El crimen de Lord Arthur Savile – Oscar Wilde

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El crimen de Lord Arthur Savile - Oscar WildeComo en casi todas las obras de Oscar Wilde, en El crimen de Lord Arthur Savile tenemos unas buenas dosis de sátira, ironía, frivolidad, humor y sentido común. Aunque la trama de la novela sea un delirio de principio a fin (y excusa, en ocasiones, para la diatriba excéntrica del autor), lo cierto es que se plantean en ella algunas cuestiones muy interesantes acerca del comportamiento humano; si bien expuestas de forma maquiavélica y retorcida… como no podía ser de otra manera. En este caso, tenemos un estudio bastante original del concepto de responsabilidad: cómo afrontamos nuestros deberes y cómo interpretamos las necesidades según nuestros propios intereses.

El libro presenta al joven Lord Arthur Savile, un joven acaudalado y de brillante porvenir; durante una fiesta un adivino le lee el futuro en las líneas de la mano y le pronostica un vuelco inesperado: el destino le conducirá a cometer un asesinato. La vida del protagonista se trastoca por completo después de semejante revelación, pero su carácter decidido y tenaz pronto le lleva a buscar una solución: decide posponer su inminente compromiso matrimonial para no perjudicar a su prometida y, tras cavilar detenidamente, llevar a cabo el crimen lo antes posible para «pasar página» y dejar atrás cuanto antes ese penoso deber. Por supuesto, sus planes no resultarán tan fáciles de acometer como él cree y los designios del destino pondrán más de una traba en el camino del noble.

Lo primero que hay que señalar es que El crimen de Lord Arthur Savile es una novela muy divertida; se encuentra en la línea de las mejores obras teatrales del autor y está cargada de golpes de efecto geniales y de algunos personajes realmente magistrales: el mejor exponente es el revolucionario alemán Winckelkopf, que proporcionará a Lord Arthur un curioso artefacto-bomba cuyo funcionamiento deja mucho que desear… Y en esa línea encontramos otros personajes de rasgos disparatados, sí, pero terriblemente humanos: Lady Windermere, anfitriona de la velada en la que el joven Arthur recibe la desesperante noticia, con su frivolidad juguetona y descarada; Sybil, la prometida del protagonista, ingenua hasta límites insospechados; o Jane Percy, sobrina de una tía de Arthur y que, pese a su poca relevancia en la trama, proporciona algunos de los párrafos más hilarantes de todo el libro.

Como ocurre con otras obras de Wilde, el componente frívolo prevalece, en algunas ocasiones, sobre la ironía mesurada. Los comentarios de algunos personajes son meras vueltas de tuerca verbales que impresionan por su retórica o por su construcción, pero que no encierran más que un contrasentido sin sátira aparente. No obstante, la peripecia de Lord Arthur para afrontar su destino está narrada con un ácido sentido del humor que oculta un gran conocimiento del alma humana: el sentido de la responsabilidad choca con los mecanismos que elaboramos para cumplir con nuestros cometidos. Así, no es sólo que el protagonista tenga la absurda idea de matar a alguien para resolver su problema, sino que todo su esquema vital se acomoda a esa nueva situación; Wilde nos pone en la tesitura de contemplar cómo amoldamos nuestras formas de vida a clichés y esquemas que se configuran desde fuera de nosotros mismos. En este caso tenemos un adivino: cambien esa figura por un gobierno, un padre, una religión o una fe y obtendrán idénticos resultados.

El crimen de Lord Arthur Savile resulta ser, con sus defectos, una de las mejores y más profundas lecturas del genial autor inglés. Ideal, desde luego, para aunar diversión y pensamiento.

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