«La copa dorada», «Niebla» y una declaración de intenciones

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Para que la entrada de hoy se entienda, debemos empezar por la declaración de intenciones.

En 2016 solodelibros cumplió once años. Han sido once años de publicar al menos un par de reseñas (mejores o peores, eso ustedes lo dirán) cada semana. El compromiso que, de una manera un tanto absurda quizá, hemos adquirido tanto el señor Molina como yo misma con esta web nos mantiene atados. No concebimos nuestra vida sin leer, pero ya tampoco podemos imaginarla sin venir a contar aquí, con mayor o menor fortuna, nuestras impresiones sobre los libros que leemos. A pesar de eso, queremos ser un poco más flexibles con nosotros mismos. Y sobre todo, queremos recuperar nuestra libertad lectora.

En estos once años la señora Castro no se ha leído ni uno solo de los títulos de los que ha disfrutado el señor Molina. Y el señor Molina no se ha leído ninguno de los títulos que ha disfrutado la señora Castro. Eso significa que la señora Castro no ha leído a Charles Dickens, a Montaigne ni a John Galsworthy, por mencionar algunos autores. Y el señor Molina no ha leído a Thomas Bernhard, Émile Zola o Knut Hamsun. La política de traer aquí siempre libros nuevos nos hizo renunciar a leer lo que el otro ya había reseñado.

Al comenzar 2017 decidimos terminar con esa política. Intentaremos seguir publicando cada martes y jueves nuevas reseñas, pero como ambos nos hemos dado libertad para leer cuando nos apetezca libros que el otro ya ha reseñado (también para releer libros que en su momento nos gustaron) puede suceder que en algún momento no publiquemos nueva reseña. Confiamos en que su amabilidad sabrá disculparnos.

Pero como yo no renuncio a darles mi opinión sobre todo lo que leo, me permito (y espero hacerlo así de ahora en adelante) darles una breve noticia de varios libros que he leído o releído en esta temporada y cuya reseña ya hizo el señor Molina con la maestría que le caracteriza.

Empiezo con La copa dorada, de Henry James. Aunque el escritor tiene algunas piezas que disfrutar (pienso en Washington Square) y aunque esta se conoce como una de sus mejores novelas, La copa dorada resulta pesada y farragosa. Elusiones y largos circunloquios (muy mal puntuados además en la traducción de Andrés Bosch Vilalta) ahogan la narración de los acontecimientos y acaban por desesperar al lector. Más o menos lo mismo opinó el señor Molina en su momento, pueden leerlo aquí.

He releído con enorme placer Niebla. A veces una se pregunta por qué leemos algo que no sean autores españoles. Hay en cada idioma algo que homogeiniza a sus escritores, a pesar de sus innegables diferencias. Y en el nuestro es algo tan vibrante, tan lleno de viveza, e incluso tan castizo, que a mí personalmente me fascina. Niebla es célebre por esa lucha autor-personaje y también por ahondar en la percepción (de índole filosófica) que el ser humano tiene de sí mismo. Pero, además de lo anterior, creo que es una galería fantástica que representa las relaciones de un sexo con el otro. Unas relaciones que van desde el interés (material) al deseo, pasando, cómo no, por la necesidad de que el otro nos ayude a construirnos. Aquí tienen la reseña del señor Molina.

1 COMENTARIO

  1. Sra. Castro, ¡caray!, yo no tenía ni idea de que lleváis 11 años leyendo y escribiendo reseñas, y menos que no leían lo favorito del otro, ni releían.
    Ya era hora de que se dieran permiso. Y qué bien que pensaron lo que yo hubiera deseado como lectora del blog, que no importa que ya hubiera uno de vosotros escrito una reseña, o que ya hubiérais leído el libro con anterioridad, que no obstante, nos regalárais una nueva nota, siquiera corta, sobre toda lectura.
    Me pasa lo mismito, que cada vez que leo autores españoles me pregunto por qué los olvido tanto. Y estoy en las nubes desde ayer que terminé Nazarín, de Galdós, y tengo Los Pazos de Ulloa y El Jarama porque los recomendaste.
    Voy a considerar releer Niebla. (Y ahora voy a leer la reseña del Sr. Molina).

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