Desvíos – René Crevel

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Desvíos - René Crevel«Desvíos» fue la primera novela escrita por René Crevel, y aunque en ella no llega a la refinada originalidad que me fascinó en ¿Estáis locos?, ya se perciben algunos de los rasgos que le convierten en un autor al que merece la pena leer.

Tiene Crevel un estilo audaz, divertido, una manera de narrar característica que logra retener la atención del lector. Pues es precisamente la voz del narrador (y en Desvíos éste tiene mucho del propio Crevel) quien dota de peculiaridad al texto. Es la suya una voz irónica, voz que interpone entre la primera persona que cuenta y los acontecimientos contados una barreta de ironía, de indiferencia, incluso, en ocasiones, de insolencia; pero esa barrera resulta un frágil parapeto tras el que resulta fácil ver la sensibilidad y la inseguridad de un ser emotivo, delicado, al que la realidad no puede sino ofender. Ahora bien, el narrador es consciente de que está enseñando sus cartas al lector, le está poniendo fácil descubrir la trinchera en que se oculta. Y en esa ambigüedad reside la seducción de la obra: narrador y lector fingen desapego, pero ambos saben que la realidad duele, y mucho.

Otro motivo por el que hay que leer cuanta obra de Crevel llegue a nuestras manos es por su manera original de presentar la realidad. Aunque adscrito al surrealismo, René Crevel no nos presenta un galimatías incomprensible, sino que, simplemente, acentúa esos aspectos de la realidad que todos sabemos chocantes, curiosos, esos guiños que la existencia nos hace. El surrealismo en él no es impostura, sino el fruto de una especial sensibilidad para captar lo que la vida tiene de surreal (que lo tiene, y mucho). Crevel retrata de esta manera, real y simbólica a un tiempo, la sociedad moderna que comenzaba a fraguarse a principios del siglo XX.

Por último, Crevel hace gala de una imaginación única para tramar historias descabelladas que nos divierten y hacen pensar a un tiempo. Y aunque Desvíos es menos disparatada que ¿Estáis locos?, se puede apreciar en ella el mismo entramado: el narrador en primera persona a medias melancólico, a medias irónico; la mujer audaz, sardónica y algo cruel; la manera de presentar a los personajes, retrotrayéndonos a un momento de sus vidas en que eran absolutamente diferentes a como se nos aparecen ahora. Y el resultado es una obra singular y atrayente.

Apuntaba más arriba que Daniel, el narrador y protagonista de Desvíos, tiene mucho de Crevel, (aunque también el Saudade de ¿Estáis locos? lo tenía). Tal vez el principal nexo sea la huella del suicido paterno, que Crevel afrontó con tan sólo catorce años, y del que el Daniel de Desvíos se siente culpable. Porque el padre, un general al que obligan a retirarse del servicio porque había conservado ciertos vicios a su regreso de las colonias, pone en práctica la manera de suicidio que el joven Daniel le propone en una conversación supuestamente intrascendente.

Lo que iba a responder era grave, muy grave, pero un diablo me obligaba a hacerlo. «Padre, yo elegiría una manera discreta para no perjudicar a quienes llevan mi apellido. Un cazo sobre el quemador; con la ventana bien cerrada, abro el gas; olvido encender la cerilla. Reputación a salvo y tiempo de pronunciar su confiteor
Al día siguiente, la criada de mi padre vino a decirme que el señor había sufrido un accidente.

Pero Desvíos es sobre todo, nuevamente, la historia de una búsqueda personal: la búsqueda de un joven que necesita hallarse a sí mismo. Se busca en la ciencia, en el amor, en la vida aventurera. Pero todas esas experiencias son extravíos que le alejan del conocimiento de sí que necesita hallar. Un conocimiento que finalmente parece aguardarle dónde no se le había ocurrido buscar: en la soledad en la que necesariamente debemos enfrentarnos a nosotros mismos.

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1 COMENTARIO

  1. En esta reseña sí que hay «hondura», y no en los escritores americanos, que son todos «juveniles» y superficiales, ¿verdad, Sra. Castro?

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