Como ya sabrán los que sigan esta página con cierta asiduidad, Henry James se cuenta entre los autores más apreciados por el que suscribe. Sin embargo, La copa dorada ha supuesto una experiencia frustrante, pobre y sumamente aburrida. Un veredicto feroz, desde luego, pero que no puedo evitar a la luz de lo mucho que me ha costado terminar un libro que comencé con verdadera fruición.
La copa dorada narra las relaciones que se establecen entre cuatro personajes. Adam Verver es un acaudalado norteamericano que recorre Europa comprando obras de arte. Como si otra pieza se tratase también «compra» para su hija, Maggie, a un príncipe italiano como esposo. Las estrechas relaciones entre padre e hija empiezan a resquebrajarse cuando Adam contrae a su vez matrimonio con Charlotte, una vieja amiga de Maggie, que fue en su momento amante de Americo, el príncipe que se ha convertido en pariente tras su enlace. Los lazos de unión de estos cuatro personajes se tensarán al extremo con el devenir de unas circunstancias nada propicias para algunos de ellos.
El planteamiento, como en otras obras del autor, es muy sencillo: James se centra en la psicología de unos personajes cuyas acciones apenas tienen importancia, puesto que la verdadera tensión tiene lugar en sus mentes, en sus deseos, en sus formas de interrelacionarse. El narrador, omnisciente y minucioso observador, se demora en la recreación de sentimientos que conforman la verdadera historia, aquello que teje los lazos entre los distintos protagonistas; así, lo que en principio parece una trama sencilla se complica en la medida en que cada personaje tiene percepciones muy distintas de lo que piensan los demás. El resultado es que ese narrador nos conduce a través de unas mentes que observan la realidad con ojos muy distintos.
Hasta aquí, todo bien. El problema llega cuando la inabarcable y torrencial prosa de James anega por completa la percepción del lector. Cierto es que su estilo es siempre profuso, pero en esta ocasión alcanza cotas de una desmesura insoportable; frases interminables que se enroscan sobre sí mismas, que serpentean no ya sin aportar información (lo cual no sería óbice, sino simple elección estética), sino confundiendo e incluso rozando la contradicción. Frases y párrafos que, en lugar de sumar significados para poder entender la conciencia de los personajes, desgastan tanto a estos como a la trama y, sobre todo, dinamitan la paciencia del que lee, que se ve obligado a hacer un esfuerzo mayúsculo en pro de un entendimiento más o menos cabal del asunto.
Sería burdo simplificar la novela diciendo que Henry James dedica setecientas páginas a narrar un adulterio que apenas tiene lugar en dos de ellas; y, sin embargo, la afirmación no estaría lejos de la realidad y pondría de manifiesto la falta de criterio del autor a la hora de afrontar el tema. Porque, pese a que uno guste de la morosidad narrativa y esté de acuerdo en que un estilo copioso puede contribuir a la formación de una imagen textual, lo que sí tengo claro es que hay límites para ello. Límites que en esta ocasión el escritor sobrepasa con creces, convirtiendo unos retratos psicológicos estupendos en una meditación autorreferencial excesiva, tediosa y en ocasiones casi absurda por lo enrevesado del estilo.
En pocas palabras: aparquen la lectura de esta obra en favor de cualquier otra novela de James, que es un autor al que realmente merece la pena leer. Así no malgastarán su tiempo.
Más de Henry James:
- 13 cuentos de fantasmas
- Las alas de la paloma
- Las bostonianas
- Cuatro encuentros
- El Eco
- Los embajadores
- Eugene Pickering
- La figura de la alfombra
- El mentiroso
- Los papeles de Aspern
- Retrato de una dama
- Washington Square
Absolutamente de acuerdo, voy por la página 134 y no creo que pueda acabar la novela.
Pensaba que estaba ante una gran obra, un clásico y que debía tener paciencia y en algún momento empezaría a disfrutarla. Pero nada, leer esta obra es una tortura y no creo que me aporte gran cosa, aparte de satisfacer la curiosidad literaria y el reto de entender por qué se considera una novela tan importante.
Este libro es totalmente odioso, para mi ha sido un suplicio. Me consuela saber que hay lectores con los que coincido en este opinión. Y me sorprende ver que hay comentarios positivos de otras obras suyas. A ver cuando se me quita el susto y me animo con otro libro de Henry James.
Terminé el libro ayer y esta mañana, buscando algo que aclarará mi frustración me encuentro con estos comentarios.
Gracias a todos, amigos en el infortunio… pero después de leer Retrato de una dama, y sin estar a la misma altura Las bostonianas, tenía que leer ésta, el argumento prometía.
Además de la sensación general de que el autor lleva al extremo su capacidad hasta saturar la historia (Absalon, Absalon es un ejemplo de apurar los límites sin cagarla…y entonces deslumbrar), me ha quedado la impresión de enfrentarme a problemas con la traducción, erratas, incorrecciones gramaticales, como si el procesador de texto hubiera jugado una mala pasada…
He terminado de leer la copa dorada y quiero añadir algo a mi comentario de 7 de febrero: es un libro del que me voy a acordar, sin que me haya gustado. Es excesivo de la primera a la última línea, y a veces parece que te está tomando el pelo con los análisis de los análisis. Me pasó lo mismo hace poco con «Mason y Dixon» de Thomas Pynchon, y en ambos casos mi diagnóstico es paradójico: no lo recomendaría a nadie, salvo a mí mismo.
Acabo de empezar La copa dorada por»recomendación» de Gelbenzu en El Mundo, y me temo que tienes razón. Me está pasando lo que anuncias, y que conste que siempre he podido con todo, NUNCA he dejado un libro sin leer, y no voy a hacerlo con éste si Dios me da vida. Pero admitiendo que Washington Square es una obra maestra, que Otra vuelta de tuerca está sobrevalorada y que Los papeles de Aspern es normal, estoy sacando la conclusión de que Henry James no es Joyce ni Proust, ni siquiera -ahora viene la blasfemia- Jane Austen.
Un saludo, porque acabamos de conocernos.
Hoy he terminado el libro;he de decir que me costó mucho y no me ha convencido. No he comprendido a los personajes, las conversaciones ( » no se si sabes que se lo que creo que sabes»….) y relaciones entre los protagonistas me han parecido un tanto absurdas .Los adjetivos » magníficos», «esplendida»…son usados en numerosas ocasiones y llega un momento que consiguen enfadarme porque, sinceramente, el autor no consigue transmitirme dónde reside la grandeza de los personajes a los que se les atribuye.
Es la primera obra que leo de este autor, y por lo que veo he empezado por la menos indicada. Quizá me anime a abordar alguna otra, aunque esperaré un tiempo prudencial para hacerlo.
Un saludo.
¡Uf!,a mí me pasa lo mismo! Hace un año que lo tengo en la mesita de noche lo dejé por el capítulo 25 y nunca veo el momento de retomarlo.
Me encantó Retrato de una dama y Otra vuelta de tuerca,pienso seguir leyéndole pero no sé cuál escoger… Se aceptan sugerencias 😉
Gracias
Pienso lo mismo de quien reseña y quien comenta. Compré esta novela porque fue la única que encontré del autor, y nunca la pude acabar -llegué hasta el Capítulo X-, así que dejé a Henry James para después que adquiriera otra de sus novelas. Todo lo que se dice en el prólogo a la obra es cierto, pero por lo mismo, la novela deja muy poco que hacer al lector, convirtiéndose a ratos en una obra casi absurda. Como yo escribo, la uso en ocasiones para darme cuenta de qué es lo que no debo hacer a la hora de narrar. Ahora voy por otra de Henry James, «Retrato de una dama», que de seguro no me decepcionará 😉
Saludos.
Estoy completamente de acuerdo contigo. Hay momentos desesperantes con frases interminables que tienes que releer de lo largas que son.
Pensaba no leer ninguna otra obra de James pero siguiendo tus indicaciones le dare una nueva oportunidad.
Gracias