La Regenta – Leopoldo Alas, «Clarín»

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La Regenta - Leopoldo Alas, «Clarín»Una novela escrita en el siglo XIX, narrando la caída de una mujer casada en el adulterio, y de trasfondo, una dura crítica social. Éste es un patrón que se ha repetido muchas veces con éxito en la historia de la Literatura y que, aunque pueda parecer asombroso, logra conmovernos todavía hoy.

La clave está en la capacidad de Clarín para trascender lo superficial de su época y de la sociedad que retrata, para adentrarse en una plasmación psicológica, espiritual y anímica de sus personajes, volviéndolos absolutamente humanos, creíbles y capaces por tanto de emocionarnos siempre. Pero, además, el autor logra imbricar perfectamente a estos personajes en el entramado de la sociedad que para ellos crea, de manera que respondan a sus presiones y busquen sus galardones, otorgando de esta forma perspectiva al conjunto de la historia.

Esa Vetusta, trasunto de Oviedo, rancia y pacata, sorprende sobre todo por la falsa moralidad de sus habitantes de abolengo. Una falsa moral que, como de costumbre, es aplicada con desparpajo por los hombres y a la cual las mujeres se pliegan, sabedoras de que el castigo por una pasión es para ellas más duro que para sus compañeros. Un erotismo mal reprimido empapa la circunspección de la buena sociedad vetustense, en contraposición a la vital entrega de las clases trabajadoras, que no necesitan guardar unas apariencias que todos anhelan burlar.

La Regenta es, en este légamo de pasiones insatisfechas o mal disimuladas, la personificación de la virtud. Ahora bien, no lo es por mojigatería o por hipocresía: simplemente tiene un carácter extremoso que le impide saber a ella misma qué desea. Es una mujer joven casada con un hombre mayor, que no le presta las atenciones que debiera, de tal manera que la insatisfacción se apodera de su vida.

La Regenta necesita un objetivo sobre el que volcar su pasión pero, descartado su esposo, la desorientación domina su vida. Su rectitud y un sentimiento de lealtad hacia su marido, le hace despreciar las atenciones de los galanteadores; cree que un hijo vendría a librarla de su sentimiento de soledad, pero comprende que esto es imposible.

Por otra parte la Regenta está aquejada de un fuerte sentimiento de superioridad hacia cuantos la rodean. Les desprecia de forma casi visceral, y entrar en la feria de bajas pasiones en la que ellos mercadean le repugna. Así las cosas, vuelve los ojos hacia el único ser superior que conoce en Vetusta, el provisor Fermín de Pas, prebendado de la catedral.

Fermín de Pas se convierte en el padre espiritual de la Regenta. Codicioso y soberbio, arrastrado también por las bajas pasiones que parecen gobernar la ciudad, el provisor cree descubrir en la Regenta un alma gemela con la que compartir las dichas espirituales de la fe. Clarín logra transmitir hábilmente la gradación de sentimientos de un hombre que se siente señor del alma de su feligresa y descubre, titubeante, que desea ser señor de su cuerpo.

Pero, sobre todo, donde brilla la capacidad del autor para reseñar los vericuetos de una mente es en la psicología de la Regenta: permanentemente insatisfecha, oscila entre el deseo de entregarse a una pasión espiritual u obedecer a la pulsión de la sangre joven, que la inclina a ceder al asedio de Álvaro de Mesía, el don Juan de Vetusta; un don Juan ya algo estragado que no sabe si podrá corresponder al frenesí que intenta provocar.

A pesar del verismo con que el autor recoge los vaivenes de un alma compleja como la de la Regenta, y junto a ella la del Provisor, o la insustancial de Mesía, y de la indudable hondura que esto confiere a la obra, «La Regenta» es una obra increíblemente divertida. Clarín logra dar un sesgo terriblemente irónico y en ocasiones incluso sardónico a sus descripciones, e incluso a las motivaciones de sus personajes. Sin mucho comedimiento, los tacha de zafios, ignorantes y falsos y se burla de ellos sin compasión, lo que sin duda contribuye a humanizar a los personajes, pero también, sin duda, a aligerar el discurrir de la historia y arrancar una carcajada al lector.

Una excelente novela para enfrascarse en ella aprovechando las vacaciones. O en cualquier ocasión.

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14 Comentarios

  1. Hace treinta años dejé olvidada esta novela antes de terminar, me pareció demasiado recargada, llena de adjetivos. Ahora con sesenta años la he vuelto a retomar y me ha parecido una obra de arte. Yo la compararía con El Quijote, por como describe el alma humana en todos sus personajes. Aquí se cumple lo que yo siempre digo: hay una edad para cada lectura. Lo mismo me pasó con el Ulises de Joyce.

  2. Precioso libro y ninguno de los personajes tiene desperdicio, aunque si tengo que elegir, mis favoritos (aunque ya digo, que todos son muy ricos en matices y cada uno tiene su esencia) son:

    -El señor magistral, creo que es la persona a la cual más analiza Clarín, junto con Ana y quizá doña Paula, al fin y al cabo, conocemos el pasado de los tres. Es mi personaje favorito, cuando al principio intenta negatr lo que siente por la Regenta y como atenazado por la sotana, herramienta con la cual doña Paula consiguió ganar sus buenos cuartos, se desespera. Ana, creo que es lógico que no vea al hombre bajo la sotana, ya que sus tías le marcaron mucho su comportamiento para desintoxicarlo de la posible influencia de su padre, y hay que decir que no es una Obdulia, Ana es, como dicen los personajes hasta caso al final de la novela, virtuosa.
    Puedo legar a entender a Fermín. Es cierto que su amor se convierte en enfermizo porque al final la acaba acechando por medio de Petra, pero creo que si el no hubiera sido cura…Paula es la culpable en paretd el comportamiento de Fermín, le colocó en un sitio que no pegaba..le controló y no le dejó llevar su vida, es un hombre bastante desgraciado y más cuandosu madre le recuerda constantemente cuanto le debe.

    -Doña Paula, ya he hablaado algo de ella, es manipuladora pero sabe lo que es la vida y al final de la novela..Fermo piensa que su madre tuvo razón, que todso se mueve por interéses que ni siquiera su «Â·verdadera mujer» era pura, que era como todas, es una mujer chantajista y muy calculadoras, movuedno los hilos de cualquier cotarro. Es casi admirable.

    Petra, en mi opinión, el personaje más astuto de toda la novela, tampoco es que aparezca demsiado pero es determinante, engaña a todos, y con limpieza, hace favores a Mesía y a Fermín, y los controla como quiere, al final, consigue el trabajo que le dara seguridad en la vida y ni Mesía ni Fermo saben su traición, cada uno piensa que ha hecho un buen trabajo.

    Espero no haberme explayado demasiado, y mirad que no puedo resumirlo más. No se parece en nada esta novela a Anna Karenina y Madame Bovary, pues no la he leído pero confíoen que conserve su originalidad.
    La Regenta muere socialmente, que a veces es peor que morir en cuerpo.

  3. El tema del adulterio femenino fue un tema recurrente en las novelas del XIX. Evidentemente, mientras que el adulterio masculino se asumía como algo natural, el conflicto psicológico que la infidelidad provocaba en la mujer era un tema novelable.

    En ese sentido me encantó el tratamiento dado por Eça de Queirós en «El primo Basilio» (también reseñado aquí). Tras la primera caída, la esposa infiel se mira al espejo y se encuentra bellísima. La satisfacción es demasiado grande como para dajar lugar al remordimiento. Una actitud atrevida para la época.

    Pero, como la adúltera de «Tristán o el pesimismo» le dice a su amante, cuando decide romper con él, el adulterio es también para la mujer un capricho de los sentidos, sin embargo, siempre lo paga más caro que el varón.

    Así en las novelas, la adúltera siempre suele morir arrepentida, perder su posición social… casi siempre, de alguna manera, paga por la osadía de salirse del papel de buena esposa.

  4. Tanto Ana karenina, como Madame Bovary y La Regenta despliegan sobre el tema del adulterio femenino el argumento de su historia. Quizá sea esto lo único que tienen en común, porque el resto en cada una de ellas se construye de manera original, atendiendo exclusivamente a las necesidades de un desarrollo concreto y, en el caso de la Regenta, de manera magistral, por cierto.

    ¿Nikita la leyó realmente?

  5. Nikita, lo que hizo Clarín no es exactamente lo mismo que hicieron Tolstoi y Flaubert. Porque en «La Regenta», junto al tema del adulterio de doña Ana, el autor retrató el deseo de poder (incluyendo el deseo de triunfar sobre la voluntad de la Regenta para poseerla física, pero también espiritualmente) del provisor Fermín de Pas. Es decir, en la novela de adulterio típica decimonónica, Clarín infiltro una realidad típicamente espoñala: los tejemanejes de los eclesiásticos, sus ansias de poder, notoriedad, dinero y… sexo.

  6. No entiendo por qué demonios les gusta esta novela. Todos yaa nos sabemos esta historia, no es necesario ni leerla. Lo que hizo Alas Clarín lo hicieron antes Tolstoi y Flaubert (y quién sabe cuántos más). El realismo es una corriente que ha legado verdaderas obras maestras a la historia de la literatura, pero La Regenta no es una de ellas.

  7. Clarín ha develado toda la mojigatería española del XIX y del poder del mal, encarnado en Fermín de Pas (no Félix), por eso su madre, doña Paula lo llama también Fermo, y además presenta la maldad de todos los habitantes de un pueblo (Vetusta), o sea Oviedo, contra una pobre mujer cuyo único pecado fue ser hermosa. Por causa de esta sociedad pacata muchas mujeres han terminado siendo desdichadas e ignorantes. Esperemos que la España de los tiempos de Clarín ya esté muy lejos ahora en España, aunque las cosas en América Latina no distan mucho de la sociedad vetustense retratada por Leopoldo Alas

  8. Este libro, junto con CIEN AÑOS DE SOLEDAD( bien diferentes ambos)son mis libros favoritos de todos los tiempos. Me gusta la historia, el ambiente que recrea, la forma en que está escrito, la prosa bonita, sencilla y real. Un libro completísimo para mi gusto.

  9. La Regenta es un hito señero de «Clarín»; superando a su amigo y maestro Don Benito, se hizo con la mejor novela en español del siglo XIX. «Clarín» temía haber dado con un «novelón», pero dio en la medula de la sicología del bípedo implume posromántico, describiendo deliciosamente una época no menos decadente e hipócrita que la nuestra de hoy en día. Por eso la heroica caída de la Regenta está vigente, me enamoré de ella y he soñado con que el bueno de Quintamar ajusticiaba al intrascendente Mesía.

  10. Como muy bien dices, la vigencia de este libro es total. Sus páginas trascienden su época y su empleo del lenguaje es muy actual. Seguro que es una grata sorpresa para quienes la consideran una novela típica del siglo XIX.

    Un saludo.

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