Ejército enemigo – Alberto Olmos

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Ejército enemigo - Alberto OlmosReconozco que me aventuré a la lectura de Ejército enemigo atraído por el supuesto contenido que los comentarios sobre la novela me habían hecho suponer que tendría; obviamente las campañas de marketing y las reseñas en prensa no son indicativas de nada, y mucho menos de la calidad de un libro. En este caso, las expectativas no se han visto cumplidas en su totalidad. Veamos por qué.

Ejército enemigo se anuncia como una novela comprometida o de ideas: hasta ahí nada que objetar (y sí mucho que esperar, ya que los que nos siguen saben de nuestra preferencia por este tipo de libros). Sin embargo, la lectura pronto nos revela otra cosa bien distinta: Alberto Olmos ha escrito un libro sobre varios temas, entre los cuales encontramos referencias a luchas sociales (es decir, elementos que pueden tener relación con la narrativa de tesis), pero no es posible afirmar que la novela vaya por esos derroteros; es más, la idea que parece focalizar la atención y centrar el discurso es la (de)construcción de nuestra identidad en la red, nuestra gestión de la información que compartimos o que mantenemos en secreto. Todo ello aderezado con una trama que pretende ser vigorosa (con asesinato e investigación del mismo de por medio), pero que no alcanza la mínima altura narrativa imprescindible para cautivar al lector.

Lo mejor del texto, para el que suscribe, es precisamente la posición de lucha que defiende uno de los personajes y que se explica en una serie de correos electrónicos:

La intervención social que hemos iniciado tiene como premisas: a)nuestro desacuerdo evidente con el sistema del capital en el que vivimos y b)nuestra pérdida de fe en el sistema paralelo de lucha contra la desigualdad […]. Nadie aquí va a cambiar el mundo. La revolución no va a llegar. […] La batalla no se está librando. La guerra no se ha declarado. […] Nuestro objetivo es la depuración y la dignidad. La depuración de ese hipócrita y avergonzante discurso solidario […]. De continuar este proceso de enraizamiento, todo acto, propuesta o movimiento subversivo será poco menos que una atracción más en el gran parque de atracciones del domingo.

Más allá de esto lo único que encontramos en Ejército enemigo es una trama vaporosa, sin destino claro, y unos personajes vacilantes que provocan sensaciones muy contradictorias debido a su indefinición. Puede que el autor buscase justamente eso, pero uno acaba la novela con la sensación de que Alberto Olmos tenía muy claro el punto de partida, pero no tenía la menor idea de hacia dónde quería ir, ni mucho menos cómo llegar. En la novela encontramos todo tipo de discursos inconexos, cambios de registro, personajes secundarios que aparentan jugar un papel importante pero que se desdibujan a las pocas páginas, historias que se insinúan pero que se interrumpen sin más… En fin, una serie de ideas prometedoras (desde las tesis sociales hasta la intriga detectivesca) que no se desarrollan con pulso y que acaban dejando en el lector un poso amargo: el libro entretiene, pero no convence por su falta de enjundia.

Da la impresión de que Ejército enemigo está compuesto de retazos, de impresiones, de fogonazos que podrían dar lugar a distintas historias, pero que reunidos en una sola narración no funcionan por falta de cohesión. Tanto la trama de investigación que lleva a cabo el protagonista como la de lucha social que va descubriendo son buenos puntos de partida, pero se quedan en meras insinuaciones; podría ser que Olmos jugase con la brusca interrupción de las tramas, pero el resultado, sea ésa o no su intención, es deplorable; la novela no tiene fuerza y sólo ofrece momentos interesantes puntuales, gracias sobre todo a los diálogos, terreno en el que el autor se desenvuelve con frescura.

Aunque la premisa de partida resulte muy prometedora, el libro no merece la pena como tal. Sus tesis quedan sólo perfiladas y los personajes brillan por su indefinición; el protagonista oscila entre lo maniqueo y lo absurdo, y los secundarios no cuajan con solidez. Una lectura engañosa que no proporciona más que dos o tres frases deslumbrantes y un par de momentos reseñables. No pierdan su tiempo con ella.

3 COMENTARIOS

  1. Este Alberto y sus heterónimos… Qué mal perder tienen los autores subterráneos a los que un golpe de suerte hace emerger de pronto a la superficie. Nunca pierden ese toque de resentimiento que tantos años en el subsuelo les deja. En fin, allá él. De todas formas, siempre le quedará un hueco como doble de Javier Cámara.

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