Mi gran novela sobre La Vaguada – Fernando San Basilio

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Si con Curso de librería Fernando San Basilio se descubrió como un narrador más que solvente, Mi gran novela sobre La Vaguada le consolida como un escritor comprometido, inteligente y observador. Su peculiar (por raro en estos días) instinto para recrear una realidad que de tan cotidiana pasa casi desapercibida es sorprendente, y su habilidad para fijarse en los pequeños detalles, en las pequeñas derrotas, hace de la historia de esta novelita un compendio de anécdotas tan divertidas como desoladoras.

Porque el tono jocoso del libro es palpable, pero tras cada línea y cada escena se intuye algo más: el protagonista se sobrepone a las sucesivas peripecias con formidable brío, pero con cada decepción asistimos a una concesión, a una renuncia. San Basilio expone con humor los contratiempos relacionados con la búsqueda de empleo y los reveses habituales (y no por ello menos decepcionantes), aunque ese humor se tiña de ironía y acedia con cada tropiezo. Las mentiras, las poses, los malentendidos o los abusos están retratados con una mordacidad exquisita y con un verismo atroz; se puede pasar de la carcajada a la tristeza en apenas tres líneas, lo cual es todo un logro por parte del autor. El episodio en el que el narrador recibe el encargo de escribir un libro sobre las vivencias de dos jóvenes emprendedores en Las Rozas es, pura y simplemente, magistral.

Otro gran hallazgo es la voz del protagonista: el innominado narrador es jocundo y hasta inocente, con una franqueza que desarma por su simplicidad y por su pasión vital. San Basilio ha creado un personaje que, pasando casi desapercibido —dado que lo desquiciante de sus desventuras lo relegan a un inevitable segundo plano—, nos conmueve hasta el extremo de padecer con él cada fracaso como si fuese nuestro. El tono narrativo es desenfadado y a ratos puede parecer infantil, pero la crudeza que se adivina detrás de las descripciones de situaciones y personajes es brutal.

La Sexta Avenida estaba en el kilómetro 10 de la carretera de La Coruña, era un centro comercial donde las cosas costaban el doble que en cualquier otro sitio. Al otro lado de la autopista había urbanizaciones donde nadie se tomaba el trabajo de vivir por menos de un millón de euros.

La novela se desarrolla mediante una sucesión de escenas que, eso sí, nunca dan demasiada sensación de unidad, si bien el tramo final esboza un contexto temporal en el que ubicarlas y que trata de dotar de cierta cohesión al conjunto. Aunque no es un demérito en sí mismo, lo cierto es que parece claro que el autor se siente cómodo con ese estilo deslavazado y que sus escenas casi constituyen pequeños relatos por sí solas. En cierto modo, y a pesar de esa fragmentación, el tono del texto y lo unitario de los temas a los que se refiere hacen que el libro tenga una consistencia más que aceptable, haciendo de su lectura un trayecto completo y sin fisuras. La eterna aspiración literaria del narrador (de ahí el título) y su progresivo e inapelable desmoronamiento hacen que todas las pequeñas aventuras converjan en un clímax final sencillo, pero elocuente. La asunción de la derrota puede llegar a ser dolorosísima, y así lo refleja el autor, sin concesión alguna.

Mi gran novela sobre La Vaguada es una novela estupenda y rica, con una mirada tierna y despiadada sobre una realidad que, nos guste o no, forma parte de nuestro día a día. Fernando San Basilio se descubre como un observador sagaz e inmisericorde, un registrador de la miseria moral que acumulamos y que hace de nuestro mundo lo que es, aunque su ironía siempre está teñida de la nota de esperanza que proporciona el humor, como si de la única salida posible al caos se tratase. Sumérjanse en ello y disfruten.

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1 COMENTARIO

  1. Me ha divertido mucho. Hay un par de guiños al Galdós de «Fortunata y Jacinta» que conectan de manera irónica las dos novelas. Pero son tan diferentes, que a la fuerza te tienes que reír por ese mapa creado de Madrid a través de sus calles, bares y establecimientos.

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