«Los entresijos del anarquismo» resulta una obra de muy interesante lectura para todos aquellos que desean profundizar en las causas de la convulsión política y social que agitó Europa a finales del siglo XIX y que, en buena parte, configuró nuestra sociedad actual.
Flor O’Squarr trató en esta obra de dar una visión completa, y en lo posible imparcial, del movimiento anarquista. El autor consideraba que el grueso de la sociedad ignoraba todo de los anarquistas, no teniendo de ellos, de sus ideas y de su esperanza de revolución, más que las ideas parciales y casi siempre politizadas que los periódicos tenían a bien ofrecer. Así, O’Squarr buscó desentrañar en este breve ensayo cuál era el origen del anarquismo, cuál su ideología, cuál su moral y cuál su praxis. Y esto lo hizo en un momento en que el anarquismo era un asunto de candente actualidad, debido a los terribles atentados cometidos por Ravachol.
Aunque el autor se centra exclusiva y pormenorizadamente en el tema del anarquismo, podemos vislumbrar al fondo de su ensayo la terrible pobreza, la miseria y el hambre que acuciaban a la clase trabajadora de la época, explotada de forma indigna. Recordemos, por ejemplo, que sólo en 1888 se consiguió la jornada de ocho horas en algunos estados de EEUU; o que en caso de enfermedad, o en la vejez, el obrero no contaba con ninguna asistencia, lo que irremisiblemente le condenaba a la miseria, casi siempre después de una vida de duro trabajo llena de privaciones.
En ese escenario floreció el anarquismo, en todas sus modalidades, como una doctrina que auguraba una nueva aurora para la humanidad, libre ya el trabajador de la esclavitud y la opresión, iguales por fin patrón y asalariado. O’Squarr apunta con tino que las tendencias ácratas surgidas en el seno de la masa trabajadora, eran fruto de un lógico resabio a las consecuencias de su participación en pasadas revoluciones (la Revolución francesa, la Comuna), cuando el pueblo había derramado su sangre en las barricadas sólo para sustituir a unos cleptócratas por otros.
Evidentemente, el obrero busca una nueva rebelión, pero el resultado de la misma debe ser su libertad, que sólo será segura si la sublevación acaba con cualquier forma de poder. Una vez que ha comprendido esto y con la experiencia de la injusticia social que ha sufrido en su propia piel, el anarquista se lanza a la acción. Y esa es la parte difícil, como señala el autor. Las cabezas están llenas del ideal de la aurora que ha de despuntar, el anarquista está convencido de que aspira a algo justo pero, ¿cómo divulgar esa idea?
O’Squarr hace entonces un exhaustivo recorrido por los periódicos anarquistas que se publicaban en la época, desde los moderados a los radicales. No sin ironía señala que muchos de estos periódicos vivían gracias a las suscripciones de lectores burgueses, que consideraban muy chic concederse un aura de rebeldía y de contemporaneidad. Ahora bien, editar un periódico anarquista solía traer consecuencias en forma de multas, prisión y deportaciones a Cayena; penas por las que los anarquistas pasaban con gusto en su afán de convertir mediante la palabra.
Sin embargo, existía un método más feroz de persuasión: la propaganda por el acto. Aunque la idea original de la acción directa como forma de llamar la atención sobre la lucha anarquista hablaba de huelgas, manifestaciones y sublevaciones, algunos anarquistas eligieron el homicidio o el robo como método de propaganda de su idea.
Los atentados con dinamita conmocionaron especialmente a la sociedad y sembraron el terror entre la burguesía. Y aunque el autor dedica un capítulo entero de «Los entresijos del anarquismo» a apuntar recetas para construir explosivos, lo hace sólo para poner de relieve las enormes dificultades y riesgos que entrañan y, de esta manera, asegurar a las buenas gentes que el cataclismo de fuego que algunos anunciaban jamás vería la luz.
Flor O’Squarr buscó la imparcialidad al preparar «Los entresijos del anarquismo». Expuso las teorías y los hechos y planteó algunos razonamientos tratando de no juzgar. Aunque repudió los crímenes perpetrados, también expuso las miserables condiciones de vida de la clase obrera, considerando lógico que hubiera quien buscara, más allá del cambio, el resarcimiento.
Y es que, en general, de esta obra se desprende la idea de que el deseo de los trabajadores de un mundo justo donde poder llevar una vida digna, tenía necesariamente que triunfar. O’Squarr, como muchos intelectuales de la época, parecía seguro de que esos nuevos tiempos llegarían; y aconsejaba al burgués que tuviera en cuenta que había llegado el momento de abdicar, morir, o defenderse.
¡Qué buena reseña! Es un libro que me parece tremendamente interesante.