Moon Tiger – Penelope Lively

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Moon Tiger - Penelope LivelyComo ya dijimos al hablar de la primera novela de Penelope Lively publicada por Contraseña, La fotografía, la autora tiene un don peculiar para la construcción de personajes. Esta característica, que podría tal vez haber sido un destello de genialidad puntual, se confirma con la lectura de Moon Tiger, una bella novela que, de nuevo, se sustenta en la personalidad de la protagonista, una agonizante anciana llamada Claudia Hampton. A través de sus recuerdos podremos ir componiendo una historia repleta de personajes secundarios que, por curioso que parezca, sirven para dar mayor definición a la propia narradora (algo muy similar a lo que ocurría con la Kath de la anterior novela).

En líneas generales, Moon Tiger es un libro sobre la memoria. Claudia Hampton es una escritora e historiadora casi autodidacta con una brillante trayectoria literaria a sus espaldas. Ingresada en un hospital a causa de un cáncer intestinal, está perdiendo su capacidad de recordar con precisión; sabedora de su próxima final, decide escribir mentalmente una historia del mundo: una historia de su mundo, de lo que conoce y de lo que ha visto; una autobiografía basada en impresiones, en detalles, en fugaces remembranzas de aquello que ya está perdido… o casi. A través de su memoria y de las ocasionales visitas de sus parientes o conocidos iremos siendo testigos del devenir de una mujer decidida, valerosa, íntegra e inteligente, cuyas vivencias no son simplemente hechos individuales o esporádicos, sino reflejo de una época y una forma de entender la existencia.

Y es que el personaje de Claudia es mayúsculo en todos los sentidos. Como el lector va descubriendo a medida que cuenta su historia, la protagonista es un ser con una personalidad magnética y una gran capacidad de decisión. Lejos de adaptarse o comulgar con normas establecidas o patrones de conducta, se arriesga a tomar caminos complejos o incluso peligrosos. Su opción por la Historia y su manera de abordarla en sus libros; su viaje a Egipto en mitad de la Segunda Guerra Mundial; su actitud ante la maternidad; su relación con familia y amigos… Todo hace de Claudia una persona única, capaz tal vez de desesperar a algunos, pero indudablemente fascinante.

Penelope Lively vuelve a tejer un personaje a través de lo que otros ven o sienten hacia ella. En este caso, y a pesar de que es la propia protagonista la que rememora en primera persona su historia, las facetas más ocultas de su carácter se irán descubriendo gracias a lo que los demás van aportando en su narración. Así, la relación con su hermano Gordon se ilumina merced a los detalles que éste va arrojando en sus apariciones (en unos extractos en los que la narración pasa de primera a tercera persona y que la autora distribuye con pericia a lo largo de la novela); mediante sus palabras, pero también sus silencios o sus actos, el lector puede ir construyendo una Claudia ligeramente distinta, con ciertas facetas que quizá le pasan desapercibidas a ella misma. Poco a poco, los distintos personajes que acompañan a la protagonista en esta historia vital irán desvelando algunos secretos y recovecos que harán que veamos a la narradora en toda su complejidad, con sus defectos y sus errores.

Lo cierto es que Penelope Lively consigue dotar de una hondura muy hermosa a este personaje gracias a esta acumulación de «capas» o detalles. La Claudia con la que se inicia la historia es, sin duda, un ser atrayente; pero es que a medida que la trama avanza y vamos descubriendo más y más detalles sobre ella también comprendemos su inherente complejidad, lo cual la define como ser humano mejor que cualquier descripción literaria. Su amor por Tom, el artillero al que conoce en El Cairo; su relación con Gordon, competitiva pero pasional; su desdén por Lisa, su hija, a la que quiere, aunque la considere una persona apocada y vulgar… Todas estas facetas de la protagonista la humanizan aún más, si cabe, para que al final de la obra podamos tener de ella una imagen tan completa como intensa.

Una novela de factura impecable (tal vez demasiado, en lo referente al estilo), con una trama sugerente y variada, y con unos personajes simplemente deliciosos. Si no han tenido el placer de cruzarse con Penelope Lively en sus aventuras lectoras les recomiendo que vayan poniendo remedio a esa ausencia.

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