contaba que Amazon tiene acceso a la información al dejan los lectores de ebooks en un aparato Kindle, comprados y descargados desde su portal. Así, de vez en cuando Amazon publica una lista de los fragmentos más subrayados en cada lengua.
Supongo que las citas de libros son una buena estrategia comercial para atraer nuevos lectores. La parte inquietante, sin embargo, es que todo lo que ocurre dentro del territorio del Amazon Kindle, cualquier gesto del lector de sus ebooks, queda registrado. Luego el análisis de todos esos detalles les permite sacar conclusiones sobre sus clientes y los libros que compran. Pueden ser cuestiones epidérmicas como las frases más subrayadas o las palabras más buscadas en el diccionario, pero también quedan grabados los usos y costumbres de los lectores, que deberían ser privados, como de hecho lo es el acto de leer. Se trata en cierta forma de una lectura vigilada.
En inglés, Amazon, Barnes & Noble y otros portales de lectura ya analizan estos datos para interpretar los gustos de los lectores. Así saben si prefieren capítulos cortos o largos en las novelas negras. Si dejan un libro en la página 50 o 90 porque es demasiado complicado. Si se saltan un capítulo porque contiene muchas descripciones. Etcétera. Luego, por supuesto, los editores digitales utilizan estos datos para sugerir a los autores populares que escriban sus novelas de acuerdo a los gustos mayoritarios. Para justificarse, los espías dicen que lo hacen “para dar al lector lo que quiere”, pero ¿de verdad sabe el lector lo que quiere? ¿No es este, precisamente, uno de los misterios de la lectura? Empezar a leer sin saber lo que uno se encontrará, si le gustará o no…
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