Recientemente tuve la oportunidad de trabajar en una feria de libros vendiendo directamente a papás, abuelos, tíos (y niños). Ha sido muy estimulante comprobar cómo los papás pueden alentar a sus hijos en las lecturas.
1- Coleccionar está bien. Cuántos de nosotros recordamos esa pequeña biblioteca doméstica a la que acudíamos en momentos de aburrimiento o para buscar un rato de sosiego.
2-Ser generoso, también. ¿Vamos a una feria del libro? Pues a romper la hucha. Si vamos a visitar una feria con más de 300 casetas, llevemos suficiente dinero para gastar sin que sea una tensión comprar. Total, seguro que esto ocurre una vez al año.
3-Repetir no es malo. Un libro que le han leído en la escuela, la biblioteca o en alguna animación lectora, que le ha gustado y que encuentran en un mostrador, es una alegría sin par. Tener el libro que tanto disfrutó, es casi un premio.
4-Los libros, se tocan. ¡Sí!, se abren, se miran, se calcula el peso, se tienta el volumen, se aprecia el papel, se repasa con la vista antes de sacar el dinero del bolsillo para pagar.
5-A veces eligen los niños. Es bueno que los niños aprendan a organizar sus compras. Como todos, unas veces gastarán su dinero mejor que otras. Como todos, a veces comprarán por impulso y a veces meditarán su compra.
6- A veces tienen que elegir los adultos. Como los niños no conocen toda la oferta, ni siquiera su propia demanda, es bueno elegir cosas para ellos.
7-Las regresiones no son malas. Muchos niños que están en la carrera de la lectura experimentan un momento de desánimo y necesitan acudir a lecturas más sencillas.
8-Comprar es un placer. Si, sobre todo, comprar libros.
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Momentos mágicos: la elección de un libro.
Gracias.