«El insurrecto», de Jules Vallès, cierra la trilogía de Jacques Vingtras, iniciada con «El niño» y continuada con «El bachiller». Una trilogía de carácter marcadamente autobiográfico, en la que el protagonista, Jacques Vingtras, es un trasunto cómico y entrañable del propio autor.
«El insurrecto» resulta ser, a mi juicio, la parte más emocionante, más vibrante, de las que componen la trilogía. En sus páginas, el autor recoge los terribles días del fin del II Imperio, marcados por la represión, y el estallido esperanzador de la revolución que condujo a la Comuna de París de 1871.
El germen de la insurrección vivió en Vallès/Vingtras desde sus días de colegial humillado y maltratado, incapaz de comprender la injusticia; arraigó en sus días de bachiller hambriento y derrotado, que eligió una vida de privaciones antes que renunciar a sus sueños de igualdad para todos los hombres; y floreció en los días trágicos de la Comuna, cuando se colocó a la cabeza de los más desfavorecidos que demandaban una República democrática y social.
Al leer los volúmenes previos de la trilogía, el lector va abrigando un sentimiento de ternura indecible por el pequeño y travieso Vingtras de «El niño». Después siente crecer en su interior la admiración por el estudiante íntegro que se entrega a una idea en «El bachiller». Y en todo momento es consciente de estar viendo crecer a un hombre valiente, honorable, abrasado por la sed de justicia, que busca la posibilidad de hacer realidad un sueño generoso que atañe a todos los hombres, incluso a aquellos que le juzgan y le desprecian. Ese hombre admirable es el protagonista de «El insurrecto».
Por ello, por ese sentimiento de cariñosa familiaridad que Vallès logra hacer sentir hacia Vingtras, el lector vive casi en primera persona a lo largo de las páginas de «El insurrecto» la emoción de ver elevarse la revolución. La marea que ascendió por las calles de París, sube por nuestras venas, llenándonos de júbilo ante la posibilidad de ver a punto de hacerse realidad el sueño de un querido amigo.
Las páginas de «El insurrecto» narran al principio los duros años de represión al final del II Imperio, cuando Vallès/Vingtras estuvo preso como consecuencia de sus artículos contra el Imperio aparecidos en varios periódicos. Describe sus tumbos y hambres mientras busca un empleo que le permita crearse la posición por la que siempre ha luchado: un púlpito ganado con sus sufrimientos desde el que animar a los ciudadanos a presentar batalla en demanda de una vida más digna, mientras es acusado por unos de tibio y por otros de revolucionario.
Finalmente llegan los días en que la Revolución se materializa y el pueblo toma las calles de manera espontánea. Los intelectuales de levita, que clamaban por el levantamiento de los obreros de blusón, viven un primer momento de desconcierto ante el levantamiento del pueblo, que elige a sus representantes sin contar con las componendas de algunos revolucionarios que buscaban su propia gloria. Pero Vallès/Vingtras tiene la satisfacción de ser designado por el pueblo para formar parte de la Comuna. El sueño largamente acariciado de guiar a los oprimidos en el momento decisivo de la lucha por su emancipación, se ha cumplido.
Pero el sueño tiene un despertar cruel y las esperanzas quedan sepultadas por los cuerpos de los ciudadanos que cubren las barricadas, tras la semana sangrienta. La Revolución ha muerto sin que los hombres que la imaginaron hayan tenido tiempo de recoger sus frutos.
Al volver la última página de «El insurrecto», el lector que haya disfrutado de los otros volúmenes que integran la trilogía, no puede evitar sentir una honda compasión por Vallès/Vingtras, al que deja mientras huye al exilio. Precisamente por ese sentimiento de haber visto crecer a un hombre valiente y noble, entregado a un ideal, se siente un poso de tristeza al ver cómo ese ideal es asesinado cuando casi podía ya tocarse con las manos. Se siente cierta piedad ante la imagen de una vida jalonada de sufrimientos ocasionados por la defensa de una idea a la que se dedican los mejores años para que, a la postre, sea arrancada de raíz junto con la vida de miles de hombres.
No obstante, Vallès no deja lugar para la compasión, no permite que se le mire con piedad o lástima. Rápidamente se coloca su careta de payaso y nos arranca una sonrisa con una descripción jocosa de algún hecho divertido, de los que el protagonista suele ser él mismo. Y así, a pesar de lo dramático de los momentos que narra, hace prorrumpir en carcajadas al lector, que tiene el corazón en un puño.
Por esa mezcla de hilaridad y tragedia, por la emoción que llena las páginas que describen la valentía de un pueblo que se juega el todo por el todo, levantando la cabeza, hay que leer «El insurrecto».
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He leído algún otro libro de este autor y no me enganchó, me parecía flojo, pero me habéis convencido y haré un hueco para darle una oportunidad a una de las novelas de la trilogía. Salu2
Esperanza, tragedia y sonrisa. Una mezcla exposiva por parte de un autor incendiario.
Una nueva revolución truncada, pero un hombre íntegro y valiente (Vingtras-Vallès) que demuestra que la obstinación idealista puede cosechar éxitos, aunque sean efímeros y agridulces.
No sabría con qué parte de la trilogía quedarme; por ello elijo las tres. Sin duda debería ser una lectura recomendable (si no obligatoria) en nuestros institutos y universidades: además de indudable placer estético se promovería una sana reflexión sobre el idealismo, las luchas sociales y revolucionarias, los problemas (ya se ha comentado por aquí que siguen siendo de actualidad) de los jóvenes para encontrar un sitio en la sociedad, las miserias urbanas, e incluso el maltrato infantil… Y si esto no es bastante, seguro que las garantizadas sonrisas (a veces negras carcajadas) compensarán el «esfuerzo» de leer.
Finalmente, confieso que he disfrutado más con la lectura de esta trilogía simultaneándola con la lectura de los acertados comentarios (también justamente entusiastas) ofrecidos por Solodelibros.
Un saludo.
“El insurrecto”, de Jules Vallès, cierra la trilogía de Jacques Vingtras, iniciada con “El niño” y continuada con “El bachiller”.
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Acabo de aterrizar aquí y me ha gustado mucho lo que me he encontrado. Espero tener el tiempo suficiente como para seguir todas tus recomendaciones.
Por cierto, lejos de querer hacer publicidad gratuita, os dejo, para aquellos que os pueda interesar, un enlace a mi foro de literatura, donde llevamos a cabo un concurso semanal de relato corto, entre otras actividades literarias.
El rincón de Sherezade