«Edad de hombre» es una obra singular, una autobiografía que supuso el primer paso hacia los cuatro volúmenes que más tarde compondrían La regla del juego. En ella Michel Leiris describe «cómo pasa el héroe del caos milagroso de la infancia al orden feroz de la virilidad». Mientras se sometía varias veces a psicoanálisis en un intento de conjurar una impotencia tanto sexual como intelectual, Leiris acometió la escritura de «Edad de hombre» como una catarsis que confirmara su ingreso en la edad viril y el abandono definitivo de la vida despreocupada de la infancia y la juventud.
Sorprende esta obra por su sinceridad, por la franqueza con la que Leiris rememora acontecimientos que, aunque en ocasiones tuvieran el sello de lo banal, dejaron una huella en él. Con morosidad, profundiza en el impacto que determinados hechos causaron en él y resigue ese hilo hasta encontrar las consecuencias que con posterioridad tuvieron en su modo de pensar y actuar.
Los relatos de su infancia y adolescencia están jalonados con reflexiones acerca de lo que, evidentemente, son los aspectos de su persona que menos aprecia. La disección de su cobardía, su miedo al dolor físico o su timidez evidencian su deseo de, obviando cualquier pudor o intento de aparecer como alguien que no es, presentarse reflejado en la crudeza de su realidad imperfecta (humana, podríamos decir).
En «Edad de hombre» Leiris analiza sobre todo lo que, evidentemente, para él es obsesión: su forma de entender tanto el amor como el sexo y, en consecuencia, su manera de afrontar las relaciones con las mujeres. Buceando en sus recuerdos, Leiris rememora la importancia desmedida que le daba al amor, producto de las óperas que su padres le llevaban a ver, en las que los protagonistas estaban dispuestos a entregar la vida en nombre de un sentimiento de nobleza sin par; no obstante, pronto comenzaría a adivinar que en las relaciones amorosas entraba en juego un ingrediente oscuro y desconocido, cuya importancia intuía, pero cuya aplicación ignoraba: el erotismo.
De su gusto por lo dramático, por lo teatral, le quedaría de por vida la idea del amor como un cataclismo que debe transfigurar la existencia, una inclinación hacia las grandes pasiones y una tendencia a la exaltación de los sentimientos más virtuosos, sobre todo la pureza.
De hecho, desde edad temprana Leiris distinguiría dos clases de mujeres: el tipo Judith, por el personaje bíblico que decapitó a Holofernes, y el tipo Lucrecia, según la mujer romana que se suicido tras ser violada por Sexto Tarquino. Este sistema opone la mujer herida, que puede ser salvada o redimida por el amor y la compasión, a la mujer que hiere, y por tanto fuente de ese dolor, físico o espiritual, que el autor temía.
Leiris se entregó, a lo largo de toda su juventud, al juego insano de dirimir cuánto de Judith o cuánto de Lucrecia había en las mujeres con las que se relacionó. Sin embargo, el temor que le causaba la mujer asesina, no se derivaba tanto del temor a poder resultar herido como de la conciencia de que el tipo Judith era una mujer independiente, resolutiva, que no necesitaba de la piedad o redención masculina para enfrentarse al mundo.
Turbado por el enfrentamiento entre la exaltación espiritual y la tensión carnal, creciendo en los tiempos revueltos de la posguerra y dando esquinazo a sus orígenes burgueses para entregarse en cuerpo y alma a la creación literaria, Michel Leiris se desnuda en «Edad de hombre», construyendo una obra vibrante, honesta y emotiva, que descubre ante los ojos del lector el alma humana y sus miles de contradicciones.
Hola,
Gracias por la reseña,
la noticia de este libro me llegó a través de un ensayo de Susan Sontag incluido en su libro «Contra la Interpretación y otros ensayos». Quería recomendárselos como complemento de la lectura principal.
Saludos,
Victoria (desde Paraná, Argentina)
Hola,
acabo de descubrir tu blog buscando información sobre «La Obra» de E. Zola, que grata sorpresa!
Me parece muy interesante el libro que comentas hoy, al igual que la reseña de otros que he estado leyendo.
Estaré atento a las actualizaciones, te agrego a los favoritos de mi blog.
Un saludo desde Málaga
Javier