La mujer de la arena – Kōbō Abe

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La mujer de la arena - Kōbō AbeHay una araña que vive en climas desérticos. Para alimentarse, cava en la arena un hoyo cuyas paredes tienen la inclinación exacta para que los insectos desprevenidos que caen en él no puedan escapar trepando. Cuando, por ejemplo, una pobre hormiga queda atrapada en el hoyo, la araña, que ha permanecido oculta enterrada entre los granos de arena, sale y devora a su víctima.

La imagen de esa araña asomaba a mi mente mientras leía La mujer de la arena, de Kōbō Abe. En la novela, un aficionado a la entomología llega a una zona de dunas junto al mar, dispuesto a investigar los insectos de la zona y con la esperanza de encontrar una nueva especie. Cerca de la orilla descubre una extraña aldea, semienterrada entre las dunas, en la que decide hacer noche. Nuestro hombre pernoctará en casa de una mujer que, casi desde el momento de su llegada, le hace comprender que espera que se quede con ella para siempre. En efecto, el hombre (solo al final de la novela se le dará nombre) ha quedado atrapado en el fondo del hoyo de arena de la araña.

Sin embargo, la mujer de la arena no es tanto una depredadora como un cebo ella misma. Puesta en el fondo de su hoyo de arena, es en parte usada como un reclamo para que el hombre desee permanecer en una aldea que corre peligro de ser engullida por las dunas. De la situación del poblado y de los oscuros designios que se empeñan en retenerle allí irá sabiendo el hombre poco a poco.

La mujer de la arena es decididamente una novela posmoderna, pero nos enseña algo sobre la obcecación y sobre la futilidad de ciertos trabajos. También sobre la capacidad humana para resignarse a lo inimaginable y acabar por aceptar las circunstancias que el día a día ha logrado imponer.

Los aldeanos, también la mujer, están empeñados en salvaguardar su pueblo y mantener la arena que los amenaza a raya. Se afanan día a día en un trabajo que, si bien no retrocede, tampoco avanza. Y están dispuestos a cometer cualquier acto que les ayude a continuar su lucha.

El hombre, por su parte, no se resigna a quedar atrapado en esa vida penosa. Sin embargo, incluso en contra de su voluntad, determinada en todo momento a huir, los lazos de la costumbre y de la pertenencia le van atrapando sin él darse cuenta. Es ese juego de voluntades el que Kōbō Abe desovilla, con acierto y contención, en La mujer de la arena.

Pero las voluntades enfrentadas pertenecen ambas a la misma persona. El hombre desea escapar de su cautiverio y no ceja un minuto en su empeño. Pero al tiempo, las cadenas de lo cotidiano lo van apresando sin él darse cuenta. Cuando emprende, en el fondo de su agujero, un proyecto propio, ya no impuesto por los aldeanos, pierde la batalla, aunque él todavía no lo sepa.

La mujer de la arena es un libro sencillo, escrito con solvencia pero sin alardes narrativos. Una lectura amena, aunque no trascendente que puede contentar a cualquier lector, lo que no es poco.

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