Muchos conocen a Mark Twain simplemente por haber sido el autor de «Las aventuras de Tom Sawyer» o las de su compañero Huckleberry Finn; nada menos, por otra parte, pues son dos novelas (sobre todo la segunda) capitales para el desarrollo de la literatura norteamericana posterior. Pero Twain destacó también —y, al parecer de uno, con mayor motivo— por sus narraciones breves, algunas de ellas verdaderas obras maestras del cuento y piezas clave en la formación de un género que se estaba convirtiendo en fundamental.
En «Un reportaje sensacional y otros cuentos» se pueden observar con claridad las características por las cuales el autor se distinguió como narrador de cuentos: sentido del humor (genial, por cierto), capacidad de observación, inteligencia, malicia y un particular ojo para la representación del ser humano como un ente dotado de la mediocridad más absoluta y, al mismo tiempo, de una brillantez sin límites. Algunos de estos rasgos, que se enuncian una y otra vez cuando se habla de otros muchos escritores (¿nos quedaremos sin adjetivos para construir las reseñas…?), son capitales para entender la obra breve de Twain. Su humor, por ejemplo, es un distintivo absoluto, una peculiaridad de sus relatos, y marcó un hito que recogió, con mejor o peor fortuna, mucha narrativa posterior.
Así, en un cuento como ‘La decadencia del arte de la mentira’, el escritor se marca un supuesto discurso en favor de la falsedad como herramienta clave para facilitar las relaciones entre personas, proponiendo unos argumentos que, camuflados bajo un supuesto surrealismo absurdo, encierran una contundencia demoledora:
Adviértase este venerable proverbio; los niños y los tontos dicen siempre la verdad. La deducción es evidente; los adultos y las personas inteligentes nunca la dicen. […] Ninguno de nosotros podría vivir con un hombre que dijera siempre la verdad, pero, por suerte, nadie tiene que hacerlo. Un hombre que diga siempre la verdad es, simplemente, un ser imposible; no existe y jamás ha existido. Desde luego, hay gente que cree no mentir jamás, pero no es así, y esta ignorancia, precisamente, es una de las cosas que constituyen la ignominia de lo que se llama nuestra civilización. Todos mienten a diario, a cada hora, despiertos, dormidos […]. Hasta en los sermones…, pero esto es una perogrullada.
Ese absurdo y delirante sentido del humor se refleja también en relatos como ‘Un reportaje sensacional’ o ‘El robo del elefante blanco’, desopilante mezcla de novela de detectives con un sarcasmo brutal y un personaje central —el inspector Blunt— que es el reverso histriónico y desesperante de Auguste Dupin o Sherlock Holmes.
Otros cuentos, sin dejar de lado la risa, se centran más en la crítica social, como pueda ser el caso de ‘La gran revolución de Pitcairn’, clara burla del entramado político de cualquier paús desarrollado, o ‘Rogers’, una amarga mirada hacia la pobreza social y la necesidad de guardar las apariencias. Twain, además, fue capaz de urdir narraciones breves de una belleza e intensidad emocional deslumbrantes, como en ‘El cuento californiano’, donde la ternura y la honestidad del ser humano van de la mano.
En realidad, los diez cuentos que conforman este libro son merecedores de atención, pero quizá lo mejor sea que cada uno lea y disfrute con la capacidad de Mark Twain para emocionar y hacer reír.
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lo lei y si es un reportaje sensacional
Adoro a Twain como adoro a Walt Whitman. Y leídos juntos… Es maravilloso cómo se refieren y como trasladan lo que es ser humano. Saludos, Solo…
Ultimamente no encuentro libros de relatos interesantes, al menos a priori, esta parece una magnifica recomendación, tomo nota. Gracias.
Lo dice Vonnegut en su último libro ¡Ai Mark Twain, dónde estás cuando más se te necesita!
Lo suscribo .
Me estoy empezando a aficionar yo también al relato breve, cosa en la que hasta ahora ni había remarcado.
Y esta reseña abre, ciertamente, el apetito a este autor que como dices solo conocemos por esas dos obras, y ahí nos hemos parado. Ya me apece comprarlo, osea que lo apunto en la próxima parada Fnac. Y además nada más inteligente que el sentido del humor en la literatura. Saludos
Adoro a Mark Twain. El cuento del elefante es uno de los más escacharrantes que se pueda imaginar.
Lo que me gustaría es que editaran de una vez por todas las obras completas de Twain. Tengo repetidos en diversos volúmenes varios cuentos. Llegará un momento es que los tenga todos por duplicados, pero en diferentes selecciones de distintas editoriales y me habrá costado la broma un perú.