Hay libros de lectura imprescindible, todos lo sabemos. Pero no siempre nos atrevemos con ellos, a veces simplemente por falta de ocasión. «La historia de Genji» es una de esas joyas de la literatura universal cuya lectura es necesaria.
Escrita hace aproximadamente mil años por Murasaki Shikibu, se la reconoce como la novela más antigua que ha llegado a nuestros días. Inscrita en los anales de la literatura universal, en Japón se la sitúa a la altura de los poemas homéricos en Occidente. Poco se sabe sin embargo de su autora, ni tan siquiera su verdadero nombre, pues Murasaki es el nombre de la protagonista femenina de la novela con el cual se acabó bautizando a la escritora, y Shikibu designa únicamente el cargo que su padre ocupó en la corte.
Pero esta autora desconocida supo plasmar en una monumental novela no sólo el mundo que la rodeaba descrito con un detalle propio del naturalismo, sino también y sobre todo, la esencia misma del hombre, sus inquietudes y sus dichas, sus ruindades y sus virtudes, de tal modo que la novela conmueve profundamente incluso al lector contemporáneo.
«La historia de Genji» narra la vida de Genji el Resplandeciente, un hermoso hijo del emperador pero sin categoría de príncipe, desde su nacimiento hasta su muerte. El pequeño Genji es hijo de la concubina predilecta del emperador, por lo que vive en palacio, donde recibe múltiples honores y desarrolla una exitosa carrera como cortesano. Siendo un hombre apuesto, el libro dedica gran parte de la narración a contarnos sus innumerables aventuras amorosas, sobre todo en los capítulos dedicados a su primera juventud. No obstante, Genji está profundamente enamorado de Fujitsubo, la concubina que ha sustituido a su madre en el corazón del emperador, de la que acabará por tener un hijo. Por culpa de sus enredos amorosos, Genji será condenado al exilio, del que regresará para reemprender su brillante vida en la corte. Mención especial merece la dama Murasaki, sobrina de su amada Fujitsubo, a la que Genji toma bajo su protección cuando todavía es una niña. Como si de Pigmalión se tratase, hace de ella una mujer que destaca en todas las artes que una dama debía dominar en la época, para resarcirse así de los defectos que encontraba en la mayoría de sus amantes.
La obra es un brillante retablo de las costumbres de la época. Abundante en descripciones, recrea de manera fidelísima la forma de vestir, los muebles y decoraciones de las estancias, las costumbres o las ceremonias y tradiciones cortesanas en un fresco de la sociedad de su tiempo. Esto supone para el lector actual, sobre todo para el occidental, asomarse a un mundo de una riqueza cultural infinita y sorprendente donde hasta el más mínimo acto, desde la indumentaria a la comida, tenía una norma y su razón de ser.
Pero sin ser éste pequeño, el mayor mérito de la novela radica en la sensibilidad exquisita con que Murasaki Shikibu supo plasmar la naturaleza humana. La evolución de Genji hacia una madurez revestida de cierta serenidad desde su juventud díscola, está magistralmente trazada. Su sensación de insatisfacción ante una vida vigilada y reglada desde la corte; el amor, el odio, el desencanto y la sensación de impureza que le suscitan sus aventuras galantes; el deseo que se enraíza con los años de llevar una vida acorde con sus gustos y sentimientos, y su lucha por conseguirla; la sensación del tiempo que huye llevándose los años más hermosos… logran emocionar al lector, que puede reconocer en ellos sus propios sentimientos.
Y es que «La historia de Genji» es más que la historia de una vida, es la vida. Es la vida que pasa, que nos besa en la boca, que nos hace crecer, que nos deja atrás, que entrega sus dones a los más jóvenes, que se renueva siempre. Es por esto que, a pesar de la belleza de la obra, ésta nos sume en la nostalgia.
Por todo lo anterior se entiende que «La historia de Genji» es una obra cuya magnitud es imposible de reflejarse en un breve comentario. «La historia de Genji» es, por el contrario, una obra que necesita ser vivida, experimentada en primera persona, por el lector.
Esta edición de Atalanta, traducida de la edición inglesa de Royall Tyler, es muy recomendable por la introducción y notas, en las que se aclaran al lector lego distintos aspectos de la obra, así como de las costumbres y el modo de vida de la época sin las cuales la comprensión de la misma podría sufrir. Lamentablemente, la editorial pasó por alto en la primera edición un garrafal error de impresión por el cual una parte del texto se repite, mientras que otra falta, entre las páginas 466 y 467. Un error a reseñar que estropea una edición tan cuidada, y tan cara. Y es que en el placer de la buena literatura todo cuenta.
Más de Murasaki Shikibu:
[…] Fuentes: Enciclopedia Visual Salvat, Wikipedia, Biografías y vidas, Inútiles misterios, Solo de Libros. […]
[…] Esta obra tenía una clarísima intención artística, pero su autor es desconocido y su identidad ha movido ríos de tinta a través de muchas teorías de intelectuales e investigadores de la literatura japonesa. Tal y como señala el premio Nobel Vargas Llosa, no resultaría descabellado atribuírsela a una mujer, ya que en aquellos tiempos de esplendor cultural, y a diferencia del mundo occidental, las mujeres tenían acceso a las artes y a la literatura como lectoras y autoras. Tal es así que incluso algunos de los más grandes y emblemáticos textos de su historia fueron producidos por escritoras cortesanas en torno al año 1000, como Sei Shôganon y su Libro de la almohada y la célebre Dama Murasaki, autora de la novela más antigua que se conserva en el mundo, la Historia de Genji. […]
Leo en la Wikipedia la definición de clásico, – “del latín classicus, perteneciente a una clase, particularmente a una clase superior respecto de una inferior; o sea, lo que debe tomarse como modelo por ser de calidad superior” -, y me pregunto, siempre me lo he preguntado, por qué, por lo general, suelen ser tan aburridos esos tótems que la cultura universal ha erigido. Me cuestiono también, aunque creo que lo entiendo, por qué la gente tiene pánico a manifestar de forma abierta que no ha leído, o que no le gustan, los clásicos: simplemente es miedo a que la tilden de borrica o poco ilustrada. Y es que para obtener cierto pedigrí, así lo ha determinado la “intelligentsia cultural”, se ha de haber leído por lo menos a Horacio y a Virgilio; si además se conocen algunas de las tragedias de Sófocles o Eurípides, entonces apaga y vámonos.
Por qué digo esto, porque, salvo casos contados, mi apego a los clásicos es poco o ninguno, me refiero a los clásicos con un carné de identidad superior a los cuatro o cinco siglos. “La historia de Genji” es un ejemplo de ellos.
Lo primero que aturde del libro es su antigüedad, – más de mil años -, aunque esto no es de por sí mérito alguno, otras obras no habrán gozado de la misma suerte y habrán quedado sepultadas por el polvo del tiempo. Sí es un mérito, e incuestionable, el detalle con que recrea la vida y costumbres de una época ya olvidada; entiendo por ello el valor que supone como ventana al pasado o como tratado de antropología social; literariamente, y aquí entra el inevitable criterio del gusto, tengo muchas más dudas.
“La historia de Genji”, quizás por los motivos muy bien expresados en su introducción, – ver, “El manuscrito y los textos” -, se presenta a nuestros ojos como una obra fragmentada y confusa, a la que ni tan siquiera la nómina de personajes de cada capítulo consigue sacar de la oscuridad. Los temas, hasta donde yo he llegado, – confieso que no he concluido el libro -, repetidos hasta la saciedad: las aventuras amorosas del príncipe Genji, para mí ejemplo claro de galán petimetre, y el estudio detallado de las virtudes que toda mujer precisa para el matrimonio, un gran tratado etnográfico del alma femenina en toda regla.
Lamento, Sra. Castro, porque conozco de su acendrada pasión por lo «nipón”, expresarlo así, pero “La historia de Genji” ha sido una decepción para mí. Me cabrá el consuelo, eso sí, si algún día retomo su lectura, de no encontrar los errores de las páginas 466 y 467, la 4ª edición que he leído los ha subsanado ya.
Un fortísimo abrazo. Nos seguiremos viendo por los maravillosos mundos de los libros y las palabras.
Vaya, Miguel, yo apostaba a que te gustaría.
Yo la considero una narración de una belleza plástica indiscutible y, sobre todo, me gustó la sensibilidad para dejar constancia del paso del tiempo, de la vida que nos deja atrás tan pronto, de la juventud tan corta… Creo que es porque yo misma soy así, tengo los ojos siempre puestos en el pasado, y de alguna manera el libro me tocó la fibra.
Un abrazo.
[…] quedelibros y solodelibros Share this:TwitterFacebookLike this:LikeBe the first to like this […]
esto es un libro muy interesante me loi lei en 1 semana del verano no comi ni dormi
[…] de madera que las mujeres utilizaban para reclinarse. Murasaki Shikibu, destacó con la novela “La historia de Genji” que narra la vida de Geji el […]
Bueno pues nada que uno de los ejercicios de lengua me han manadado contar la historia de este personaje y de su escritora.
Y gracias a esta pagina lo e podido encontrar todo.
Bueno pues me marcho por qu tengo que terminar el trabajo
Me leí los dos tomos de «La novela de Genji» en dos semanas. Me tenía completamente atrapada y sigo en una nube sublime y nostálgica. He revivido en tu comentario los sentimientos que despertó en mí su lectura y agradezco lo bien que has sabido expresar el contenido de la obra.
Felicidades!
S.
¿Alguien me puede decir si ha salido una segunda edición del primer tomo que corrija el error de impresión que se ha comentado? Gracias.
Edición que yo además recomiendo en lugar de la de Destino, debido a la decisión de partir la obra justo tras la muerte de Genji, lo que permite prescindir de la parte menos brillante del texto, contenida en el segundo y más corto volumen. Destino prefirió hacerlo de modo simétrico, con lo que la mitad final del segundo volumen, ya sin Genji, es mucho menos interesante. Al precio de ambas ediciones, el ahorro es algo de agradecer.