La condición humana – André Malraux

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La condición humana - André MalrauxSi se sobrevive a la infausta traducción de La condición humana, lo que nos queda entre manos es una novela comprometida, valiente y brutal sobre la guerra y la revolución. André Malraux conoció de primera mano las revueltas populares que sacudieron China durante las primeras décadas del siglo XX y las describió con admirable precisión en esta obra.

En verdad, La condición humana es, pese a su acción constante y sus personajes combativos, una novela de tesis muy elaboradas; en ella tenemos una reflexión profunda sobre la guerra, sobre el honor, sobre el incipiente comunismo que se cernía sobre China y sobre la implicación de diversos personajes (cada uno de condición muy distinta) en el conflicto que se desarrollaba. A lo largo de sus páginas encontraremos al combatiente abnegado —Chen— cuyas convicciones son sólidas y sinceras; al luchador idealista —Kyo— cuya entrega es más bien fruto de sus tesis ideológicas que de la pasión por la causa; al revolucionario cabal —Katow— que aporta la organización y la planificación; al burócrata sin escrúpulos —Ferral— cuyo único propósito es aprovecharse de la situación para conseguir el máximo beneficio posible; y a otros tantos personajes que Malraux pone en juego para ilustrar esa condición humana tan variable y desconocida.

La guerra y la revolución sirven como pretexto (si bien muy pertinente) para que el autor exponga los comportamientos de unos protagonistas frente a una situación compleja y crítica. Sus actos, sus decisiones y sus ideas ejemplifican los muy diversos modos de enfrentarse al peligro o al miedo, convirtiendo el texto en una suerte de muestrario de idiosincrasias. André Malraux sitúa a todos estos hombres en un escenario conflictivo, tanto en el terreno físico (la revolución de Shanghai se cobró muchas vidas) como en el moral, ya que el comunismo que se abría camino en una China tradicional y milenaria puso a prueba la apertura de ideas de muchas personas; ese conflicto externo e interno se desarrolla de diferentes formas según quien lo afronte: Kyo está convencido de la necesidad de instaurar un nuevo orden, mientras que Clappique, un colaborador farandulero y borrachín, sólo espera ir sobreviviendo gobierne quien gobierne.

Lo que el autor deja muy claro es que esa condición del título encierra una nobleza y gallardía casi inimaginables. «Los hombres sólo valían por lo que habían transformado», afirma casi al final del libro; «La Revolución acababa de pasar por una terrible enfermedad, pero no había muerto. Y eran Kyo y los suyos, vivos o no, quienes la habían lanzado al mundo.» La necesidad del compromiso, de la lucha, del honor y de la valentía es tanta, que los personajes pasan por ser representaciones arquetípicas de valores y sentimientos; Malraux pone de manifiesto, con una crudeza exenta de ramplonería, que la condición a la que se refiere entraña una nobleza de carácter mayúscula, una férrea adscripción a las ideas y a los sueños.

La condición humana es un libro cuya enjundia es mayor de lo que aparenta. Pese a que esta edición de Edhasa ofrece una traducción lamentable (y una presentación que no lo es menos), lo cierto es que las grandes novelas pueden sobreponerse a estos detalles y revelarse como las obras de referencia que son. Y, créanme, La condición humana es una de ellas.

5 COMENTARIOS

  1. No he leído esta traducción, pero, independientemente de sus méritos o defectos, las traducciones envejecen. ¿Por qúe volver a publicar una traducción de Carlos Álvarez Comet y que data de 1949? ¿Acaso alguna editorial volvería a publicar Le cousins Pons traducido por Cansinos Assens?

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