Alice Adams – Booth Tarkington

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Alice Adams - Booth TarkingtonBooth Tarkington alcanzó fama por sus novelas en las que retrataba de forma satírica la forma de vida del Medio Oeste norteamericano. Tarkington señalaba los defectos de una población obnubilada por la obsesión no sólo de aparentar lo que no era, si no sobre todo por el fervoroso deseo de dejar de serlo a cualquier precio. En un país donde las grandes fortunas se podían hacer en un día, todo el mundo aspiraba a tener ese golpe de suerte que le catapultara de su anodina existencia de clase media al fabuloso mundo de las oligarquías adineradas.

De eso trata «Alice Adams», la historia de una hermosa joven que desea pertenecer a la buena sociedad de su ciudad, en parte para satisfacer su propia vanidad y en parte porque parece que eso es lo que la gente que la rodea, especialmente su madre, esperan de ella. El pasaporte de Alice hacia ese prometedor mundo es su belleza, y precisamente su belleza es lo que hace que, a juicio de su madre, merezca vivir rodeada de lujo, llevando bonitos vestidos y viajando en fastuosos automóviles.

Con el personaje de la Sra. Adams, Tarkington logra un retrato sutil pero efectivo de las personas que, a principios del siglo pasado (la novela fue publicada en 1921), se enfrentaron con cierto desconcierto a un mundo cambiante que daba los primeros pasos hacia la sociedad de consumo. La pequeña ciudad donde la Sra. Adams ha pasado su vida ha crecido ante sus ojos gracias a las nuevas industrias que se instalan en ella y la manera de relacionarse con sus vecinos ya no es la misma, una vez que las reglas que rigen la comunidad comienzan a cambiar. Ya no se valora a la gente por lo que es, por su probidad y honradez, si no por lo que tiene; y si no se poseen los mil artículos que la nueva sociedad pone a la disposición del afortunado público, la palabra que mejor define a tan desdichado individuo es fracasado.

Tanto la Sra. Adams como la joven Alice están convencidas de que acabarán ocupando el lugar que merecen en la nueva sociedad que nace. Y mientras la Sra. Adams empuja a su esposo a emprender cierto turbio negocio, la joven Alice aspira a llegar al mismo lugar por otro camino: el matrimonio con un joven de buena familia y prometedor futuro.

Y es la evolución de la bella Alice a lo largo de la novela lo que salva a ésta de ser un mero melodrama de amores frustrados y ansias arribistas. Porque al principio de la narración encontramos a una Alice rebosante de la arrogancia de la juventud que cree en su propio triunfo por encima de todas las cosas y que barnizada de hipocresía aparenta ser lo que no es (una joven jovial, segura de sí misma, mimada y admirada), para alcanzar lo que desea: ser una joven jovial, mimada y admirada.

Pero a pesar de todos sus fingimientos y del tesón que emplea, Alice es consciente de que la sociedad a la que busca pertenecer la tolera pero no la acepta, de modo que todos sus esfuerzos no la reportan más que frustración e infelicidad. Al mismo tiempo su romance con el Sr. Russell sólo se basa en las mentiras que ella encadena para hacerle creer que es una chica mimada más, como las que el acostumbra tratar en su entorno.

La toma de conciencia de la falta de honestidad con que afronta la vida y con la que se relaciona con los demás es gradual en Alice y por ello creíble. Cada vez que finge y coloca ante su rostro una máscara frívola y sonriente que oculta su verdadera identidad y pretende cubrir todos sus temores, Alice es consciente de que ese camino difícilmente la conducirá a la dicha que espera. Y así, poco a poco, va comprendiendo que quizá la felicidad para ella no se encuentra en la dirección hacia la que empecinadamente camina y, demostrando un gran valor, decide cambiar de rumbo.

De este modo asistimos absortos al gradual desarrollo psicológico de la joven, único punto que salva a una novela por lo demás algo inane y previsible. Desarrollo que Tarkington supo llevar a cabo con una mesura tal que el lector puede creer en él. Pues si por el estilo y el tono de la historia cabría esperar una epifanía lacrimógena que hiciera comprender a la joven sus errores, la manera en que ésta los asume paulatinamente y se va sintiendo paulatinamente avergonzada y deseosa de librarse de ellos, son sin duda la mejor baza de la novela.

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