La sociedad de consumo – Jean Baudrillard

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La sociedad de consumo - Jean BaudrillardLa sociedad de consumo, publicado en 1970 por Jean Baudrillard, se ha convertido en uno de los textos clásicos de la sociología. En él, su autor analiza los mitos y la estructura de una sociedad que ha sido capaz de alterar el ecosistema humano, revertir valores y ocupar el imaginario colectivo.

Baudrillard analiza en profundidad (aunque a veces lo vierta de manera un tanto farragosa) la sociedad occidental para señalar la creación, no espontánea sino articulada desde arriba, de una nueva mitología en la que los objetos se han desvinculado del significado que les da su función para formar parte de un universo donde son símbolos de prestigio. A través de esa nueva pararreligión, con su propia liturgia, se logra la manipulación social y, en consecuencia, se instaura una nueva forma de control.

Al consumo, defiende el sociólogo, se le otorga un carácter milagroso: el consumidor se rodea de una panoplia de objetos fetiche de los que le han contado que debe esperar la felicidad, y luego aguarda a que dicha felicidad se materialice. Cosa que, evidentemente, no sucede, porque la sociedad de consumo necesita de la insatisfacción crónica del individuo para mantener sus mecanismos en marcha.

Pero la felicidad, tal como nos la cuentan desde unos medios de comunicación que son la correa de trasmisión de la sociedad de consumo, es inalcanzable. No solo porque los objetos a conseguir cambian de manera continua, sino también porque no existe tiempo para la felicidad. La organización social de nuestras sociedades pasa por imprimir una velocidad frenética a los ritmos vitales, eliminando el momento del disfrute. Solo hay tiempo para trabajar con el objetivo de conseguir los recursos necesarios para poder obtener los objetos correspondientes al estatus que se desea alcanzar; y para lanzarse a la búsqueda y captura de esos objetos a continuación. Cuando el objeto está en las manos del consumidor, éste ya no lo desea pues en su punto de mira han dibujado un nuevo objeto.

Especialmente relevante es el hecho, que detalla pormenorizadamente Baudrillard, de que la maquinaria del consumo perpetuo haya logrado inculcar en la mente colectiva sin sobresalto ideas que deberían ser opuestas e incluso excluyentes, pero que se aceptan como lógicas. Así la idea de que adquirir un producto igual al que comprarán millones de consumidores nos confiere una pátina de exclusividad. O, especialmente, el caso de la enloquecida relación con nosotros mismos que refleja la publicidad.

Según ésta, el consumidor sabe lo que quiere, pero necesita la guía de los anuncios para comprenderlo. Es una persona única, pero necesita el apoyo de determinados productos para completarse. Es perfecto, pero debe adquirir algún objeto que haga aflorar desde su interior esa perfección. Y esta desquiciada forma de entender la propia persona es especialmente aplicable en el caso de la mujer, a la que se ha convertido en objeto y sujeto a un tiempo, encasillada en un rol impuesto en beneficio de la industria.

La sociedad de consumo es, en definitiva, un libro que nos ayuda a entender mejor la sociedad en que vivimos. E invita a reflexionar sobre cómo los procesos y trampas expuestos por Baudrillard parecen haberse ido acelerando en las décadas pasadas desde la aparición del libro, además de afectar, gracias a la globalización, no solo a la cultura occidental, sino al orbe entero.

 

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