Manuel Carreiras conoce de primera mano los secretos científicos de la lectura, aquellos procesos silenciosos que se activan en nuestros cerebros en el preciso momento en que un libro –novela o ensayo– nos hipnotiza y nos secuestra del mundo.
Al leer, tres áreas de la corteza exterior del cerebro trabajan: el lóbulo frontal, encargado de procesar las imágenes; el lóbulo occipital, que asocia los símbolos que percibimos, o sea, las letras con un significado, y también el lóbulo temporal. Se ven claras diferencias morfológicas entre los cerebros de aquellos que leen y aquellos que no.
Cada vez que leemos, nuestro cerebro cambia. La lectura provoca alteraciones estructurales como todo aprendizaje. El cerebro es un órgano muy plástico. Y leer es para la mente como ir al gimnasio. Desencadena procesos complejos y automatizados. Por eso nos parecen tan simples.
Leer, así, no es una actividad marcada por la pasividad. Es el combustible de las neuronas, una actividad que nos enriquece cerebralmente. Leer también nos vuelve más veloces mentalmente y permite que nuestra experiencia sensorial sea más rica.
Leer nos transforma por dentro. Y mucho.
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