Opiniones de un payaso – Heinrich Böll

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Opiniones de un payaso - Heinrich BöllHans Schnier es un payaso que ha cometido la peor acción que un cómico puede llevar a cabo: provocar compasión. Su mujer le ha abandonado y esa situación le ha abocado a lo que parece ser el fin de su carrera y la ruina económica. Durante una tarde en Bonn, Schnier se dedicará a repasar su vida a través de conversaciones telefónicas con sus conocidos.

De esta manera, Heinrich Böll lanzó en 1963 en «Opiniones de un payaso» una mirada crítica a una Alemania marcada por las heridas causadas por la guerra, que se mostraba hipócritamente arrepentida del nazismo. Pero, sobre todo, es una mirada crítica a la toma de posiciones de los demócratas cristianos para conservar una importante parcela del poder político; una toma de posiciones que implicaba la perversión de las doctrinas cristianas en favor de unos intereses que nada tienen que ver con la religión.

Pero «Opiniones de un payaso» envuelve sabiamente esa lúcida disección de la realidad social alemana de los primeros sesenta en la historia vital de un personaje que resulta conmovedor. Hans Schnier es un hombre apolítico y agnóstico, que sólo desea poder ensayar y representar sus números de payaso y amar a su mujer. Sin embargo, las circunstancias políticas y sociales se inmiscuyen en su vida privada, de modo que no le queda otro remedio que tenerlas en cuenta. Y en esto Böll se muestra tremendamente acertado al señalar cómo el hombre no puede permanecer ajeno (ni creer que permanece ajeno) a la realidad que le rodea. No puede obviar que la política le atañe, que las reglas sociales le atañen, que las decisiones que otros toman le atañen, aunque él proclame no tener interés en la política, o las reglas y decisiones que otros toman.

Hans ama a Marie, y con la realidad de ese amor él tiene suficiente. Sin embargo, no está casado con ella, que es católica y pertenece a un grupo de activistas que nunca le perdonan que viva en pecado y acabarán por lograr que abandone a Hans. Las reflexiones del payaso sobre la forma en que, solapadamente, los católicos han logrado arrebatarle a su mujer, arroja luz sobre los distintos aspectos de la doctrina católica de la que los demócratas cristianos se sirven para sojuzgar a sus seguidores.

De este modo examina la «concupiscencia carnal», a la que Hans siempre se refiere entrecomillándola, sorprendido de la manera en que los católicos subliman o vulgarizan el instinto sexual, impidiendo así que sea vivido como algo natural y propio del ser humano. También esa democracia en la que los demás deben vivir con lo mínimo porque el esfuerzo diario y la sobriedad dignifican al hombre, aunque esa misma regla no aplica para un dirigente demócrata cristiano. Y, en general, repasa todos los «principios de orden» por los que determinadas personas se creen con derecho a dirigir la vida de los demás según unas nociones de «bueno» y «malo» que resultan bastante elásticas dependiendo sobre quien se apliquen.

La mirada mordaz, contestataria e independiente de Schnier, un humilde payaso que sólo deseaba el amor de una joven, se convierte así, de la mano de Böll, en la herramienta perfecta para sacar a la luz los claroscuros de una sociedad donde la hipocresía pretende poner tiritas a heridas que aún sangran y se empeña en utilizar eufemismos para designar según qué cosas.

El compromiso de Böll con la realidad de su tiempo y su entereza para tomar posiciones desde sus obras es sin duda el mejor aval para acercarse a una literatura que retrata el germen de la Europa que vivimos.

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18 COMENTARIOS

  1. Que comentario más impresionante el de Miguel, debes de ser un hombre muy versado. Este libro debo leerlo.
    Que suerte saber de Heinrich Boll y su obra, pues siempre me pregunte como hizo Alemania para lidiar con la memoria Nazi. Creo que acá encontraré algunas respuestas.

    Saludos.

  2. Siempre que he visto los documentales del Tercer Reich, filmados por la cineasta Leni Riefenstahl, con esas enfervorecidas multitudes de cientos de miles de personas domeñadas por una única pulsión, el führer Adolf Hitler, me he formulado el mismo interrogante: ¿qué suerte les depararía el destino a todos esos rostros anónimos gesticulantes que llenan la pantalla?

    Heinrich Böll lo explica con claridad en “Opiniones de un payaso” al retratarnos a los padres, maestros y amigos de Hans Schnier, protagonista de la novela. Ellos, como buena parte de la sociedad alemana, continuaron sus cotidianas vidas como si nada hubiera ocurrido, un reconfortador proceso de amnesia se lo permitió. Así, la madre que envía a su hija a la carnicería final se dedica a presidir un comité de asociaciones para la conciliación de las diferencias raciales; el profesor que justifica el fusilamiento de desertores, por negarse a defender el santo suelo alemán, pasa veinte años después por ser un ciudadano ejemplar sin mácula alguna; un jefe de las Juventudes Hitlerianas recibe, pasados los años, la cruz del mérito federal por sus esfuerzos en divulgar ideas democráticas entre los jóvenes. Es el dibujo preciso de una sociedad que ha sido incapaz de asumir la culpa y se halla pendiente aún, creo yo, de afrontar su catarsis reparadora, fijémonos sino en el recientemente fallecido Günter Grass que, hasta la publicación de su autobiografía en 2007, ocultó su pertenencia a las Waffen – SS durante la guerra.

    No es mi intención aprovechar el comentario de este libro para tratar de dar un repaso a la historia europea del siglo pasado y al papel que Alemania ha desempeñado en ella, – carezco a buen seguro de base y conocimientos precisos para hacerlo -, pero me resulta imposible pasar de puntillas sobre el tema sin dar mi opinión al respecto. Dos han sido las ocasiones, la Gran Guerra de 1914 y la Segunda Guerra Mundial, en que Alemania ha tratado de poner en práctica su papel de potencia hegemónica y expansionista, en ambas fracasó estrepitosamente; su sueño de crear el Gran Imperio Alemán, vía “manu militari”, se vino abajo. Últimamente, los tiempos y los modales han cambiado aunque no tanto como pensamos, lo está volviendo a intentar de otra manera, económicamente, con el beneplácito de palmeros como Holanda, Dinamarca o Finlandia, que se limitan a jalear sus directrices. Esos vagos del sur, reparen en casos como el de Grecia, vienen a decirnos, necesitan rigor y método en sus políticas: nosotros, que vamos tan sobrados de ellos, les enseñaremos a gobernarse. Veremos si a la tercera va la vencida y consiguen sus objetivos.

    En esta batalla abierta, desigual e injusta, del tirachinas contra el obús, mis simpatías son claras y más cuando me entero de aberraciones como la siguiente. Dentro de las reparaciones de guerra, por cierto aún pendientes de satisfacer tras casi setenta años, que Grecia exige a Alemania se incluyen, dejemos aparte las devoluciones de tesoros arqueológicos expoliados, el capital, y los intereses derivados de éste, que el Banco Central griego otorgó a las autoridades alemanas para costear los gastos de ocupación. Alguien puede imaginar situación más humillante, el ocupado tiene que costear la ocupación, o sea la víctima, entendámonos, debe proporcionar la vara con la que va a ser apaleada… Y todo esto, faltaría más, sin perder la sonrisa de los labios. ¡Cómo para no tomar partido!

    No es de extrañar pues que la aparición del libro en 1963 representara un auténtico terremoto en Alemania, a nadie le complace que le remuevan los muertos del armario, aparte de ser de muy mal gusto apesta toda la casa. Y es que Böll se aplica a la tarea con entusiasmo y saña sin dejar títere con cabeza alguno; podríamos decir que su obra es un ajuste de cuentas en toda regla contra la memoria colectiva de un país que ha escondido parte de su historia debajo de la alfombra. Los más perjudicados en este alegato son el estamento político y eclesiástico, el primero por dar cabida en su seno a personas o personajes de dudosa reputación democrática y el segundo por olvidar su papel y dedicarse a compadreos para ahondar en su influencia y poder. La causticidad de Böll con las organizaciones católicas de base alcanza cotas inimaginables, retratándolas como poco más que sectas alienantes que acosan a sus miembros descarriados hasta hacerlos volver al redil. Esto será lo que arruinará la vida de Hans Schnier y su amor por Marie.

    El libro está escrito en una clave de amargura enorme y los escasos momentos de ácido humor, vertidos en las reflexiones de Hans, no pueden enmascarar el desagradable aspecto con el que el autor dota a sus personajes. A excepción del viejo Derkum, padre de Marie, la mediocridad es la tónica general de todos ellos y ni siquiera su protagonista puede sustraerse a esta pauta general. Al fin y al cabo no hay nada más patético que un payaso triste y enamorado.

    Cordiales saludos a los seguidores de solodelibros

  3. Buenas noches, sé que existe una versión para el teatro de esta bellísima obra. ¿Alguien sabe dónde la puedo conseguir? Muchas gracias por sus respuestas.

  4. Yo agregaría y raro que lo hayan pasado por alto es la idea y la visión que tiene el autor acerca del artista en este nuevo mundo que esta muy ligada a los conceptos contemporáneos del arte y la actitud que un artista, sin duda Hans Schnier es un artista que se ha vuelto arte.

  5. este libro es el que mas me gusta lo he leido cuatro veces y no me canso de verdad alguna chica que le encante este autor para conversar de ecuador desde luego ambato en lo posible, por que me gustaria conoerla

    la frase que me impresiona entre algunas es esta: solo me quedan la jacquca y la melancolia pero me son tan familiares como el pensamiento de la muerte

    • Es el mejor libro que he leido nunca, y he leido muchos, es increible la tenura que inspira un pesonaje tan puro, tan incontaminado, y para mi la mejor frase es una muy cortita pero que refleja a la pefección toda la amargura, toda la ternura y el amor que hans siente por ella. La frase es: «No tomes nada, Marie»

  6. muy buen libro me gusto mucho. La ideologia que hans nunca oculto ante las situaciones cotidianas de esa epoca es de lujo , asi como su cinismo me parece comico le doy un 9…

  7. LA PARTE EN QUE HANS Y MARIE DESCUBREN SU SEXUALIDAD, ESE CAPITULO 7 ES OBLIGATORIO, AHI ESTA LA RAIZ DE LA NOVELA. EL INCONVENIENTE ES LA TRADUCCION HACE QUE ALGUNOS PARRAFOS SEAN ININTELIGIBLE, SALUDOS DE PERU

  8. heii excelente reseña…aun no lo termino de leer pero ya siento el aroma que expediste al escribir!!! …simplemente un suspiro por la literatura!

  9. Yo estoy de acuerdo con un comentario expresado más arriba, ha sido un placer leer tan bien valorado un livbro que en mi juventud m e gustó tanto a pesar de ser yo lectora de cosas fáciles. No me acordaba nada de su trama pero siempre tuve presente que había sido un libro importante para mí.
    A veces me ha llevado a reflexionar que en materia de lectura uno también se aburguesa mucho y sólo lee lo que le resulta fácil y entretenido.

  10. Este libro es una maravilla. De los que te dejan años pensando en él. Aún recuerdo pasajes enteros. Y, de verdad, la última escena, con Hans entrando en la estación de tren, es digna de ser considerada uno de los grandes momentos de la literatura. Ora pro nobis.

  11. Ha sido un placer leer esta reseña de un libro que leí muy de joven y del que apenas tengo recuerdos. Recientemente he leído un comentario sobre esta obra (de Vargas Llosa – La verdad de las mentiras) en el que se ponen de manifiesto las profundas creencias cristianas del autor.

    También se destaca cómo, pese a ser un libro incómodo con una sociedad que deseaba superar los traumas y lanzarse a un consumismo anestesiante, el libro se convirtió en auténtico éxito de ventas.

    Y es que a veces no es cierto eso de que se publica (o televisa) aquello que la gente desea. Es necesario recuperar ese epíritu de indomable coherencia de Böll.

    Un abrazo.

  12. Por cierto, el otro que aconsejas, «El honor perdido…», también me gustó mucho. Pretende indignar (además con referencias muy explícitas a un medio de comunicación real) y lo consigue.

    Saludos, otra vez.

  13. Pocas veces me he reído tanto con un libro como cuando leí éste (me acuerdo de su facultad de oler por teléfono y cierta conversación con el portero de un colegio, o algo así). Me pareció muy muy bueno.

    Saludos.

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