Las novelas tontas de ciertas damas novelistas – George Eliot

1
1995

Las novelas tontas de ciertas damas novelistas - George EliotCualquiera que haya leído a George Eliot, o bien conozca algo de su vida, sabrá que su posición como escritora y mujer era más avanzada de lo que su época consideraba «normal». Si en sus novelas podemos detectar una visión del mundo que se aleja de cualquier prejuicio o convencionalismo, en su faceta más íntima tuvo una existencia que desafío cualquier idea de femineidad que tuvieran sus contemporáneos, llevando una vida intensa y coherente con sus principios. Quizá por ello, o quizá simplemente por la evidente aversión que suscita la literatura entendida como refugio de ramplonería, Mary Anne Evans (auténtico nombre de la escritora) escribió este breve opúsculo para mostrar su rechazo a la literatura romántica que tanto furor causaba en la segunda mitad del siglo XIX.

Tomando como ejemplos algunos textos publicados en vida de la autora, ésta lanza una acerba diatriba contra la novela romántica y el papel de la mujer como novelista. Como escritora que era, George Eliot considera que el rol que esas autoras asignaban a sus heroínas empobrecía la imagen de la mujer, amén de ofrecer al público una literatura de ínfima calidad, basada en tesis morales ramplonas, ideas conservadoras y estereotipos tan obvios como inverosímiles. De hecho, para apoyar estas opiniones recurre al análisis de algunos pasajes de varias novelas que estaban en boga hacia la mitad del siglo XIX: obras que no habrán pasado a la historia de la literatura, pero que en su momento concitaron la atención y el elogio del público (e incluso de parte de la crítica).

Lo más destacable de este ensayo crítico no es la ferocidad con la que la autora carga contra esos textos, sino la pertinencia de sus ideas. Analizando algunos pasajes, Eliot pone de manifiesto el absurdo empleo de un lenguaje afectado y frívolo, supuestamente culto, cuyo único sentido es el de epatar al lector, ocultando el hecho obvio de que no tiene nada que comunicar. De la misma forma, nos presenta a personajes que son el colmo del arquetipo, representando hombres y mujeres que sólo sirven para tratar de servir de vehículo a las ideas (poco interesantes) de las autoras. Lo que Eliot observa con mucha perspicacia es que las autoras de estas novelas suelen hacer gala de una erudición efectista y poco sólida, quizá con el propósito de «elevarse» sobre los lectores mundanos. Eliot, sin embargo, cree (con acierto, me parece) que la cultura permite juzgar las cosas con una perspectiva adecuada, sin necesidad de establecer una división insalvable. En sus propias palabras: «[La mujer que escribe] no reparte información, que es la materia prima de la cultura; reparte comprensión, que es su esencia más sutil.»

El meollo de la cuestión, como bien se ejemplifica al final del ensayo, es que «las novelas tontas que escriben ciertas señoras no proceden de una intensa labor, evidentemente, sino de una intensa holganza». Eliot ve claro que estas novelas apelan a instintos muy básicos y primarios, pero no existen un trabajo intelectual detrás que les otorgue cierta solidez. Al igual que ocurre hoy con numerosos best-sellers, la ausencia de requisitos rígidos para escribir posibilita la proliferación de múltiples sub-productos sin la más mínima calidad; la autora afirma: «Todo arte que precise un absoluto dominio técnico queda, hasta cierto punto, protegido de las intrusiones de la torpe imbecilidad […]. Pero al escribir una novela no hay barreras que pongan coto a la incapacidad, ni criterios externos que impidan a un autor confundir la maña tontorrona con la maestría.» No se me ocurre manifestación crítica más actual que ésta.

Más de George Eliot:

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí