La histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres es el subtítulo de este ensayo nacido por casualidad. La autora, Rachel P. Maines, se documentaba para escribir una historia de la costura cuando, en revistas de labores de finales del siglo XIX, se topó con anuncios de lo que, sin duda, eran vibradores para uso femenino.
Maines comenzó a investigar la existencia de estos artilugios que, en la época, eran de uso medicinal. Y así descubrió que diversas técnicas de estimulación del clítoris han sido usadas desde la Antigüedad hasta bien entrado el siglo XX con fines terapéuticos. La intención era sanar lo que era considerado como una enfermedad: la sexualidad femenina.
En un modelo androcéntrico de sexualidad (que pervive hasta nuestros días), la penetración vaginal hasta la eyaculación masculina era la norma, entre otras cosas porque era lo necesario para que se diera la concepción. Sin embargo, aunque la satisfacción masculina estaba asegurada, la femenina sólo se daba en menos de un 25% de los casos. La autora se remonta a Hipócrates en un recorrido por la medicina que pone de manifiesto que la sexualidad femenina y todo síntoma de insatisfacción sexual eran tomados, y consecuentemente tratados, como una enfermedad que debía ser curada.
La tecnología del orgasmo pone de manifiesto el desconocimiento, o la despreocupación, sobre el funcionamiento del aparato reproductor femenino: no fue hasta el siglo XVIII cuando se desarrolló un vocabulario completo para describir la anatomía femenina. Así, la ciencia médica se negó a aceptar durante veinticinco siglos la evidencia de que la sexualidad femenina no encajaba con el marco ideal de la satisfacción masculina y de la reproducción. E inventó una enfermedad para explicar el comportamiento de las mujeres: la histeria.
La histeria fue tratada desde la Antigüedad como una enfermedad; y a partir de Freud y hasta 1953 como un trastorno psicológico propio de las mujeres. Y durante los largos siglos en que fue considerada una enfermedad (no un trastorno mental), se trató mediante masajes vulvares que aplicaba el médico o un ayudante y, cuando los avances de la técnica lo hicieron posible, máquinas.
Este masaje provocaba en la mujer una «crisis», cuya descripción recogen numerosos manuales médicos y que hoy día es fácil reconocer como orgasmos. La provocación de esa crisis era efectiva, pues se podía comprobar que la enfermedad remitía durante una temporada. Pero la técnica del masaje era complicada y exigía tiempo y esfuerzo, lo que propició que en las consultas se reservase un espacio para las modernas máquinas vibratorias. Rachel P. Maines hace un recorrido por los distintos modelos que inundaron el mercado profesional primero, para después penetrar en los hogares de las familias de clase media.
El convencimiento de que si no existía penetración, no había nada de carácter sexual (hubo más reticencias a la incorporación del espéculo al instrumental ginecológico), permitió que la terapia del masaje vulvar fuera una práctica socialmente aceptada. Pero los avances de la ciencia y el hecho de que, ya en los años veinte, los vibradores domésticos aparecieran en películas de cine para adultos, hicieron que el camuflaje social del vibrador cayera y su uso quedará proscrito de la práctica médica. Hasta su reaparición, ya decididamente como juguetes sexuales, en la década de los sesenta.
Con un estilo ameno, la autora de La tecnología del orgasmo presenta un recorrido bien documentado y apoyado en una extensa bibliografía, de cómo un concepto en exceso complaciente con el paradigma de la sexualidad masculina (penetración-eyaculación) ha condenado a la mujer a siglos de relegación que afectan no sólo a su salud sexual, sino en general a su salud, condenándola, por ser diferente al hombre, a ser considerada como una enferma perpetua.
[…] La tecnología del orgasmo – Rachel P. Maines: Muy interesante la visión que propone este libro, un recorrido histórico por la concepción de la sexualidad femenina que ha tenido la ciencia a lo largo de varios siglos. La sexualidad vista desde un modelo androcéntrico, pasando por Freud, la histeria, los vibradores y el sex shop. […]
[…] La tecnología del orgasmo – Rachel P. Maines: Muy interesante la visión que propone este libro, un recorrido histórico por la concepción de la sexualidad femenina que ha tenido la ciencia a lo largo de varios siglos. La sexualidad vista desde un modelo androcéntrico, pasando por Freud, la histeria, los vibradores y el sex shop. […]
¡Muy buena entrada! Va link en mi próximo Lo mejor de la quincena. Saludos!!!