Madame de la Fayette publicó de manera anónima La Princesa de Clèves, novela que terminaría por ser su obra más conocida. En ella narra una historia de amor prohibido con reminiscencias del amor cortés, ambientada con pericia en la corte del rey Enrique II de Francia —muerto más de un siglo atrás—. Pero, a pesar de estás características, La Princesa de Clèves está considerada como la primera novela francesa y en sus páginas señalan los eruditos los primeros balbuceos de la novela psicológica.
La señorita de Chartres es una joven de singular hermosura y gran virtud que se incorpora a la corte del rey de Francia. Asediada por varios pretendientes, pronto será desposada por el príncipe de Clèves, del que la muchacha sin embargo no está enamorada. Su marido, por el contrario, la ama con locura pero pronto comprenderá que su pasión nunca será correspondida. La princesa ignora lo que la pasión amorosa es, no la conoce y aún parece ignorar su existencia.
Sin embargo, en la corte francesa:
[…] el amor siempre se hallaba mezclado con el interés y el interés con el amor. Nadie había tranquilo o indiferente; todos pretendían medrar, gustar a alguien o perjudicarle. No se conocía ni el aburrimiento ni la inactividad, y el tiempo transcurría en regocijos e intrigas.
De esta manera, pronto la princesa de Clèves se enamorará, y será correspondida, del señor de Nemours, el hombre más apuesto de la corte; pero su virtud le hará concebir esa pasión como un precipicio a cuyo borde se ve arrastrada por una fuerza casi más poderosa que su propia voluntad, pero contra la que se resistirá denodadamente, hasta el punto de confiar a su esposo el amor ilícito que alberga su corazón.
La princesa de Clèves despertará al amor gracias al señor de Nemours, pero en ella el enamoramiento será un sentimiento contradictorio: a la vez que va aprendiendo en qué consiste la pasión amorosa (ese sentimietno de contento cuando estamos delante de la persona de nuestra elección, esa aflicción si falta, ese dedicarle cada pensamiento e interesarnos por todo lo que le concierne), se horroriza de no albergar esos sentimientos hacia el que es su esposo.
Sabedora como es de los problemas que las pasiones ilícitas pueden traer a las mujeres, decide emplear toda la fuerza de su virtud en ocultar tales sentimientos al mundo entero, y especialmente al interesado. Lo reseñable de la actitud de la princesa es que no sólo se niega a sucumir al amor por respeto de las normas sociales, sino que pesa en su decisión su deseo de respetarse a sí misma, evitando ponerse en evidencia por una pasión. Ciertamente, ese concepto de respeto hacía la propia persona en un personaje femenino resulta no sólo sorprendente, sino incluso insólito. Bien es cierto que en la toma de esa decisión influye también el temor a dejar de ser un día amada por aquel a quien pudiera entregar su reputación.
Y es precisamente en ese despertar al amor primero, para después ofrecer resistencia a la pasión, con todas las dudas, alegrías y sinsabores que esa lucha conlleva, donde se aprecia ese despuntar de la novela psicológica. Madame de La Fayette demostró una particular sensibilidad a la hora de trazar el inusual camino que el sentimiento amoroso recorre en el alma de una mujer ferreamente virtuosa; y de esta manera creó un personaje único, cuyos vaivenes emocionales están fielmente retratados y que, con el tiempo, evolucionaría hacia caracteres como el de Madame Bovary o Anna Karénina.
Si he leído este libro pero no recuerdo mucho de ello mas si la biografía de esta escritoria Maurios con el titulo de MADAME LAFAYETTE O LA VIDA DE ADRIANA .
esthaa bien padree mee encantaria ir a berlaa :D♥
aberr sii me regalan un boleto paraa ir a berlaaa
[…] https://www.solodelibros.es/14/10/2009/la-princesa-de-cleves-madame-de-la-fayette/ […]
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hubo en francia una polemica cuando el candidato y despues presidente de la republica, Nicolas Sarkozy se burlo de la princesse de clèves. Durante la feria del Libro de Paris, la gente llevaba un badge diciendo: je lis la princesse de clèves (leo la princesse de clèves) para expresar su disgusto.